31/12/22

Amar la forma es amar los finales, dice Louise Glück

Todo lo sólido se desvanece en el aire, escribió Marshall Berman en un libro que recuerdo como uno de mis libros de cabecera a fin del siglo pasado. Mi vida se desintegraba y volvía a integrarse en un santiamén. La experiencia se volvía tan liviana como una canción digital. Pero desintegrarse también equivalía a renovarse. Siempre estaba ese plus, esa salida, ese resurgir del ave fénix.
Pasaron los años y pasaron cada vez más rápido. Hoy siento que es algo sorprendente haber vivido el final del siglo XX, el comienzo del siglo XXI con estos años que tengo, esta juventud "madura" por así decirlo. Me lleva a sentir que algo comprendo, que está bien que no comprenda todo, que la experiencia es personal pero que el sueño es colectivo.
¿Qué puedo decir de este año? Que a veces se sintió como una canción en random, a veces parecía que el disco saltaba, hubo algunos silencios y a veces aparecía un tema de esos que no parás de tararear.
También hubo muchas primeras veces luego de la pandemia. Primera vez de ir al cine, de ir al teatro, de caminar la ciudad de punta a punta, de dar muchísimas clases presenciales, de besar en la mejilla, abrazar, sentir los cuerpos de los otros. Primera vez de ir a comer afuera a un lugar cerrado, de ir al CCK, de escuchar un recital en vivo, de que alguien se case, de que alguien se separe, de volver a dar incontables sesiones de shiatsu en mi consultorio, de tomar mate compartido con otro ser humano, de intercambiar con mis compas de shiatsu, de tomar nuevos seminarios, de descubrir la piel.
Todo sigue girando para nosotros. Todo sigue su curso y aún así todo esto se desvanecerá en el aire. Brindo por todos los que tenemos un cuerpo sintiente. Brindo por la maravilla de sentir.
¡Feliz año nuevo, amigos!
Feliz año nuevo.

15/12/22

Terrestre

El chico de las verduras acomoda las papas en una bolsa de plástico. 

-No, no, ¿por qué?... Si te di una bolsa de tela.. ¡No me des bolsas de plástico!

-Sí, pasa que las papas ensucian tu bolsa. 

-No pasa nada, si está para que se ensucie. Después se lava. O no... ¡no importa! ¡Es tierra!

-Bueno, la podés usar para el tachito del baño. 

-Vos no te preocupes por mi tachito del baño, está perfectamente. 

-Pasa que acá hay mujeres que no les gusta, se vuelven locas si les mancho la bolsa o el changuito. 

-Ahí vos les tenés que decir que es por el planeta. 

-No, no les gusta. No sabés el quilombo que me hacen. 

-Bueno, vos les decís que no hay que usar plásticos de un sólo uso. Que si quieren que siga existiendo la vida en este planeta que se acostumbren a tener un poco de tierra en sus bolsas de la compra. Que la tierra hace bien a la microbiota intestinal. Deciles eso.  

Me mira como si yo fuera un extraterrestre pero nunca fui más terrestre que en este momento. Los que no quieren tierra en sus bolsas son los extraterrestres. No yo. 

13/12/22

Gender

 Hablaba sin parar por su celular con el dispositivo entre las tetas. Tenía el pelo suelto, renegrido, cepillado con esmero. Estaba maquillada con mucha dedicación: labios de un color brillante que resaltaba la forma de su boca y los ojos bien delineados. Su cara era bonita pero de rasgos fuertes. La voz de su amiga salía por el dispositivo y se mezclaba con el run run del motor del bondi. Hablaban fuerte sobre un turno que iba a sacar en el hospital, que iban a ser dos meses de espera, algo que le había dicho el cirujano y no sé que más. 

El colectivo dobló y nos bajamos en la misma parada. Una señora que bajó junto con nosotras me tocó el hombro y señalándola me dijo:

-Es un hombre, ¿no?

-No, señora, es una chica trans. 

2/12/22

Genocidiar grillos topo

Hace años que mi jardín no recibía veneno de ningún tipo. Si había cochinilla, venían las hormigas y se ocupaban. Si había pulgones, venían los pájaros y se los comían. Pero con los grillos-topo no hubo depredador natural que alcance. Ellos ganaron por lejos. Se fueron comiendo la grama y los yuyos ganaron espacio. El jardín se convirtió en un restaurante abierto las 24 horas. Mi gata cazaba de vez en cuando alguno pero se ve que eran muchos. Esta primavera descubrimos que el jardín era un concierto de grillos-topo. Se los escuchaba cantar debajo de la tierra. Yo me los imaginaba cavando, cantando, comiendo y divirtiéndose a lo loco. 
Como estoy decidida a volver a tener un jardín "disciplinado" averigüé qué se podía hacer para volver a recuperar el pasto. Algunos de los que me conocen ya saben la historia de por qué no quise poner grama bahiana y me quedé con el gramillón argentino. Eso fue hace 15 años. A lo largo de estos años el gramillón le dio paso a otros pastos que trajeron los pájaros. A mi esa mezcla me encantó desde siempre. También permitió que creciera el diente de león que yo voy cosechando para mis infusiones de pseudo brujita. A veces aparecen frutillitas salvajes, dichondra y otras maravillas que no soy capaz de nombrar. 
Finalmente me recomendaron un polvo mata grillo-topo que es tolerable para las aves pero que no es recomendable tirar cerca del agua. O sea, ES tóxico. No es tan tóxico pero me tengo que poner guantes de goma y barbijo. No es tan tóxico pero no debo dejar salir al gato. En fin. Compré el polvo y esperé a que hubiera un pronóstico de lluvia. Entre otras cosas, es muy importante regar o que la propia lluvia disuelva los gránulos y que la tierra los absorba de modo que llegue hasta donde están los grillos-topo. El miércoles parecía que se iba a caer el mundo así que me enfundé en mi traje de genocida. Pantalones largos, botas, guantes, barbijo, lentes. Espolvoreé el jardín con los gránulos de la muerte y luego con la manguera fui regando despacito para que la tierra los fuera absorbiendo. Cayeron cuatro gotas locas y los grillos-topo seguían cantando como si nada. La gata quedó encerrada adentro y yo me dispuse a esperar. El jueves a la madrugada llovió muchísimo. Me desperté con el ruido del agua golpeando la persiana. Pensé un segundo en los grillos-topo cavando, comiendo, cantando...muriendo. Luego volví a dormirme.
Por la mañana salí al jardín. El verde era incandescente, las plantas respiraban, los pájaros cantaban  pero debajo de la tierra había un silencio de muerte y a mi me dio tristeza. Las incongruencias de una misma.