Sem folha nao tem nada.
Me voy al bosque
a descansar la vista del sol
me voy a un cielo verde y oscuro
a desvestir la sombra que crece en mi.
lunes, 28 de enero de 2013
sábado, 26 de enero de 2013
Una foto
Me encontré con esta foto hace un tiempo y me la guardé. Tengo 12 años recién cumplidos pero la sonrisa es la misma que tengo ahora.
Me gusta mucho esta foto. Está tomada en el sur, en el lago Huechulafken.
Es un hermoso lago. Volví a ir varias veces. Amo profundamente ese lugar y cada vez que he ido me sentí inmensamente en conexión con la vida.
Esta es una hermosa foto.
Hay algo en la esencia de esta foto que siempre me recuerda quien soy a pesar de haber crecido.
Por supuesto, fue tomada en febrero.
Me gusta mucho esta foto. Está tomada en el sur, en el lago Huechulafken.
Es un hermoso lago. Volví a ir varias veces. Amo profundamente ese lugar y cada vez que he ido me sentí inmensamente en conexión con la vida.
Esta es una hermosa foto.
Hay algo en la esencia de esta foto que siempre me recuerda quien soy a pesar de haber crecido.
Por supuesto, fue tomada en febrero.
viernes, 25 de enero de 2013
Tiempo de maduración
La primer escultura es del genio de
Giambologna. Se llama "Fiorenza" y es una fémina de pelo largo, delicada. Está en el Museo Nacional del Bargello. La que le sigue
también es de Giambologna pero acá la vemos a Fiorenza
más crecidita y reventándole la cabeza a la ciudad de Pisa. La escultura se llama "Firenze
vence a Pisa". No está mal, ¿no?
Fiorenza niña |
Firenze vence a Pisa |
viernes, 18 de enero de 2013
Soy grande
Viene Jochu (11) a casa y se queda a dormir. Luego de cenar ñoquis con salsa scarparo y helado del Colonial le armamos una cama gigante en el cuarto de shiatsu. Me pide si me puedo quedar un rato con ella y entonces tenemos la siguiente conversación.
-Vos hace cuánto vivís en esta casa?
-Y hace.. uy... un montón ya... hace como seis años.
-¿Seis años? Yo creí que Nico primero vivió solo en esta casa y vos después te mudaste.
-No, no. Nico vino después.
-Pero ¿y qué hacías en esta casa tan grande para vos sola?
-Bueno, al principio no estaba sola.
-¿No?
-No, primero viví con otro chico antes de Nico. Pero nos separamos. Después sí, viví unos dos años sola en esta casa. Y después vino Nico.
-Pero vos y Nico ya se conocían. Yo vi una foto tuya en facebook con la gata de Nico y estabas re joven, con el pelo re largo.
-Ah... sí. A Nico lo conocí cuando tenía 18 años. Vos ni habías nacido.
De pronto me siento como si tuviera mil años.
Pero de esos mil años que se sienten super bien.
-Vos hace cuánto vivís en esta casa?
-Y hace.. uy... un montón ya... hace como seis años.
-¿Seis años? Yo creí que Nico primero vivió solo en esta casa y vos después te mudaste.
-No, no. Nico vino después.
-Pero ¿y qué hacías en esta casa tan grande para vos sola?
-Bueno, al principio no estaba sola.
-¿No?
-No, primero viví con otro chico antes de Nico. Pero nos separamos. Después sí, viví unos dos años sola en esta casa. Y después vino Nico.
-Pero vos y Nico ya se conocían. Yo vi una foto tuya en facebook con la gata de Nico y estabas re joven, con el pelo re largo.
-Ah... sí. A Nico lo conocí cuando tenía 18 años. Vos ni habías nacido.
De pronto me siento como si tuviera mil años.
Pero de esos mil años que se sienten super bien.
jueves, 17 de enero de 2013
Dar yoga
Nos juntamos en su casa. Hacía mucho que queríamos hacerlo. Me recibió con la parra verde y frondosa. En una mesita debajo de ella almorzamos algunos de los manjares con los que Pau me obsequió generosamente. Arroz yamaní, verduras cocidas, una ensalada de rúcula y apio, huevos orgánicos y el aceite de oliva más rico del mundo. Después un té de marcela. Charlamos. Hacía tanto que no nos veíamos. Enero tiene esta magia. Tiempo. Posibilidad. Potencialidad. Y lo aprovechamos.
Luego de la digestión desplegamos los mats y nos dimos una clase de yoga mutuamente. La fuimos dando por bloques, turnándonos. Con una mirada, tal vez, ya sabíamos. Nos dejamos llevar por el fluir de la otra. Después hicimos una relajación preciosa.
Gracias, Pau, mi madrina en este camino del yoga. Gracias por tanto amor, apoyo y ganas de compartir.
Luego de la digestión desplegamos los mats y nos dimos una clase de yoga mutuamente. La fuimos dando por bloques, turnándonos. Con una mirada, tal vez, ya sabíamos. Nos dejamos llevar por el fluir de la otra. Después hicimos una relajación preciosa.
Gracias, Pau, mi madrina en este camino del yoga. Gracias por tanto amor, apoyo y ganas de compartir.
jueves, 10 de enero de 2013
gollum, la invisibilidad o el siniestro caso del baño en un showcase cinema de Belgano
La idea era ver El Hobbit con amigos en High Frame Definition y por eso elegimos ir al showcase de Belgrano, un complejo de cines en Monroe y Arribeños que manejan esta tecnología. Antes de entrar a la sala se me ocurrió pasar por el baño (El Hobbit dura alrededor de tres horas). Y sucedió algo que quiero contar en este espacio porque lo repaso en mi memoria y aún así no puedo creerlo.
