Lo paso a buscar por la librería de Cabildo y Juramento. Lo encuentro mirando absorto libros de Krishnamurti.
-Epa, cómo cambiamos, ¿qué pasó?
-No me vengas con que tengo que leer Las partículas elementales, guacha.
Nos reímos mientras nos abrazamos fuerte. Estoy feliz de verlo.
-¿Sabés? Yo leí un par de cosas de Krishnamurti.
-¿Vos? ¿Qué leíste de él?
-Sus diarios. Están buenos, son interesantes.
- A mí me lo recomendó un amigo.
-Sí, Krishnamurti está bien pero a vos lo que te va a encantar es leer esto.
Saco el libro que estoy leyendo por estos días. Budismo Zen y Psicoanálisis de Susuki y Erich Fromm.
-Leí a Erich Fromm. Al otro no lo conozco.
-Susuki es un clásico.
Salimos
de la librería. La mirada de él es grave pero aún sonríe. Hay algo de
antiguo y nuevo en esos ojos. Aún no logro darme cuenta.
-¿Te molesta si caminamos? Me gusta mucho caminar mientras hablamos.
-Bueno, caminemos.
-Qué loco es estar otra vez en estas calles con vos. Y qué bueno.
-Y pensar que hay gente que odia Belgrano... pero yo no puedo. Racionalmente siento que es un barrio horrible pero tiene estas calles, esta plaza...
Se ríe.
-¿En qué año nos conocimos, Flor?
-Y... por el 2000. El año en que fuimos con Guille a Bahía. Vos y Cynthia acababan de volver y nos juntamos con la excusa de que nos podían pasar datos interesantes.
-¡Totalmente! Ese encuentro fue delirante. No parábamos de hablar.
-Vos y yo no parábamos de hablar.
-Obvio.
Las horas empiezan a pasar. No tenemos reloj. En un determinado momento nos sentamos en un bar. Pedimos un capuchino, un café cortado en jarrito y medialunas para acompañar. El sol ya está bajando. Es ahí cuando la conversación se pone filosa.
-Por un lado hay un cierto apego a los límites, ¿no? Y también una manera de exaltar la existencia de uno que a su vez da pánico y genera terrible atracción. No sé muy bien a quién le robé este pensamiento pero así siento que viví mi vida y en cierta medida sentía que a vos te pasaba algo parecido. Por eso había ciertas cosas de tu vida que no me cerraban.
-Sí, algo de eso había. Pero yo también necesitaba calmarme, ¿entendés? Vivir al borde de la emoción era agotador. Lamentablemente no distinguí entre la calma real y una calma muerta. Supongo que tiene que ver con el peso de mis juicios que no me permitían romper la jaula. ¡Justo ahora vengo a descubrir que yo también tenía mi lado conservador! Claro que al lado de Guille, ¿quién se iba a dar cuenta?
-Puf, qué sinceridad, guacha. Estuve años esperando que me dieras una respuesta así, ¿sabés?
-Es que era algo impensable para mí.
-Flor, porque lo amabas. Cuando uno ama así hace concesiones, ¿no? Entonces perdonás cosas que quizás a otra persona jamás le perdonarías. Construís una moral. Ustedes, además, no siempre fueron así.
-No, es cierto, tuvimos una época dorada. Pero después todo se fue a la mierda. Incluso antes de que terminemos de la peor manera. Me doy cuenta de que en el último tiempo lo desconocí completamente. Me dediqué a a amar una imagen, una construcción. Todo cerraba hasta que ya no cerró más y la imagen se rompió en mi pedazos.
-Sí, bueno, empezando porque él es un garca y vos no.
-Pero fijate que no es tan simple porque él era funcional para mí. ¿Por qué me era funcional? Eso es lo que me entristece mucho. Yo a los veinte años era mucho más rígida que ahora, con una estructura mental que no me permitía vivir plenamente lo que en verdad pensaba. Y eso es malo, muy malo.
-Yo conjeturé mucho al respecto de todo esto. Muchas amigas a mi alrededor se hacen la misma pregunta. Y creo que hay una forma de definir al ser femenino en la generación anterior, en cierto círculo social que condicionó la libertad de ustedes. Porque, carajo, en definitiva lo que elegías era cercenar tu propia libertad al crearte esta "jaula". A mí me perturba estar haciendo lo mismo en mi relación actual.
-Te perturba que tu mujer esté haciendo eso con vos.
-Y yo con ella.
-Y siempre en nombre de estar viviendo "un gran amor".
-Exacto.
