martes, 23 de agosto de 2005
Santa Fe y Pueyrredón
Una puerta cerrada es una puerta abierta en otro lugar. Aún no hacía frío y la noche caía en Barrio Norte, donde los colectivos pasan por calles estrechas y los subtes escupen gente cada cuatro esquinas. Aún no hacía frío pero yo me detuve a comprarle a esa mujer tres pares de medias coloridas. Todas a rayas verdes, rojas y amarillas. Y después entré en ese café y pedí un capuchino a la italiana. Pero no tenían. Entonces te esperé un rato para ver si aparecías y cuando llegaste y me viste allí sentada con mi tapadito marrón y mi flequillo al costado la alegría te saltó por los ojos. Se nos pegaron los 17 años y las charlas quilométricas. Nos contamos los cuatro años que nos faltaban de cada uno y la chispa nacía de las manos y del café cortado que nos pedimos para paliar el disgusto de que no hubiera capuchino a la italiana. Y el bar se llenó de gente y de manos gesticulando. Pero nosotros ya no éramos modernos sino muy antiguos. Como esa esquina de Santa Fe y Pueyrredón y esta enorme ciudad tan ruidosa y perdida.
miércoles, 17 de agosto de 2005
La loca del ático
Pienso que esta rutina también se va a destruir. Levantarse temprano a la mañana, recibir a los albañiles, preparar el mate en la hornalla portátil, encerrarse en los dos cuartos de atrás y escribir.
Escribir, leer, escribir, leer.
Pasar los dedos por las páginas amarillentas y repasar lo que se ha subrayado.
Pienso que esta rutina de encierro -mientras van colocando azulejo por azulejo, rejilla y caños- es en realidad una promesa que me debía.
No tengo altillo pero es como si lo tuviera.
Escribir, leer, escribir, leer.
Pasar los dedos por las páginas amarillentas y repasar lo que se ha subrayado.
Pienso que esta rutina de encierro -mientras van colocando azulejo por azulejo, rejilla y caños- es en realidad una promesa que me debía.
No tengo altillo pero es como si lo tuviera.
viernes, 5 de agosto de 2005
Hacer no es intentar: ensayo
Y un dos tres
un dos tres
dos tres
tres
Ese ocho entero es como una sinfonía en mi garganta.
Cada pulsión de mi centro es como un movimiento de laringe.
Y así canto mientras bailo.
Y un dos tres
un dos tres
dos tres
tres.
Sin perder el hilo del ensayo.
un dos tres
dos tres
tres
Ese ocho entero es como una sinfonía en mi garganta.
Cada pulsión de mi centro es como un movimiento de laringe.
Y así canto mientras bailo.
Y un dos tres
un dos tres
dos tres
tres.
Sin perder el hilo del ensayo.
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