30/5/20

PANdemia

Mis primeros panes fueron un fiasco. Pero de los errores se aprende. Por supuesto, yo le echaba la culpa a que no tengo balanza ni rasqueta ni banneton ni un horno como la gente. Pero en realidad el problema estaba en que yo no sabía escuchar la masa. Y entonces me salía un pan con una miga "boba", apelmazada abajo y con grandes agujeros arriba. O me quedaban panes chatos como platos. Finalmente logré un pan de masa madre de aspecto bonito (dentro de lo que mi horno casero permite), una miga deliciosa y alveolada y ese leve sabor ácido que me encanta.

Anoto acá lo que me funcionó:

2 tazas de harina blanca y una taza de harina integral. (3 tazas en total)
1 taza de masa madre muy activa
1 taza y media de agua (esto va a ojo, a veces más, a veces menos)
1 cucharadita de sal.

Primer paso:
Colocamos las harinas en un bowl. Le hacemos un agujero en el centro. En el centro colocamos la masa madre súper activa. En los bordes espolvoreamos la sal (nunca en el centro). Agregamos el agua de a poco e integramos todos los ingredientes hasta que no quede nada seco. Tapamos el bowl con un repasador y dejamos reposar la mezcla una o dos horas (autólisis).

Segundo paso:
Amasado El amasado dura en total 12 minutos con descansos cada tres minutos de tres minutos. Luego de pasados los 12 minutos hay que parar. Si sentimos que la masa no se hizo el problema es nuestro, no de la masa. Dejamos reposar una hora más.

Tercer paso:
Los pliegues. A esta altura la masa está tan linda que plegarla es muy fácil. Yo lo hago dos veces con un intervalo de media hora entre medio.

Cuarto Paso:
Así como está, la tapamos con un nylon y va al frío de la heladera. Por 12 horas mínimo.
También podemos armar el pan. Cruzamos la masa, le damos tensión. Lo mandamos a un banneton (yo tengo una especie de panera a la que le pongo un lienzo con harina para que no se pegue). Y eso va al frío.

Quinto paso:
Desmoldamos el pan. Lo greñamos. ¡Y al horno bien caliente! Horno al máximo. Veinte minutos con vapor. Veinte minutos sin vapor.

Sexto paso:
Se lo saca del horno, se lo coloca en una rejilla y se espera a que se enfríe para cortarlo. Aún cuando se saca del horno el pan continúa cocinándose por dentro.


17/5/20

Yogi

Algo que pasó hoy y no me quiero olvidar. Nico hizo su primer adho muka svanasana y no se murió en el intento.
Cada día que pasa me pide más práctica.
Vamos a terminar la cuarentena con un yogi.

16/5/20

Dar clases para la cámara

Sábado por la mañana. Hoy tenemos práctica.
Voy en busca de la tablet y verifico que tenga carga.
Barro la sala, acomodo el mat, coloco los tacos de madera cerca. Abro las cortinas de par en par para que entre luz natural. Siempre que hago esto pienso que debería limpiar los vidrios pero, por suerte, eso en el video no se ve.

Prendo la cámara y acomodo el ángulo. Lo fijo de manera que todo mi cuerpo se vea. Pruebo que no se corten las manos cuando extiendo los brazos hacia arriba. Me subo en puntitas de pie y me miro por última vez en la cámara reversa. Me doy el ok.

Pongo play y ya estoy en escena. Camino hacia el mat, doy un breve saludo de bienvenida ubicándome en tiempo y el espacio: "Hoy es sábado por la mañana, vamos a hacer nuestra práctica de yoga". Es importante porque podría no ser sábado a la mañana y podría grabarme haciendo otra cosa. Siento que hay que dar un marco. Entonces le hablo a la cámara y cuando lo hago trato de recordar algunas caras de cuando el mundo era otro y yo tenía contacto real con cuerpos. 

Empiezo. Pies paralelos, alineación del cuerpo, doy direcciones, prestamos atención, registramos, sentimos. Llevamos la atención a la respiración. Nos movemos con la respiración. 

Y pasa una hora. Yo me muevo para la cámara. Indico cuando hay que respirar y cómo. hablo mientras me muevo. Todo el tiempo que hablo estoy exhalando. Entonces cuando digo: "inhalo", en realidad estoy exhalando. Voy al contrario de todo lo que indico. Pero en el video se ve divino. 

Termino agotada con una necesidad enorme de hacer mi práctica de yoga.

15/5/20

Pan Qi

mi cuarto pan de masa madre
va a salir bien
lo intuyo

me puse a practicar Qi gong:
en mis manos sentía
los movimientos del pan

13/5/20

Tapa boca

Me tapo la boca como puedo. No sé coser, no voy a aprender ahora. Me armo un tapaboca con un pañuelo de florecitas de ciruelo y unos ideogramas chinos que no sé qué significan. El pañuelo me lo trajo mi papá hace mucho tiempo de China cuando China era un lugar donde se hacían negocios y no "el lugar" de donde surgen los virus de pangolín. Como no uso pañuelos, en ese momento lo guardé en el fondo del cajón de las bombachas pero ahora que tengo que usar tapaboca se convirtió en un objeto importante.
Me miro un segundo al espejo y observo las florecitas tapándome la boca. Me pregunto si alguien se lo tomará a mal esto de taparme la boca con florecitas e ideogramas chinos. Parece un chiste. Podríamos pensar que al final los chinos nos pusieron la tapa a todos si no fuera porque primero se la pusieron ellos y no tiene gracia. 
Una vez en la calle sucede lo predecible: se me salta una gomita y se me desnuda la mitad de la cara. Siento el aire nuevo como si fuera la mano de un desconocido en algún lugar íntimo de mi cuerpo. ¡Oh no!
En realidad no me quiero tapar la boca. No quiero. Pero estoy en la calle, está todo el mundo con la boca tapada con sus tapabocas comprados por mercado libre o vaya uno a saber.
Entonces entro al chino con el pañuelo de florecitas arrugado, mal encajado entre los bordes de mi campera y al borde de la hipoxia veo: barbijos a $140. Hay tres colores: negro, blanco y rosa. 
Balbuceando le pido uno rosa para ponerle onda a la cosa.  
Y otra vez, la china me salva.

10/5/20

Canto védico + práctica meditativa




Este jueves 14 de mayo a las 18:15 estaré guiando junto a dos profes más una práctica meditativa GRATUITA a través del canto védico. Estas prácticas son gratuitas y se vienen dando todos los jueves via zoom por un grupo de profesores de la Tradición Krishnamacharya en la Argentina.
El sonido en sánscrito acarrea en su interior la vibración de los elementos que gobiernan nuestras energías llevándonos a una experiencia interior.
Si quieren participar me avisan y les pasó el ID y la contraseña para que se conecten al Zoom.
¡Gracias!

9/5/20

Neelakanta

Hay una leyenda hindú que cuenta que tanto dioses como demonios decidieron batir el océano cósmico para así obtener el amrta (el néctar de la inmortalidad). Lo hicieron con la ayuda de una montaña y una serpiente anudada a su base a modo de cuerda. Comenzaron a batir pero lo que salió del océano fue un veneno muy poderoso que podía matar a todas las criaturas. Nadie quería ese veneno pero Shiva movido por la compasión bebió todo ese veneno y lo retuvo en su garganta purificando nuevamente el océano. Por eso se lo conoce a Shiva también como Neelakanta (el que tiene la garganta azul por el veneno).
Al retener el veneno en su garganta Shiva no lo traga. El veneno no lo afecta y le da la capacidad de transformarlo. Shiva acepta el veneno, no lo niega y lo toma como una oportunidad para transformarlo.


7/5/20

Masagochi/cuarentena/marcha contra el comunismo

Mi amor por Masagochi me lleva a situaciones muy bizarras. Ahora que vino el frío y que el cuarto donde esta el escritorio es el más pequeño, por ende, el mejor caldeado, Masagochi está conmigo. Hoy voy a intentar hacer el cuarto pan de la cuarentena y para eso estoy intentando mejorar algunas cosas. Nunca lo hago igual, ergo, nunca sale igual. Voy aprendiendo de mis errores.
Me pasaron el canal de Youtube de un panadero español que te explica cómo hacer el mejor pan de masa madre. El panadero es un sol, con unas manazas preciosas (no puedo evitar mirarle las manos redondeadas y generosas que tiene) pero para hacer el pan tiene un montón de adminículos que yo no poseo. A saber: balanza, amasadora, rasqueta, una piedra para horno y un cuchillo para greñar el pan.
A falta de eso tengo un bowl blanco lindísimo que me traje una vez de Uruguay, una especie de paleta de plástico que me sirve las veces de rasqueta, un horno que anda como se le canta y ninguna balanza.
El panadero español empieza refrescando su masa madre y te explica cómo hacer para que Masagochi quede perfecta. Partiendo de una masa madre ya activa coloca en un frasco limpio 30 gramos de masa madre, 35 gramos de agua y 35 gramos de harina. Revuelve y deja reposar el frasco un par de horas, es decir, hasta que duplique su tamaño. Su Masagochi debe ser más potente que la mía porque mi Masagochi tarda un poco más que dos horas. Yo no tengo modo de realmente calcular los gramos de Masagochi. Averigüé que una cucharada sopera panzona son 30 gramos de harina. Pero la harina no es masa madre. Otra vez, a ojo.
 De todos modos, esta vez lo voy a hacer distinto. La autólisis, por ejemplo, la haré sin la masa madre, solo con la harina y el agua. Y en el momento de empezar a amasar le meteré la masa madre ya activada.
Como todo esto lleva un montón de horas podré pasar este jueves con mi mente ocupada en algo en vez de andar preocupada porque un montón de irresponsables con barbijo quieren romper la cuarentena con la consigna: "no queremos comunismo".
 

