Hace poco más de un mes comencé a manejar un auto de la mano de un instructor calificado y un auto 0 km.
Pero hoy finalmente me animé a agarrar el auto de mi padre.
El "elefante blanco", como le decimos, fue un autazo de lujo que ahora ya tiene casi como veinte años.
Y como bien dijo Hans cuando me ayudó a ubicar bien el asiento: "cariño, los autos viejos tienen su personalidad".
Apenas bajar el freno de mano y apretar el embrague me di cuenta. Mover ese auto iba a ser un desafío. Además de sus dimensiones enormes, los cambios eran duros, el volante iba como una seda y el motor era bastante más poderoso del que yo estaba acostumbrada. Mi padre siempre había hablado bien de ese auto. Pero lo que le viene bien a uno no siempre le viene bien al otro. "Cada cual tiene su medida en la vida".
Los autos son un poco como los cuerpos. Cada uno con lo suyo. Me queda claro que hoy a mí, simplemente me sirve un auto que no me estorbe demasiado.
Estar arriba de ese auto fue comprenderte un poco más, papá.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario