Como estoy decidida a volver a tener un jardín "disciplinado" averigüé qué se podía hacer para volver a recuperar el pasto. Algunos de los que me conocen ya saben la historia de por qué no quise poner grama bahiana y me quedé con el gramillón argentino. Eso fue hace 15 años. A lo largo de estos años el gramillón le dio paso a otros pastos que trajeron los pájaros. A mi esa mezcla me encantó desde siempre. También permitió que creciera el diente de león que yo voy cosechando para mis infusiones de pseudo brujita. A veces aparecen frutillitas salvajes, dichondra y otras maravillas que no soy capaz de nombrar.
Finalmente me recomendaron un polvo mata grillo-topo que es tolerable para las aves pero que no es recomendable tirar cerca del agua. O sea, ES tóxico. No es tan tóxico pero me tengo que poner guantes de goma y barbijo. No es tan tóxico pero no debo dejar salir al gato. En fin. Compré el polvo y esperé a que hubiera un pronóstico de lluvia. Entre otras cosas, es muy importante regar o que la propia lluvia disuelva los gránulos y que la tierra los absorba de modo que llegue hasta donde están los grillos-topo. El miércoles parecía que se iba a caer el mundo así que me enfundé en mi traje de genocida. Pantalones largos, botas, guantes, barbijo, lentes. Espolvoreé el jardín con los gránulos de la muerte y luego con la manguera fui regando despacito para que la tierra los fuera absorbiendo. Cayeron cuatro gotas locas y los grillos-topo seguían cantando como si nada. La gata quedó encerrada adentro y yo me dispuse a esperar. El jueves a la madrugada llovió muchísimo. Me desperté con el ruido del agua golpeando la persiana. Pensé un segundo en los grillos-topo cavando, comiendo, cantando...muriendo. Luego volví a dormirme.
Por la mañana salí al jardín. El verde era incandescente, las plantas respiraban, los pájaros cantaban pero debajo de la tierra había un silencio de muerte y a mi me dio tristeza. Las incongruencias de una misma.
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