30/8/08

De maestros

El salón es amarillo y lleno de elementos: el paraíso de los alumnos de yoga. Arneses, columpios, cuerdas, cintos, bolsters, ladrillos y las infaltables sticky mats. No falta nada. Mi nueva maestra es esbelta y hermosa. Nos corrige suavemente y nos enseña con precisión. El ambiente huele a incienso, la música es suave y la luz se filtra por un enorme ventanal que da a un hermoso jardín delantero.
Por eso cuando pienso en las clases que solía tomar con Nora, tan austeras y silenciosas, tan llenas de esas ventanas azules con postigos a la calle cerrados y ventanas blancas que daban a un corredor donde una enredadera subía interminable, cuando pienso en esas clases y las comparo con este presente amarillo, me maravillo de las diferencias. Estudiar con Nora era una experiencia casi monástica. Sus clases apuntaban desde un primer momento-ahora lo sé- al estudio del sí mismo en la ejecución de las asanas. Aunque estuviéramos sólo respirando. Ya desde el primer minuto uno se imbuía de su voz y el tiempo se volvía distinto. No había música en sus clases. No había columpios. No había sticky mats. Cada cual se tenía a sí mismo. Sólo era el sonido de la voz de Nora y el de la propia respiración. Un regocijo que pocas veces nos animamos a escuchar.
En este nuevo y confortable estudio amarillo aprendí que esa experiencia que tuve con Nora se llama "so'ham". Aprendí nombres nuevos, asanas nuevas, preparación de asanas más difíciles y una increíble flexibilidad que no sabía que tenía. También aprendí a preguntar cuándo no entiendo y a superar milímetro a milímetro la ejecución de algunas asanas que creía que dominaba. Sé ahora lo que son los bandhas y lo que significa shanti. Puse en palabras algunas sensaciones que ya había sentido y, de pronto, comprendí a mi maestra antigua gracias a mi maestra nueva.
No sé a quién debo agradecer haber tenido como primera maestra de yoga a Nora Malimovka. Ella me enseñó cómo construir los verdaderos cimientos de mis asanas.
Cuando en este estudio amarillo la música invade mis sentidos y algunos alumnos se ponen a hablar entre asana y asana, yo tan sólo respiro mi plegaria y planto los pies en el sticky mat como si fuera la tierra misma. Y vuelvo a esa habitación de ventanas azules, a una enredadera y al misterio que encuentro dentro mío cada vez que digo mi plegaria al respirar y respirar y respirar.

4 comentarios:

Tina dijo...

Qué bien que te hace hacer yoga! Qué lindo encontrar a un profe como Nora! Qué es un sticky mat?

Unknown dijo...

Mi primera profesora era todo espíritu parecía hablar en las nubes, mi segundo profesor no tanto pero emanaba paz, mi tercera profesora parecía una hincha de San Lorenzo, era hincha de San Lorenzo, dejé de ir a yoga con mi tercera profesora. Tuvimos una cuarta profesora que daba clases en el parque, no me convencía. Fuimos a ver para ir a otro lado, despues de hablar con la profe, dije no me gusta. Parece que nos cuesta encontrar buenos profesores de yoga.

Flor dijo...

Sin exagerar puedo decir que el yoga fue uno de los regalos más hermosos que descubrí en esta vida. Yo practico desde hace tres años el método Iyengar que es un maestro que aún vive, tiene 90 años y continúa practicando en la India. Abajo en los links está la dirección de la página de su fundación.

Pero sí, como dice Ary, cuesta encontrar un maestro que sepa enseñar y ame verdaderamente esta disciplina. Hay mucha gente que dice ser espiritual pero lo espiritual no pasa por la cantidad de velitas que prendas o por el símbolo om que te cuelgues en el cuello. Ni siquiera pasa por recitar mantras, vivir en las nubes y predicar la paz de la boca para afuera.

beso a los dos.

Flor dijo...

Ah, perdón, no expliqué lo que era un sticky mat. Es muy simple, una alfombrita para hacer yoga. Se recomienda no hacer las asanas sobre el suelo sino sobre una manta para no lastimar rodillas etc. El mundo moderno ideó el sticky mat. Es medio sticky -se adhiere al suelo-, por eso el adjetivo. Está bueno para que no se te resbalen las plantas de los pies o las manos. Hay gente que sin su sticky mat no puede hacer nada, pero bueh, hay que curtirse, ¿no?