viernes, 21 de enero de 2011

Pilas

En casa de mis padres, tomando un mate con ellos antes de irme a Mardel.

-Pa, ¿no tendrás una de esas pilas triple A?
-Sí, creo que tenemos, las compramos para los controles de los aires acondicionados.
-¿Te sobra alguna?
-Sí, queda alguna.
-¿Me darías una para mi mp3?
-Sí, claro.
-¿Seguro que no la vas a usar?
-No, no, mis pilas son tus pilas. Podemos compartir las pilas con vos.

Me mata su ternura.

miércoles, 19 de enero de 2011

Maru Kogan

El sinsentido de la muerte de Maru Kogan. Era joven. Era hermosa. Era buena. Leo los últimos mails que nos escribimos, las conversaciones por chat, algo de unos exámenes, mudanzas y, por sobre todo, escribir. Le gustaba escribir literatura autoreferencial y, a veces, se sentía menos por eso. Es un enorme sinsentido esto. Leo su twitter en donde dice algo sobre sus plantas, si alguien se las puede regar cuando sus plantitas la sobrevivan. Y me largo a llorar. Y me digo, no puedo estar tan triste por alguien que sólo vi una vez en mi vida. Pero qué va, los lazos de escritura a veces son más fuertes.

miércoles, 12 de enero de 2011

Nunca para la muerte

Busco en la librería un texto bello. Encuentro la edición facsimilar del diario de Frida Khalo. Me acuerdo de este diario. Me siento en una de esas sillas enormes de la librería. Paso lentamente las hojas del libro. Miro sus dibujos. Su ser en colores.
Pienso, Frida sufrió tanto en su vida. Eso es sufrir. Que se te clave un caño en un accidente de ómnibus y te atreviese el cuerpo. Y quedar viva. Y aún así usar el cuerpo para la vida. No para la muerte. Nunca para la muerte.

lunes, 10 de enero de 2011

Sin mar aún

Enero trae trabajo y yo sólo quiero irme al mar. Tengo saudades de la playa y unos tambores que nunca toqué pero que los siento tan adentro de la sangre como el brebaje que ahora estoy tomando. Tengo saudades de la sal ardiendo en la piel, las algas pegadas al pelo mojado, la arena caliente en la planta de los pies, la libertad de ver el horizonte sin que nada lo detenga. Qué suerte que no se puede construir en el océano.
Escucho The Chieftains. Es adecuado para que la lluvia caiga de una buena vez sobre nuestras cabezas.