Mi trabajo consiste en "tocar" cuerpos. Tocar de una forma especial. No es exactamente un masaje aunque se le parece mucho y tiene efectos muy poderosos. Quienes han recibido sesiones de zen shiatsu lo comprenderán perfectamente. Se ejerce presión con las manos sobre distintas partes del cuerpo del otro pero sin hacer ninguna fuerza. Se trabaja con el propio peso corporal. Es un diálogo entre ese cuerpo y mi cuerpo. Una meditación en movimiento. Mis manos son simplemente las herramientas que llevan un mensaje.
Tocar en este momento tan especial de la pandemia se ha vuelto un lujo. Ser tocados por un otro que no es parte de nuestra burbuja también. Me descubro en un nuevo mundo donde los cuerpos han sido disciplinados, pertrechados para no sentir dolor. Una coraza invisible que se gesta simplemente por la ausencia del tacto.
También están aquellos otros cuerpos, doloridos y nerviosos. Cuerpos que mutan todos los días donde el dolor repentino viaja como un ping pong de preguntas. Aquí vienen a encontrar una posible respuesta.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario