miércoles, 26 de octubre de 2011

Hanuman

Hoy en la clase de yoga fuimos pájaros. Los brazos como alas se plegaban y desplegaban con el ritmo de la respiración. El pecho se abrió, las dorsales se relajaron, los hombros volvieron a la calma habitual. Luego, practicamos Hanumanasana. "Y ahora daremos grandes saltos", dijo la profesora, "Como Hanuman, el poderoso jefe mono".
Hanuman era hijo de Vayu, Dios del viento. Hanuman emprendió la búsqueda de Sita, la mujer de Rama y dando saltos cruzó el mar atravesándolo. Encontró a Sita que se encontraba bajo el poder de Ravana, el rey demonio de Lanka. Rama, tras una feroz batalla, mató a Ravana y rescató a Sita pero durante la batalla Laksmana, el hermano de Rama, resultó herido por una flecha. Su única cura era aplicarle unas hierbas que sólo se encuentran en los Himalayas. De un salto, Hanuman cruzó el mar, alcanzó los Himalayas y trajo consigo de vuelta la planta sanadora con la que salvó la vida de Laksmana.
El asana que practicamos hoy está dedicada a Hanuman y conmemora sus fabulosos saltos.
Así que hoy fuimos pájaros y monos.

Y después...

Ayer, en el medio del dolor -una punta de aguja en el lado izquierdo del ojo y en el occípito-. Sabía que no me estaba muriendo. Simplemente era un tumor energético. Mi madera pujando por salir. Intentando brotar en una tierra quemada y seca. Basta. Basta. A ver si me doy con golpecitos acá. Y de una buena vez la energía corre. Como el río que suelta su agua y recorre las piedras, las empuja, abraza, envuelve. Yo quiero correr así, envolver las piedras, avanzar. Qué me importan a mí las piedras si ahora soy el agua que corre y empujo todo con mi fuerza brava. Que me importan a mí los valles si yo quiero ir hacia abajo, a lo profundo. Y a veces me toca ser piedra y ser terca e inmóvil para ser empujada. Y a veces me toca ser valle y me quedo, me quedo, me quedo aquí, con ustedes, los abrazo en mi tierra fértil y los toco, los acaricio, les digo cosas. Pero entonces, el agua me envuelve, me avisa que la nube está cerca, me avisa que el valle no es eterno, que todo puede ser una simple ilusión.

Exclamación

¡Qué día bello!
¡Qué cielo increíblemente azul!
¡Hoy sí!
¡Hoy sí!
Hoy sí no me lamento de nada de lo que hice.
Hoy sí abrazo todas las razones que me llevaron aquí.
¡Qué día bello!
¡Y qué cielo!

martes, 25 de octubre de 2011

catarata de agua

Hoy mientras las lágrimas acudían a mis ojos en un lugar demasiado público de esta ciudad, una anciana con todos los años en la cara y unos ojos como brasas encendidas me dijo: "nena, hay que seguir". Así de simple. Y yo suspiré y le agradecí la atención, la palabra, el gesto. A veces un ser humano te salva. A veces sólo basta con decir lo que duele y el síntoma desaparece.

sábado, 22 de octubre de 2011

Relojito

El relojero es todo un personaje. Un señor bajito, medio peladito, muy simpático que habla hasta por los codos. Sostiene mi reloj pulsera con sus manos enormes y lo mira y remira hasta que me dice:
-¿Ya les cambiaste la pila alguna vez?
-Creo que no.
-Ah, porque acá la tapa está forzada ¿ves?
A mí me importa poco si la tapa está forzada o no. Sólo quiero que le cambie la pila rápido porque tengo que tomarme el subte e ir a dar una clase de semiótica. Pero el relojero no se inmuta y se toma todo el tiempo del mundo en abrir el reloj que está emperrado en permanecer cerrado como una nuez. Tengo un poco de miedo por mi pobre relojito. El relojero está exaltado y busca una serie de adminículos para abrirle la tapa al reloj.
Finalmente lo abre pero hete aquí que la tarea no ha terminado. Busca una pila pero nota que no encaja. Luego busca otra. Pero tampoco encaja. Luego del cuarto intento encuentra la pila correpondiente. Es minúscula. La coloca, cierra la tapa y me pregunta:
-No tiene segundero, ¿no?
-Y... no.
-Tampoco hace ruidito.
-No.
-Hay que esperar a ver si se mueve.
Entonces esperamos a que el relojito se mueva. Yo ya sé que llegaré tarde. Indefectiblemente. Pero lo importante es que sabré exactamente cuantos minutos tarde llegaré.

