28/4/22

Lolo y el shiatsu

Lolo (7) luego de descubrir lo que es una sesión de shiatsu:
-Si le hacés este masaje al abuelo, vive para siempre, ¿no?

18/4/22

Un pequeño gesto recupera el enlace

Un pequeño gesto recupera el enlace. Pasar al acto, dar el primer paso y que algo se abra. Como en las sesiones de shiatsu pero en la vida (si el otro quiere, claro).
En ese acto -que puede ser un simple abrazo- se abre una posibilidad. Por eso es importante quedarse. No irse rápido. Esperar. En ese esperar puede pasar que el pétalo caiga por la fuerza de la gravedad.
Hay belleza en ese acto. Entonces ahí radica su importancia. No en el efecto. Por eso: no tiempo. La posibilidad abre el tiempo. Lo demás es probable que ya no importe.

14/4/22

Palermo Soho

Ayer por esas cosas de la agenda terminé caminando por las callecitas de Palermo Soho. Hace treinta años la calle Jorge Luis Borges se llamaba Serrano y yo solía ensayar en una casa ubicada en esa calle todos los miércoles a la noche.
El barrio actualmente es otro planeta. A medida que me alejaba de Santa Fé, me inundó una mezcla de aromas a perfume importado, ropa blanca, colores de alta gama y mucho ocio. Era tan fuerte ese olor que terminé embriagándome de esas luces, los cuerpos apolíneos, las caras perfectamente delineadas. Cuerpos bien alimentados, bien nutridos, sudando el fitness y la abundancia de cada día.
Estaba hambrienta así que me senté en un barcito que tenía mesitas afuera. La carta de tés era una explosión de sabores acompañado de tortas varias.
En un segundo se apeó un transeúnte a mi mesa. Era un muchacho joven, pálido, alto, delgado y bien vestido. Se me puso delante de la mesa y desplegó un cartel que decía: "Quiero abrir un bar de birras en Buenos Aires".
Me quedé perpleja sin saber muy bien qué decir.
-¡Suerte!- le dije.
-Te puedo pasar un cbu, con lo que puedas ayudar va a estar bien -me contestó sin que se le mueva un pelo.
Pensé: hasta la forma de pedir es distinta en estas calles. ¡Un CBU!
No tuvo mucho éxito. Nadie le pidió el cbu ni le dieron efectivo. Se marchó tranquilo sin pestañear.
A los cinco minutos apareció otro muchacho, petiso, de piel morena, un cuerpo redondeado a base de harinas blancas y azúcar, el combustible de los que menos tienen.
En menos de diez segundos aparecieron tres policías de la ciudad: dos hombres y una mujer. Rodearon al muchacho como si fuera un delincuente.
-No se puede vender acá, negro.
Le requisaron todo.
-¿Tenés algo que te comprometa?
Le pidieron que se levante la remera para ver si "iba calzado".
-La próxima vez que te vea por acá te vas en bolas. No te quiero ver más por acá.
En un segundo se me fue la embriaguez. Me embargó el miedo. El té y la torta me dieron náuseas. Solo me quería ir. Quería huir de esas calles de plástico. Yo sé que hay gente que frente a estas cosas se indigna, protesta, defiende... o... aplaude.
Yo tuve miedo y vergüenza de estar sentada en esa mesa. El contraste fue apabullante.

12/4/22

Control y privilegios del día

No me gusta saltearme el desayuno. Pero hoy me tenía que despertar muy temprano y ayunar.
Me vestí de persona y salí con el frío de la mañana pegándome en la cara. Caminé las cuadras que me separan del colectivo junto a otras personas. Los adolescentes yendo al colegio, los adultos yendo a trabajar. Todos muy ordenaditos: el colectivo con su ruta programada, nosotros con nuestras tarjetas SUBE, zapatos en los pies, abrigos que nos protegen, carteras, mochilas, celulares y una agenda que cumplir durante el día. Durante el viaje traté de leer un libro pero me era imposible concentrarme.
Llegué a mi lugar de destino. Empecé a caminar por la avenida y me encontré con varios pies descalzos, un señor fumando, sentado junto a una bolsa de consorcio, otro hombre caminaba con unas zapatillas hechas jirones y balbuceaba algo con la mirada perdida. Personas con el estómago vacío, con un ayuno impuesto por la carencia, sin agenda del día, sólo las horas para deambular por esas calles fantasmagóricas de una ciudad que se olvidó de amar.
Llegué al Hospital Alemán y la luz de afuera había cambiado. Pero la luz de los hospitales siempre es la misma. Blanca, fría, precisa y dogmática. Me tocaba ir al subsuelo. Había bastante cola pero iba rápido. Un hombre estaba muy enojado porque no iba lo suficientemente rápido, protestaba, era como si una radio saliera de su boca.
Me hice el estudio. Quince minutos de inspección de mis partes blandas. Un poco de gel y un hombre joven de bata blanca inspeccionaba mis órganos internos. Respirá, retené el aire, no respires. Respirá... Detrás del barbijo y los lentes sentía mi energía marchitarse. Quince minutos de respirar raro para que ese hombre de la bata blanca simplemente corrobore lo que ya sabíamos: está todo bien.
Salí, me quité el barbijo, me sacudí la bruma blanca del Hospital. Un café con leche y sentarse a leer a Patti Smith son mis privilegios de este día.
No me vengan a buscar.

11/4/22

Comunidad

Amo la lluvia pero más cuando estoy guarecida arriba de un bondi. No sé explicarlo bien. Siento una sensación de comunidad, todos en la misma. Afuera el cielo se cae. Adentro estamos todos sequitos y en movimiento. Magia.

7/4/22

Chejfec

Se murió Sergio, pienso. Se murió S.
No sé quien fue realmente Sergio Chejfec. Yo no lo conocí en persona. Sé, por ejemplo, que vivió muchos años en Venezuela. Que luego se estableció en Nueva York y que venía a la Argentina y daba clases en la Untref. Era alguien de carne y hueso. Un escritor.
Pero para mi Chejfec fue un nombre que escuché entre tantos nombres de escritores en la carrera de Letras, ya casi al final, en un seminario de licenciatura donde analizábamos los procedimientos técnicos de la novela. Y yo vine a elegir "Los Planetas" de Chejfec que básicamente lo que hacía era dinamitar los procedimientos técnicos de la novela tradicional.
No me voy a olvidar de un verano tortuoso en Buenos Aires leyendo y releyendo esa novela, subrayando, escribiendo, pensando.
Fui a buscar el texto que escribí hace ya casi veinte años y encontré esta cita que me parece fenomenal, tan actual, tan lúcida: "Cuando la naturaleza es tan oscura que resulta imposible alcanzar la verdad, es mejor crear una organización eficiente, aunque ilusoria, que nos permita representarla como si fuera real".
Eso fue para mi la literatura durante muchísimos años. Una organización eficiente que me permitía representar lo real. Porque al final de cuentas, todas las historias personales se entrelazan con "los pájaros oscuros de la Historia".
Gracias Sergio, gracias Chejfec.
Qué pena que te hayas muerto tan joven.
Voy a buscar tus otros libros.