Sábado de Nochebuena. Temprano por la mañana viene Octavio a casa con su
caja de herramientas. Le ofrecemos mate o café pero dice que no, que
está operado de reflujo.
Le muestro la persiana baja, el cuartito
está sofocante. Hemos estado todo el invierno y la primavera con la
persiana cerrada en este cuarto. Se cortó la correa y no sabemos (no
queremos) cambiarla. Hay otros cuartos, otras ventanas pero la ventana
de este cuarto en particular está cerrada.
En invierno estaba bien, el cuarto era como una madriguera. Calentito, oscuro. Pero el verano pide ventanas abiertas. Así que necesitamos a Octavio.
Octavio vino porque mi mamá me lo recomendó. También le arregló una persiana que estaba cerrada hacía mucho tiempo.
Viene de familia, como verán.
Octavio acomoda su caja de herramientas y empieza a trabajar. Saca
tornillos, cae un poco de mugre, mampostería, desencaja la tapa del
taparollos y ahí empieza lo lindo. De pronto la persiana se abre. Se
abre y vemos el jacarandá de la calle que está dando sus últimas flores
porque ya estamos terminando diciembre y los jacarandás ya han
florecido. Finalmente Octavio termina de hacer su trabajo y la ventana
queda abierta.
Hay sol, aire, luz.
No creemos en Cristo pero es como si creyéramos.
Feliz Nochebuena para todos.