jueves, 20 de octubre de 2011

La vacuidad del tiempo

Hoy hace un año me daban el título de terapeuta de shiatsu.
A veces siento que pasaron siglos.
y otras... que pasaron minutos.

sábado, 15 de octubre de 2011

Feo y hermoso

Sábado a la tarde. Hablando con Nico y Jochu (10), la hermanita menor de Nico, que ha venido de visita.

Yo-Che, en un rato tengo que ir a ver a mi perro.
Jochu-¿Tenés un perro?
Yo-Sí, bueno, era mi perro, en realidad vive en la casa de mis padres y como ellos ahora no están tengo que ir a darle de comer, sacarlo para que haga pis, etc.
Nico-Es un perro muy feo.
Yo- Basta, no es feo.
Nico-Es feo, Flor, y además chiquito.
Yo-Bueno, sí, es feo, chiquito y tuerto. Pero también es hermoso.
Nico-Eso es porque lo querés mucho.
Jochu-¿Cómo un perro puede ser feo y hermoso a la vez?
Yo-Es lo que te pasa cuando querés mucho a alguien.




miércoles, 12 de octubre de 2011

¡Qué viva la América!

Tú,
no puedes comprar mi vida.



Soy lo que me enseñó mi padre
el que no quiere a su patria
no quiere a su madre.

Soy América Latina
un pueblo sin piernas
pero que camina.

Signo

Hablábamos de hacer una limpieza mental. De un espacio necesario pero que no sea natural para la limpieza sígnica. Me pregunto qué tiene de natural el lenguaje. Nada. ¿Quién dijo la primera palabra? La primera representación mental de algo que no está ahí. Cuando se los digo a mis alumnos no comprenden. Creen que el objeto está guardado en el signo. Y no lo está. El signo es liviano y volátil. Porque la realidad no está en el signo. Y si nos atenemos a la física cuántica y al problema de la mensuración que explican en el video de más abajo, la realidad la creamos nosotros mediante las conexiones. Y no existen locaciones. Sólo existen relaciones. Y por eso es tan extraño. Y por eso no importa donde estés, en qué espacio del mundo, si moriste o si estás vivo. Lo curioso es que formes parte de mí tanto como yo formo parte de vos.

martes, 11 de octubre de 2011

Mambo y bailar

El mantra: "es tu mambo no es el mío" nació de una charla con Mademoiselle Laurita. Pero a raíz de esa conversación y otras más que tuve esta semana surgió su opuesto que aplica muy bien para algunas situaciones como el de "es mi mambo, no es el tuyo".

De todos modos, lo mejor del mambo es cuando se lo baila, me parece.

domingo, 9 de octubre de 2011

Bailar


Hay que bailar
con la lluvia en el cielo
y la gravedad de la tierra.
Hay que bailar
con la misma certeza de una palabra cuando se dice
y la caída en el viento
que es grito,
canto
y silencio.

Reportaje a Wim Wenders sobre su film "Pina"


-¿Por qué confió Pina Bausch en usted para hacer esta película?

-Lo hizo, y nunca le pregunté por qué. La confianza es algo que escapa a la razón. Podríamos decir que Pina confiaba en su mirada por encima de todo. Poseía el don de la observación, tenía una paciencia y una certeza que yo nunca he conocido en nadie más. Cuando te miraba, realmente te sentías escrutado, pero no de forma inquisitiva sino de manera muy cariñosa.

