viernes, 19 de junio de 2009

Basada en hechos reales

Entro a mi casa. La encuentro extrañamente desordenada. La mesita de luz atiborrada de libros, la cama a medio hacer, trastos de la cocina sin lavar, ropa suelta, desmembrada, discos nuevos abiertos a medio escuchar. En la heladera quedan algunos restos de comida y muy poca verdura. También hay limones de Gabriel. No hay leche. Hay queso para rallar. En la alacena hay legumbres, arroz, fideos secos integrales, frutas secas. A veces compro huevos. Volví a hacer tartas pero ya no hago la masa. La de berenjenas me sale bien. La de choclo es fácil de hacer. A veces, muy de vez en cuando, amaso pan. Estoy seriamente pensando en comprarme una máquina de pan. Y una silkepill (me liberaría de la tiranía de la cera). Ya son varias tiranías.
Pasé por el barrio chino y volví a mis andanzas. Compré miso (está vez del bueno, mmmh) y la salsa de soja sin conservantes ni caramelo. Tiene vencimiento. El pan de arroz sigue impecable y un tofu que aún no me comí. También pasé por El Ateneo y arrasé con los discos de Queen. Sí. A day at the races. La canción You take my breath away me quita el aliento cada vez que la escucho. Y Somebody to love tiene magia. La escucho y siento amor emanando por todos mis poros. Se me salen las lágrimas. ¿Cuándo la escuché por primera vez? ¿A los 17 años? Ya me habían dejado una vez. Oh, sí, me rompiste el corazón. Hoy escucho la voz de Mercury y me transporto a vaya saber qué universo. Mi hermano escuchaba a Queen. Mi hermano siempre fue más sabio que yo a la hora de elegir un soundtrack para su vida. La canción Teo Torriate (Let us cling together) me hace llorar. Nada que vaya a suceder realmente.
Volviendo al presente: the master of the universe de la lemon pie hizo una con los limones de Gabriel. Y trajo música con batería a casa. Escribo este post escuchando Fat Freddys Drop, Based on a true story.

Así que.

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