-De todos modos, yo no descarto que se pueda vivir un gran amor. Pero las cosas siempre están en movimiento. Es ridículo creer que todo se va a quedar igual. Cuando un tipo de 31 años me dice que se quiere separar porque ya no es lo mismo, no sé, pienso que esa no es respuesta. Porque ¡claro que no es lo mismo! ¿Lo mismo con respecto a qué? ¿A diez años atrás? ¡Hay que pensar un poco más! O mejor dicho, hay que animarse a sentir. Pero había un miedo muy fuerte a eso. Incluso creo que negarse a hablarme forma parte de no querer sentirse vulnerable frente a mi. Y eso es muy triste también porque me coloca en un lugar horrible de "con vos no se puede hablar". Y bueno, me tengo que hacer cargo de ese "no se puede hablar", más allá de su cobardía, obvio.
-¿Y qué queda después, Flor?
-Para mí el amor siempre fue muy importante. Cualquier tipo de amor. Y sé que va a estar siempre.
-Sí, de eso no hay dudas, pero si después de lo que viviste el amor se resignifica de manera tal que sabés que cierto tipo de amor profundo nunca más se va a repetir, ¿qué esperanzas se tienen de volver a vivir un amor trascendente?
-Quizás no me expliqué bien. Todo amor para mí es trascendente. Pero así soy yo. Lo que no voy a volver a repetir es la jaula. No al menos en eso. Me mandaré otras cagadas. Pero no esa. El amor no puede ser sólo un refugio del mundo. Tiene que ser también un motor. Quizás creas que soy una ingenua. Pero nunca voy a ser una persona escéptica. No está en mí ser así. El amor, para mí, es lo más importante en esta vida. Pero ese amor puede venir de la mano de gente muy diversa. No tiene que ser un esposo. Un amante puede ser trascendente. Un amigo puede ser trascendente. Un hermano. Un padre. Un hijo. Hay miles de formas de experimentar el amor. Y que el entorno piense lo que quiera.
-Ah, claro, eso ni hablar. El entorno que se cague.
-Bueno, pero eso no es tan obvio. Es increíble el daño que puede hacer el entorno. Lo que puede desgastar y lastimar. Siempre el entorno te va a pedir que encajes en alguna estructura. Porque el entorno siempre quiere explicarte. No le gustan las personas que se salen del casillero. Y ahí te quedás, tratando de emparchar estructuras insostenibles que terminan por destruir tu esencia interna.
-Bueno, pero es necesario adaptarnos en cierto grado. El miedo a la soledad es terrible. El punto es el equilibrio, ¿no? Porque si uno de repente se encuentra intentando vivir en función de una circunstancia con la que no te identificás... en fin, entrás en crisis con lo que sos.
-Claro, por ejemplo, si vos sos un garca... y querés ser una buena persona, lo intentás, con todas tus fuerzas... pero tenés naturaleza de garca ¿qué vas a hacer? Y bueno, en algún punto vas a entrar en contradicción con vos mismo y te vas a mandar una gran cagada, ¿no?
-Jajajaja, claro. El problema es que el mundo está lleno de garcas que parecen buenos tipos.
-Vos sabés, a mi las diferencias nunca me asustaron. Pero algunas diferencias ¡casi me destruyen!
-No sé, yo tengo un tema con la reivindicación excesiva del sí mismo. Como también lo tengo con la dependencia extrema. Hay que poder superar esta dicotomía.
-Los que se reivindican a sí mismos en exceso son los que yo llamo egoístas. Un egoísta extremo no puede amar. No sabe. Tienen el enfoque en otro lado. Y tienen su problemas, obvio. Los extremadamente independientes son seres muy miedosos.
-Quizás el tema final sea la prioridad: qué es lo prioritario para la definición de uno mismo. Está claro que algo que está afuera de uno no debería ser prioridad. Pero ¿y el amor?
-El amor está adentro de uno.
-Yo no tengo la respuesta, eh, si eso es lo que estás esperando... Pero esta problemática es súper importante, Flor. No es novedosa pero lo veo como algo muy representativo de nuestra época.
-Yo creo que hay gente que se pregunta cosas y después están los que no se preguntan nada. Yo quiero juntarme con los que se preguntan cosas. Con los que se pegan la cabeza con el muro varias veces. Quizás sea riesgoso. Pero vale la pena.
-¿Vale la pena? Yo les quiero enseñar a mis hijos que vivir el amor vale la pena. Pero siento que la van a pasar mal.
-Mirá, cada vez que mis viejos piensan en como nos educaron a mi hermano y a mí se agarran la cabeza y dicen...¿para qué mundo educamos a nuestros hijos? Pero te voy a decir algo, desde mi lugar de hija, te respondo que está buenísimo.
-No sabés lo importante que es para mí esa respuesta.
Hacemos silencio.
Nos miramos.
La charla podría seguir, interminable. Han quedado muchas cosas por decir, como sucede siempre que nos vemos.
Ya es de noche y hace frío.
Nos levantamos del café y empezamos a caminar por las calles frías de Belgrano. Las horas han pasado y nos urge un poco de calor. En la parada del 152 me abraza fuerte para despedirse.
-Me alegra verte bien, íntegra, y saberte mi amiga.
-Lo mismo digo.
Me subo al colectivo y desde la ventana lo veo alejarse.