-¿Cómo se enfrentaron a la pérdida de Pina tanto usted como sus bailarines?

-Haciendo la película juntos. Ninguno de nosotros había podido despedirse o darle las gracias. Pina había desaparecido de sopetón de nuestras vidas. Algunos de esos bailarines habían pasado toda su vida profesional con ella. La película nos dio a todos una oportunidad de hacer las paces con su muerte. Pina siempre pensó que el baile era su única arma para luchar contra las injusticias, el dolor y, por supuesto, la muerte misma.

-¿Cómo cambió su visión de la película tras su muerte?

-Mi primera reacción fue cancelar la película. Después de todo, Pina y yo habíamos soñado con el filme juntos durante más de 20 años. Me parecía imposible continuar sin ella. Pero semanas más tarde sus bailarines me convencieron de que era una decisión equivocada, de que era importante hacerla.

-¿Cuál fue su enfoque a la hora de trabajar con ellos?

-La regla básica era que yo les hacía preguntas y que ellos no podían contestar con palabras, solo con movimientos y gestos, con el idioma de sus cuerpos. Pina siempre les había enseñado que fueran muy honestos y personales con ese lenguaje. No quería ver en él ningún papel, ninguna respuesta prefabricada. Deseaba que los bailarines contestaran con el corazón, que estuvieran dispuestos a revelar su yo más interno.

-La película no ofrece ningún dato biográfico de Pina. ¿Por qué decidió centrarse exclusivamente en la danza?

-Cuando Pina y yo empezamos a pensar en una película, ella dejó claras dos reglas desde el principio. La primera, nada de biografías. Pina deseaba que fuera una película acerca de su trabajo en la danza, no acerca de su vida. La segunda, ninguna entrevista con ella. Pina no quería hablar sobre su arte. Cuando lo hacía, era obvio que sentía como si traicionara la esencia de su trabajo. Pina lo dijo todo en el idioma que dominó como nadie antes que ella: el idioma de nuestros cuerpos.

-La película no hace concesiones. Ninguno de los bailes es identificado, y usted no se preocupa por contextualizar el trabajo de Bausch. ¿Por qué?

-Porque Pina era radical. Su enfoque era radical. Puso el baile del revés, o más bien lo enderezó, vio que se había convertido en un mero ejercicio estético con atletas idealizados y lo devolvió a la humanidad común. Ella misma lo dijo en pocas palabras: "No me interesa cómo mis bailarines se mueven. Me interesa lo que los hace moverse". Ella siempre quiso que su arte se explicara por sí mismo.

-¿Qué significó Pina Bausch para usted? ¿De qué manera transformó su visión del mundo?

-Es difícil decirlo, pero tengo que reconocer que su trabajo tuvo mucho impacto en mí. Dos años después de conocerla rodé El cielo sobre Berlín (1987), que es sin duda mi película más coreográfica. No la habría hecho de no haberme encontrado con Pina.

-¿Qué similitudes comparte usted con Pina Bausch como artista? ¿Se acerca usted al cine de la misma manera que ella tenía de acercarse a la danza?

-Tanto Pina como yo crecimos en la Alemania de posguerra. Pina nació durante la guerra, yo justo después, a solo 20 millas de distancia. Creo que ese bagaje nos formó a los dos. Además, ambos tomamos nuestros respectivos artes y los reinventamos. Mis películas son personales de manera similar a las piezas de Pina. Y ambos compartimos la misma pasión por la música.

-En Pina, usted logra una intimidad que es imposible conseguir en un espectáculo de danza en vivo. ¿En qué medida cree que el 3D era necesario para hacer esta película?

-La presencia total de los bailarines es algo que nunca se había visto en una película hasta ahora, y eso es gracias al 3D. La nueva tecnología proporciona espacio y profundidad y, más asombrosamente, volumen a los cuerpos. De repente los bailarines ya no son planos, sino redondos y voluptuosos.

-¿Qué desafíos afrontó a la hora de usar la nueva tecnología?

