Primer jueves de julio. Un frío de cagarse. Me abrigo con calzas térmicas, botas altas, un tapado hasta la rodilla. Todo un rejunte de ropas que fui encontrando para darle combate a esta ola polar que sumerge a Buenos Aires en el hielo. La creatividad ante todo.
Camino las cuadras heladas que me separan de la parada. Ya en el bondi el calor emerge de los cuerpos alienados que van a trabajar.
El frío tiene algo de insonoro. Pero adentro, en el bondi, hay un mundo de ringtones. Watsap, mensajitos, fb, instagram, llamada perdida, grupos, toses, mocos, todos vapuleados por el ajetreo del movimiento externo.
La fealdad del movimiento orquestado en masa.
Pienso que Mordor está aquí y nosotros somos los orcos.
Somos orcos lindos, de eso no hay dudas. Nada que ver con El señor de los anillos.
Pero somos orcos. Puteamos como orcos, comemos como orcos, tosemos como orcos, escupimos como orcos.
Hay que dejar de ser un orco.
Eso.
1 comentario:
el problema es el colectivo ja, odio viajar en "eso"... la gente tampoco ayuda
claro...
y estoy re podrido del frío y recién arrana el invierno uff... saludos
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