Por la noche vientito fresco y estrellas en la bóveda porteña. Ninguna actividad salvo tomar ese colectivo como a los 18 años y mirar por la ventanilla. Bajarse en Plaza Italia y caminar despacio hacia los lagos, sintiendo como las sandalias hacen cruje-cruje y la noche sigue liviana. La voz de La Negra se escucha desde mucho antes de llegar. El lago está tranquilo, levemente rizado. Las canciones me hacen sentir en otro siglo. La Negra desentierra canciones y desentierra los años. Lustrosas, con olor a humus.
A las once la fiesta musical termina. El lago sigue rizado, guarda el secreto de los miles que corearon con Mercedes que la cigarra canta al sol.
lunes, 20 de febrero de 2006
viernes, 3 de febrero de 2006
Febrero es
Conde dijo, no hace mucho, que le gustaba febrero porque era el mes en el cual cumplía años. Perfecta definición, creo yo, porque, yo también cumplo años en febrero y entiendo de qué habla. Debido a este hecho -que se repite todos los años- recién hoy caigo en la cuenta de que tengo fotografiados todos los febreros desde que nací. Varias de las fotos muestran distintas vacaciones -¿siempre estás afuera para tus cumpleaños?-, donde desfilan distintas playas y sures alternadamente. Pero la mayoría de las fotos, en realidad, muestran la casa de Olivos más verde que nunca, mis amigos con distintos cortes de pelo y ropa, distintas tortas -desde una lemon pie hasta la clásica marmolada de la abuela Ester-, los distintos perros que habitaron la casa, trajes de baño -¡claro!, estamos en verano, ¿qué pensaban?, las guitarreadas con mi mamá, el olor del asadito, el famoso horno de barro, la ausencia de los amigos que no están, las llamadas internacionales de los que viven afuera y de los que están de vacaciones.
Tardes y noches de febrero fotografiadas año tras año y que luego son archivadas en cajones desbordantes de otras fotos de meses menos interesantes.
Tardes y noches de febrero fotografiadas año tras año y que luego son archivadas en cajones desbordantes de otras fotos de meses menos interesantes.
jueves, 2 de febrero de 2006
Potlagt
Mi amigo Marcos me dice en un mensaje de chat que soy como los hobbits. ¿Por qué? Pues porque sólo a los hobbits se les ocurre hacer regalitos a otros en sus propios cumpleaños.
Luego me cuenta qué es eso del potlagt.
El potlagt era una costumbre que los nativos de Alaska tenían antes de la llegada de los europeos. Parece ser que consistía en grandes festines que realizaban los jefes de las diferentes tribus. El status del anfitrión se medía a partir de los regalos que entregaba a sus invitados. Si en una fiesta un invitado recibía gran cantidad de regalos costosos eso significaba que estaba reconociendo la superioridad de quien los regalaba.
Curiosa costumbre la del potlagt.
Luego me cuenta qué es eso del potlagt.
El potlagt era una costumbre que los nativos de Alaska tenían antes de la llegada de los europeos. Parece ser que consistía en grandes festines que realizaban los jefes de las diferentes tribus. El status del anfitrión se medía a partir de los regalos que entregaba a sus invitados. Si en una fiesta un invitado recibía gran cantidad de regalos costosos eso significaba que estaba reconociendo la superioridad de quien los regalaba.
Curiosa costumbre la del potlagt.
miércoles, 1 de febrero de 2006
9100 kilómetros: Monte León, Ushuaia, Sur de Chile
Abro el cuaderno que me llevé para escribir lo que viviríamos en este mes de enero pero no encuentro allí lo que quiero escribir. Ese cuaderno relata algunos hechos de manera fehaciente, calculada, con adjetivos rápidos y poco exactos. No quiero hablar de actos, lugares, rutas, números. Son 9100 kilómetros en este enero largo. Y dos pajaritos que matamos en la ruta. Y dos mulitas que encontramos a un costado del camino. Y varios ñanducitos con sus madres.
Cierro el cuaderno y noto que sus tapas están maltratadas por el sol, el agua, el aire de montaña. Noto que allí, en minúsculas capas de polvo se encuentran los caminos caminados con mochila al hombro (y en esa mochila iba este cuaderno). Allí están las Torres del Paine, las verdaderas. Quizás haya un átomo de esas murallas lisas, silenciosas, eternas. Y también algo de sal del estrecho de Magallanes, algunas algas del canal de Beagle, escarcha y hielo de los campos de hielo de la Carretera Austral, polvo del glaciar Perito Moreno.
Fugaces nos íbamos moviendo, rizomáticos, clavándonos en un sitio para ya desclavarnos y partir. Trazamos nuestros propios mapas, había que ser originales para huir de las hordas de extranjeros y argentinos. Nuestro itinerario se iba volviendo absurdo y caótico como un río salido de su cauce.
Rumbo a Ushuaia: acampando en Monte LeónHola, amigo, ¿estás solo?por fin cruzando el Canal de Beagle
¡Llegamos a Ushuaia para el cumple de Mariana!Ushuaia: panorámica de la ciudad
¡Llegamos a Ushuaia para el cumple de Mariana!Ushuaia: panorámica de la ciudad
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