Estaba en el primer cubículo. Había cerrado con la traba. Estaba literalmente bajándome la bombacha cuando sentí que alguien empujaba bruscamente mi puerta. Me sobresalté pero pensé: no pasa nada, alguien se debe haber caído o algo. Pero luego sentí que alguien golpeaba la pared lateral de mi cubículo y eso ya no me gustó. La situación era irreal. Estaba en un cubículo blanco, perfectamente iluminado, inmaculado porque las señoras de la limpieza pasan cada diez minutos a limpiar, en un showcase que tiene cámaras por doquier (menos en el baño) y aún así, de pronto, sentí que algo no estaba nada bien. Agarré mis cosas (tenía la cartera en bandolera y un saquito que había traído por las dudas de que el aire acondicionado fuera muy frío, destrabé la traba y traté de salir. Pero alguien, del otro lado, me lo impidió. Alguien -no sabía si era hombre o mujer- me estaba cerrando el paso. Empujé la puerta pero no podía salir. Mi corazón se aceleró pero no grité. ¿Pésimo instinto de supervivencia? Agradecí que la puerta se abriera hacia afuera. "Puerta liviana, se abre hacia afuera, tengo que poder salir de aquí". Con una fuerza que saqué de las entrañas empujé la puerta, logré sacar un brazo, trabar la puerta y seguir empujando. Sentí que una mano me agarraba del saquito (que por suerte no tenía puesto). Lo solté y salí disparada hacia afuera. A unos metros estaban Nico y una amiga.
-Vámonos ya de acá- fue lo primero que me salió decir. Tenía el pulso acelerado. Ellos me miraban raro, no entendían por qué estaba tan mal.
-¿Qué te pasó, Flor?
-No sé, me encerraron en el baño, no entiendo... salí de pedo.
-¿En el baño, acá?
-¡Sí! ¡Acá!
-¿Te robaron algo?
-No, fue muy rápido, bah, sí, se quedaron con el saquito que tenía. Pero la cartera la tenía en bandolera.
-¡Qué hijos de puta! Querés hacer una denuncia? Vení, vamos a hablar con alguien.
-¿A quién voy a denunciar, si no lo vi? No vi nada.
Hablamos con alguien del personal que más que invitarnos a unos cafés, devolvernos el dinero de las entradas (que no acepté) y pedirme mil disculpas no pudo hacer otra cosa. Una señora de la limpieza me trajo el saquito que lo habían dejado colgado en el primer cubículo del baño.
Luego del café, me calmé, entramos al cine y vimos El Hobbit. No pude evitar pensar en el atacante anónimo y la relación con el anillo que permite la invisibilidad. Me atacó Gollum, pensé. O algo así.
Estaba en el primer cubículo. Había cerrado con la traba. Estaba literalmente bajándome la bombacha cuando sentí que alguien empujaba bruscamente mi puerta. Me sobresalté pero pensé: no pasa nada, alguien se debe haber caído o algo. Pero luego sentí que alguien golpeaba la pared lateral de mi cubículo y eso ya no me gustó. La situación era irreal. Estaba en un cubículo blanco, perfectamente iluminado, inmaculado porque las señoras de la limpieza pasan cada diez minutos a limpiar, en un showcase que tiene cámaras por doquier (menos en el baño) y aún así, de pronto, sentí que algo no estaba nada bien. Agarré mis cosas (tenía la cartera en bandolera y un saquito que había traído por las dudas de que el aire acondicionado fuera muy frío, destrabé la traba y traté de salir. Pero alguien, del otro lado, me lo impidió. Alguien -no sabía si era hombre o mujer- me estaba cerrando el paso. Empujé la puerta pero no podía salir. Mi corazón se aceleró pero no grité. ¿Pésimo instinto de supervivencia? Agradecí que la puerta se abriera hacia afuera. "Puerta liviana, se abre hacia afuera, tengo que poder salir de aquí". Con una fuerza que saqué de las entrañas empujé la puerta, logré sacar un brazo, trabar la puerta y seguir empujando. Sentí que una mano me agarraba del saquito (que por suerte no tenía puesto). Lo solté y salí disparada hacia afuera. A unos metros estaban Nico y una amiga.
-Vámonos ya de acá- fue lo primero que me salió decir. Tenía el pulso acelerado. Ellos me miraban raro, no entendían por qué estaba tan mal.
-¿Qué te pasó, Flor?
-No sé, me encerraron en el baño, no entiendo... salí de pedo.
-¿En el baño, acá?
-¡Sí! ¡Acá!
-¿Te robaron algo?
-No, fue muy rápido, bah, sí, se quedaron con el saquito que tenía. Pero la cartera la tenía en bandolera.
-¡Qué hijos de puta! Querés hacer una denuncia? Vení, vamos a hablar con alguien.
-¿A quién voy a denunciar, si no lo vi? No vi nada.
Hablamos con alguien del personal que más que invitarnos a unos cafés, devolvernos el dinero de las entradas (que no acepté) y pedirme mil disculpas no pudo hacer otra cosa. Una señora de la limpieza me trajo el saquito que lo habían dejado colgado en el primer cubículo del baño.
Luego del café, me calmé, entramos al cine y vimos El Hobbit. No pude evitar pensar en el atacante anónimo y la relación con el anillo que permite la invisibilidad. Me atacó Gollum, pensé. O algo así.
miércoles, 2 de enero de 2013
Hola 2013
El 2012 fue un año increíble de enormes
descubrimientos. Sorpresivo, caótico, interesante, fecundo,
sanador y espiritual. Se viene un 2013 a puro corazón. Les deseo un buen comienzo de año a todos los que se zambullen en la nube. ¡Gracias!
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