5/5/20

La vieja está en la cueva

Se puso fulero el otoño. Hasta ahora venía soleado o lluvioso. Pero el otoño con viento ya es otro cantar. Esa mezcla de frío, viento y lluvia da para quedarse en la cueva. Como ya estamos en una cueva (y muy confortable, debo admitir) me pongo a pensar en qué cosas solía hacer los martes en mi vida de antes. Por ejemplo, hubo martes del año pasado en los que con este mismo frío y lluvia me levantaba antes de las seis para estar a las siete y media de la mañana dando una clase de yoga en Martínez. En días como estos pienso que esas cosas eran surrealistas y no el hecho de estar encerrada ya más de cuarenta días adentro de mi casa.

4/5/20

Un adelantado

El doc venía todas las semanas. Jamás faltaba a su sesiones de zen shiatsu. Sus martes eran sagrados. Era "su" hora.
Vale la pena aclarar para quien no lo sabe: las sesiones de zen shiatsu se hacen sobre un futón (japonés) que contiene capas y capas de puro algodón natural. Los terapeutas de zen shiatsu trabajamos siempre a ras del piso, en contacto con el suelo, por eso, para proteger nuestras rodillas, si somos afortunados, lo hacemos sobre un futón. Usamos nuestro propio peso corporal para dar un masaje, nunca utilizamos la fuerza. De ahí que podamos dar varias sesiones sin cansarnos ni lastimarnos. Mi consultorio tenía (tiene) un futón hermoso de tres metros por dos metros y medio. Es decir, una habitación acolchada en casi su totalidad para el placer visual del que viniera a recibir su sesión. El futón era (es) rojo e invitaba (invita) a la relajación plena. Ya era (es) un terapeuta en sí mismo.
El doc venía siempre pero alguna vez tuvimos que suspender su sesión porque yo no me sentía bien y en eso siempre fui muy tajante: no doy (no daba) sesiones enferma.
-Me agarré una gripe -le decía- pero en unos días estaré bien.
Y él me corregía, más bien, me instruía:
-No, Florencia, no te agarraste una gripe, te agarraste algún virus, estarás con algún proceso viral que duran unos pocos días. Una gripe es otra cosa.
Un día, luego de su sesión, mientras lo acompañaba hasta la puerta de calle me dijo preocupado:
-Vos tendrías que vacunarte contra la gripe, sos como el personal de salud, como nosotros. Estás muy expuesta. Y no estaría mal tampoco que usaras barbijo.
Yo me reí con ganas.
-¿Barbijo, doc? ¿Cómo voy a dar sesiones de shiatsu con barbijo?
Le decía que no, que no hacía falta. Y menos aún vacunarme. No soy antivacunas pero la vacuna contra la gripe era para la gente mayor o gente con alguna complicación previa, gente que no era (es) yo. ¿Cómo iba a conectarme con mi receptor con un cacho de tela taponándome la cara. ¿Cómo iba a sentir su energía si el barbijo no me dejaba respirar? ¡Pero por favor!
Cuando empezó lo del Covid-19 primero no supe nada. ¿Qué era el Covid-19? ¿Una gripecita? ¿Se morían los ancianos? ¿Se morían los hipertensos? ¿Se morían los diabéticos? De pronto, supe. Era el fin. Miré el futón extendido en el suelo, rojo y mullido, pero esta vez sólo vi virus, bacterias, millones de microorganismos vivientes deslizándose entre las capas y capas de algodón como si de una montaña rusa se tratara. Lo enrollé con amargura y lo tapé con una sábana que me supo a mortaja.

Ahora que lo pienso el doc era un adelantado. Si vuelvo alguna vez a dar sesiones de zen shiatsu seguramente tendré que hacerlo con todas las medidas de seguridad necesarias (barbijo incluido) y también tendré que darme la vacuna de la gripe por las dudas.

Ni ganas de volver a tocar gente, che.

1/5/20

Feliz cumple, mi amor

Sepan que el amor en los tiempos del coronavirus es que un montón de familiares y amigos diversos entren a una reunión de zoom y te canten al unísono (algo imposible en esta plataforma) el "feliz cumpleaños". Un coro hilarante de voces lejanas que por el arte de internet se metieron en casa.
Grabamos la reunión a modo de documento histórico para aleccionar a las generaciones futuras de cuando hubo una pandemia y una cuarentena.