martes, 18 de octubre de 2016
lunes, 10 de octubre de 2016
La espera
-¡Aión! ¡Aión!
Lorenzo grita, se entusiasma, está emocionado porque acaba de ver surcando por el cielo del jardín de mis papás un avión.
Por ese cielo pasan aviones cada media hora. Sucede que estamos en una ruta por la que pasan aviones. Después de un tiempo un adulto ya no escucha los aviones pero para un niño de dos años que ama ver aviones volar es como estar en plena platea de un teatro celeste y brillante.
-¡Aión, vola!
-Sí, ¡el avión vuela!
Nosotros, los adultos nos sonreímos ante la alegría de Lorenzo. Pasa un avión y todos gritamos, saludamos, sonreímos.
Lorenzo se queda parado mirando el cielo. El avión acaba de pasar pero él sigue expectante.
-¡Aión! ¡Aión! ¡Se fue!
-Sí, se fue, hay que esperar a que venga otro.
-¡Espeia!
-Sí, eso esperar.
Entonces sucede algo. Lorenzo se sienta en su sillita a mirar el cielo. Espera aviones. Espera con paciencia. Escruta el cielo. Emocionado.
Cada tanto me aclara:
-¡Espeia!
Ya tiene dos años y está aprendiendo lo valioso que es esperar.
Lorenzo grita, se entusiasma, está emocionado porque acaba de ver surcando por el cielo del jardín de mis papás un avión.
Por ese cielo pasan aviones cada media hora. Sucede que estamos en una ruta por la que pasan aviones. Después de un tiempo un adulto ya no escucha los aviones pero para un niño de dos años que ama ver aviones volar es como estar en plena platea de un teatro celeste y brillante.
-¡Aión, vola!
-Sí, ¡el avión vuela!
Nosotros, los adultos nos sonreímos ante la alegría de Lorenzo. Pasa un avión y todos gritamos, saludamos, sonreímos.
Lorenzo se queda parado mirando el cielo. El avión acaba de pasar pero él sigue expectante.
-¡Aión! ¡Aión! ¡Se fue!
-Sí, se fue, hay que esperar a que venga otro.
-¡Espeia!
-Sí, eso esperar.
Entonces sucede algo. Lorenzo se sienta en su sillita a mirar el cielo. Espera aviones. Espera con paciencia. Escruta el cielo. Emocionado.
Cada tanto me aclara:
-¡Espeia!
Ya tiene dos años y está aprendiendo lo valioso que es esperar.
domingo, 9 de octubre de 2016
Alondras en un hilo
Cosas que pasan en mi consultorio de shiatsu
-Tengo un tema que me gustaría trabajar en este espacio, si es posible.
-Bueno, dale. ¿De qué se trata?
-¿Vos podés convertir un búho en una alondra?
-¿Perdón?
-Un búho en una alondra.
-No entiendo.
-Eso, que quiero ser una alondra. Necesito ser una persona que se levanta temprano a la mañana y trabaja con todas sus luces. Toda mi vida fui un búho y siempre trabajé mejor de noche. Pero ahora necesito que me rindan las mañanas.
-¿Por qué?
-Porque tengo que trabajar más horas, tengo que generar más dinero.
-Tu problema entonces es el capitalismo y eso es algo que el shiatsu no lo resuelve.
-Tengo un tema que me gustaría trabajar en este espacio, si es posible.
-Bueno, dale. ¿De qué se trata?
-¿Vos podés convertir un búho en una alondra?
-¿Perdón?
-Un búho en una alondra.
-No entiendo.
-Eso, que quiero ser una alondra. Necesito ser una persona que se levanta temprano a la mañana y trabaja con todas sus luces. Toda mi vida fui un búho y siempre trabajé mejor de noche. Pero ahora necesito que me rindan las mañanas.
-¿Por qué?
-Porque tengo que trabajar más horas, tengo que generar más dinero.
-Tu problema entonces es el capitalismo y eso es algo que el shiatsu no lo resuelve.
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