de paranoia y soledad.
Despertar aquí es como herirse
con la propia destrucción.
Y qué es lo que hay que hacer
para evitar enloquecer
No pensar que se es
o que se ha sido
y no volverlo a pensar
jamás.
Esta canción, "Paranoia y Soledad", la compuso Pedro Aznar a sus 19 años. Está en el disco La grasa de la capitales de Serú Girán que, según entiendo, (lo guglié) salió en el año 1979.
Jamás la había escuchado en vivo hasta este domingo pasado en el auditorio Belgrano donde Pedro dio un hermoso recital por sus 50 años en la música. Esta canción la solíamos escuchar en repeat con mi amiga Lau a los 15 años allá por el año 92. Serú era un grupo viejo, ya disuelto, pero seguía destilando magia para algunos porque para la música nunca hay edad. Yo tenía en mi cuarto un poster de los cuatro. David, Charly, Pedro y Moro. Eran mis Beatles. También me gustaban los Beatles pero nunca tuve un poster de ellos. Había algo en Serú que me hacía escuchar una y otra vez sus canciones, canturrearlas por lo bajo o a viva voz como conjuros contra lo que estábamos viviendo en los noventa. Una forma de resistencia completamente solitaria porque éramos pocos los que escuchábamos a Serú en esa época pero cuando nos reconocíamos, instantáneamente nos hacíamos amigues.
Pedro tiene un vasto recorrido musical. Es un ser maravilloso. No sólo porque es músico sino por como se entregó a la música. El domingo Pedro nos regaló un viaje musical a través de sus canciones cuidadosamente elegidas. Fui con Lau, mi amiga desde los 14 años. Cuando salió Serú '92 (ese disco que sacaron juntos en ese intento de volver a tocar otra vez) lo fuimos a comprar juntas y nos fuimos directo a su casa a escucharlo. Era siempre así. Por haber nacido en el 77 escuché todo al revés. Por ejemplo, primero fue escuchar Tango 4 ('91) y luego fue Tango ('85). Por eso cuando en el tercer tema Pedro arrancó con los acordes de "Culpable eternamente" casi nos desmayamos. Un regalo directo al corazón.
En ese público me sentí envuelta y abrazada por miles de voces que coreaban ooooooh no puede ser feliz con tanta gente hablando hablando a tu alrededor. Y sí, loco, fuimos todos amigos. Una energía alucinante para este tiempo que corre.
Jamás la había escuchado en vivo hasta este domingo pasado en el auditorio Belgrano donde Pedro dio un hermoso recital por sus 50 años en la música. Esta canción la solíamos escuchar en repeat con mi amiga Lau a los 15 años allá por el año 92. Serú era un grupo viejo, ya disuelto, pero seguía destilando magia para algunos porque para la música nunca hay edad. Yo tenía en mi cuarto un poster de los cuatro. David, Charly, Pedro y Moro. Eran mis Beatles. También me gustaban los Beatles pero nunca tuve un poster de ellos. Había algo en Serú que me hacía escuchar una y otra vez sus canciones, canturrearlas por lo bajo o a viva voz como conjuros contra lo que estábamos viviendo en los noventa. Una forma de resistencia completamente solitaria porque éramos pocos los que escuchábamos a Serú en esa época pero cuando nos reconocíamos, instantáneamente nos hacíamos amigues.
Pedro tiene un vasto recorrido musical. Es un ser maravilloso. No sólo porque es músico sino por como se entregó a la música. El domingo Pedro nos regaló un viaje musical a través de sus canciones cuidadosamente elegidas. Fui con Lau, mi amiga desde los 14 años. Cuando salió Serú '92 (ese disco que sacaron juntos en ese intento de volver a tocar otra vez) lo fuimos a comprar juntas y nos fuimos directo a su casa a escucharlo. Era siempre así. Por haber nacido en el 77 escuché todo al revés. Por ejemplo, primero fue escuchar Tango 4 ('91) y luego fue Tango ('85). Por eso cuando en el tercer tema Pedro arrancó con los acordes de "Culpable eternamente" casi nos desmayamos. Un regalo directo al corazón.
En ese público me sentí envuelta y abrazada por miles de voces que coreaban ooooooh no puede ser feliz con tanta gente hablando hablando a tu alrededor. Y sí, loco, fuimos todos amigos. Una energía alucinante para este tiempo que corre.