Domingo por la tarde revolviendo cajas. Las hojas salen amarillentas, subrayadas, tachonadas y manuscritas. Cajas y cajas con mi pasado universitario amontonado.
Exhumación de cadáveres.
Entre todo ese papelerío encuentro una carta escrita a los apurones, con letra enmarañada.
Estoy leyendo un libro que habla de lo que significa la modernidad. Me pregunto qué les sucede a los países que hace poco perdieron sus valores, que han estallado en mil pedacitos. Me refiero, especialmente, a los países orientales. Una tradición y de pronto ¡puf! todo se derrumba. No hay de dónde agarrarse. No hay parámetros externos que nos digan: por allí, por allí: eso está bien, eso está mal. ¿Y ahora? ¡BUM! Te digo algo: hay que leer a Nietzsche y a Marx. Sí, sí, sí, ya, ya, ya...Nietzsche en un momento dado dice: "el hombre del mañana tendrá el valor y la imaginación para crear 'nuevos valores necesarios' para que los hombres y las mujeres modernas se abran camino a través de los peligrosos infinitos en que viven" (sic). Vos sin saber nada de Nietzsche me decías que ir a buscar los valores en otro lado que no fuera uno mismo sólo traía sufrimiento. Los valores impuestos desde un afuera eran falsos, hipócritas y traidores a nosotros mismos. Vos, vos, vos...potenciaste esa capacidad en mí. Sufrí como una hija de puta pero ahora que lo entiendo, ahora que entiendo todo sólo me resta buscar esos valores aquí, adentro mío, es decir, TAMPOCO voy a buscarlos en vos. Ni vos podés salvarme de hacer ese trabajo. Mi instinto dirá. Me dispararé para varios lados: sé que no todos van a gustarme. Ahora sí, seguiré con mi libro. Tengo un parcial el viernes y no puedo escribirte más.
Un beso,
Mi pregunta después de tantos años es: ¿qué era TODO lo que había entendido?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario