Hans- ¿Vos tenías el juego de la vida?
Yo- Sí, claro, nos encantaba jugarlo con mis primos.
Hans- Si eras médico ganábamos un montón, si eras maestro ganabas menos. Si eras pobre, filosofabas.
Yo- ¡Sí! Y me acuerdo que te podías casar, tener hijitos...
Hans -"Se casa, recibe regalos". "Tiene un hijo, recibe regalos".
Yo - ¡Tal cual! ¡Era así!
Hans- "Millonario, se retira con estilo".
Yo- ¡Dios! ¡Qué juego capitalista!
Hans- Era el juego más capitalista de la existencia.
Yo- Ahora que me acuerdo el nuestro estaba medio fallado. Se le trababa la ruedita.
Hans -¿Cómo se trababa la ruedita?
Yo - ¿Viste que había que girar una ruedita? Bueno, la nuestra estaba media trabada.
Hans- ¿O sea que las partidas duraban seis meses? Giro rueda...uno; giro rueda...uno; giro rueda...uno
Yo -Ahora que lo pienso aún no me casé, ni tuve hijitos y me recibí de una carrera universitaria que no tiene ningún valor monetario.
Hans- Ahora entiendo todo.
Yo- ¿Qué?
Hans- Giro rueda...uno.
Yo- Es horrible lo que estás diciendo.
Hans -No, ese juego era horrible. Te programaba para ser banquero, casarte y tener hijos. ¡Con razón la ruedita se te trababa!
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