-Tuve que aprenderlo todo por mi cuenta. No había una experiencia previa en la que poder inspirarse. Cuando empezamos, todavía era tan solo un rumor. Tuvimos que aprender a mover las cámaras de forma distinta, a utilizar las lentes de forma distinta, a montar de forma distinta. Nada fue como lo había hecho antes. Entré en un área completamente blanca en el mapa de cine.

Este reportaje lo saqué de acá.

viernes, 7 de octubre de 2011

-¿Por qué desea hacer yoga?
-Pienso que podrá ayudarme a construir mi vida y hacerme avanzar en mi trabajo.
-¿Cuál es su trabajo?
-Bailarín.
-La danza es un don de los dioses. Shiva Nataraja es el señor de la danza. Es un arte difícil. ¿Cuál es su baile?
Balbuceo algunas explicaciones incómodas. En el fondo, no sé cuál es mi baile.
-Supongo - me dice- que tiene un entrenamiento cotidiano.
-Sí, claro.
-¡Muéstreme!
Veo un balcón de madera que rodea una terraza cubierta en la que estamos sentados.
-Hacemos barra todo los días.
-Muy bien. ¡adelante!
Respiro profundamente, con más nervios que durante una premiêre y me ubico frente a él tomándome del balcón. El suelo era, cosa rara en la India, de madera natural, pulido pero no resbaloso y me pemitía un trabajo simple y cuidado.
Al cabo de cuarenta minutos, ni su cuerpo ni su mirada se habían movido. Le digo, cubierto de transpiración:
-Esto es lo que llamamos "barra".
Un largo silencio y luego:
-¿Y por qué quiere hacer yoga? Si su mente es libre y su cuerpo recto pero sin tensión, si deja al ejercicio dirigirlo y no a la inversa, si no desea del ejercicio más que la belleza y la verdad, usted tiene su yoga. ¡No busque en otras partes! Haga entonces lo que llama su "barra" por la belleza de la barra, sin pensar en la idea de progreso, pues sólo se progresa abandonando la idea de progreso.

Maurice Béjart, Cartas a un joven bailarín

jueves, 6 de octubre de 2011

Pondré mi espanto lejos

Pondré mi espanto lejos/
debajo del pasado/
que arde
callado como el sol/


Juan Gelman, Dibaxu

El tiempo cambia a la gente. Y cambia la perspectiva de las cosas. Pero hay lugares por los que pasamos y a los que por alguna razón volvemos sin necesidad. Como si tuviéramos miedo a no reconocernos sin ese instante de ira o de extremada tristeza. Como si tuviéramos miedo de abandonar un lugar que nos identificó durante mucho tiempo. 

Hoy quisiera poner mi espanto lejos. Pero no debajo del pasado. No debajo de mí. No debajo de otros. Tan sólo lejos. ¿Por qué? Porque no hay razón para que se quede conmigo hoy.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Kureishi


Llegué tarde a Hanif Kureishi. Lo leí cuando todos ya lo habían leído. Me sorprendió aunque me esperaba algo diferente. Pero no me decepcionó. Disfruté mucho de El buda de los suburbios. Kureishi nació en Inglaterra aunque es de origen paquistaní. Su personaje Karim también es inglés, nacido en una Inglaterra blanca aunque lleva los rasgos indios de su padre Aroon. Crece en los suburbios aunque anhela el vértigo de una Londres excéntrica y estereotipada. Porque hasta los excéntricos, dentro de su excentricidad, tienen sus estereotipos.
El libro me hizo reir mucho. Es una gran novela con todos sus condimentos. Los personajes son endiabladamente queribles por lo humanos. Incluso la ciudad de Londres y Nueva York son personajes también.

lunes, 3 de octubre de 2011

Los sonidos de octubre

Siempre octubre me llamó la atención.
Por sus revoluciones: históricas y personales.
Pero amo a octubre.
Tiene olor a tormenta buena.
Y este sonido:



Estudando o samba, Tom Ze.
Disfruten.