Vino Mariano a arreglar unas cosas en casa y está hace horas arreglando la cumbrera del techo por donde caía una cascada de agua cada vez que llovía y pudría los cabios de madera. También había una grieta en la pared del fondo. Es una grieta antigua, me dice. Es de antes de que hicieran la casa. Mariano se sube al techo, se mete por atrás para ver que hay del otro lado y me explica que los vecinos le metieron membrana. "Se ve que la grieta estaba de antes pero estos tipos metieron ladrillo hueco, pensaron que con la medianera del vecino aguantaba pero algo más tener que poner para que la grieta no siga trabajando". Hizo varias llaves y luego rellenó con fierro y mucho cemento. Al menos por ahí ya no va a entrar agua. Pero la palabra grieta queda resonando. No hay caso. Mariano habla y yo pienso en el país, que le entra agua por todos lados, se pudre la comida que no llega a las organizaciones sociales, cierran las fábricas, despiden empleados, los servicios suben, todo se va a la mierda porque la grieta siguió trabajando en el ladrillo que estaba hueco.
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