Afuera, hay luna.
-¿Te molesta si caminamos? Me gusta mucho caminar mientras hablamos.
-Bueno, caminemos.
-Qué loco es estar otra vez en estas calles con vos. Y qué bueno.
-Y pensar que hay gente que odia Belgrano... pero yo no puedo. Racionalmente siento que es un barrio horrible pero tiene estas calles, esta plaza...
Se ríe.
-¿En qué año nos conocimos, Flor?
-Y... por el 2000. El año en que fuimos con Guille a Bahía. Vos y Cynthia acababan de volver y nos juntamos con la excusa de que nos podían pasar datos interesantes.
-¡Totalmente! Ese encuentro fue delirante. No parábamos de hablar.
-Vos y yo no parábamos de hablar.
-Obvio.
Las horas empiezan a pasar. No tenemos reloj. En un determinado momento nos sentamos en un bar. Pedimos un capuchino, un café cortado en jarrito y medialunas para acompañar. El sol ya está bajando. Es ahí cuando la conversación se pone filosa.
-Por un lado hay un cierto apego a los límites, ¿no? Y también una manera de exaltar la existencia de uno que a su vez da pánico y genera terrible atracción. No sé muy bien a quién le robé este pensamiento pero así siento que viví mi vida y en cierta medida sentía que a vos te pasaba algo parecido. Por eso había ciertas cosas de tu vida que no me cerraban.
-Sí, algo de eso había. Pero yo también necesitaba calmarme, ¿entendés? Vivir al borde de la emoción era agotador. Lamentablemente no distinguí entre la calma real y una calma muerta. Supongo que tiene que ver con el peso de mis juicios que no me permitían romper la jaula. ¡Justo ahora vengo a descubrir que yo también tenía mi lado conservador! Claro que al lado de Guille, ¿quién se iba a dar cuenta?
-Puf, qué sinceridad, guacha. Estuve años esperando que me dieras una respuesta así, ¿sabés?
-Es que era algo impensable para mí.
-Flor, porque lo amabas. Cuando uno ama así hace concesiones, ¿no? Entonces perdonás cosas que quizás a otra persona jamás le perdonarías. Construís una moral. Ustedes, además, no siempre fueron así.
-No, es cierto, tuvimos una época dorada. Pero después todo se fue a la mierda. Incluso antes de que terminemos de la peor manera. Me doy cuenta de que en el último tiempo lo desconocí completamente. Me dediqué a a amar una imagen, una construcción. Todo cerraba hasta que ya no cerró más y la imagen se rompió en mi pedazos.
-Sí, bueno, empezando porque él es un garca y vos no.
-Pero fijate que no es tan simple porque él era funcional para mí. ¿Por qué me era funcional? Eso es lo que me entristece mucho. Yo a los veinte años era mucho más rígida que ahora, con una estructura mental que no me permitía vivir plenamente lo que en verdad pensaba. Y eso es malo, muy malo.
-Yo conjeturé mucho al respecto de todo esto. Muchas amigas a mi alrededor se hacen la misma pregunta. Y creo que hay una forma de definir al ser femenino en la generación anterior, en cierto círculo social que condicionó la libertad de ustedes. Porque, carajo, en definitiva lo que elegías era cercenar tu propia libertad al crearte esta "jaula". A mí me perturba estar haciendo lo mismo en mi relación actual.
-Te perturba que tu mujer esté haciendo eso con vos.
-Y yo con ella.
-Y siempre en nombre de estar viviendo "un gran amor".
-Exacto.
-De todos modos, yo no descarto que se pueda vivir un gran amor. Pero las cosas siempre están en movimiento. Es ridículo creer que todo se va a quedar igual. Cuando un tipo de 31 años me dice que se quiere separar porque ya no es lo mismo, no sé, pienso que esa no es respuesta. Porque ¡claro que no es lo mismo! ¿Lo mismo con respecto a qué? ¿A diez años atrás? ¡Hay que pensar un poco más! O mejor dicho, hay que animarse a sentir. Pero había un miedo muy fuerte a eso. Incluso creo que negarse a hablarme forma parte de no querer sentirse vulnerable frente a mi. Y eso es muy triste también porque me coloca en un lugar horrible de "con vos no se puede hablar". Y bueno, me tengo que hacer cargo de ese "no se puede hablar", más allá de su cobardía, obvio.
-¿Y qué queda después, Flor?
-Para mí el amor siempre fue muy importante. Cualquier tipo de amor. Y sé que va a estar siempre.
-Sí, de eso no hay dudas, pero si después de lo que viviste el amor se resignifica de manera tal que sabés que cierto tipo de amor profundo nunca más se va a repetir, ¿qué esperanzas se tienen de volver a vivir un amor trascendente?
-Quizás no me expliqué bien. Todo amor para mí es trascendente. Pero así soy yo. Lo que no voy a volver a repetir es la jaula. No al menos en eso. Me mandaré otras cagadas. Pero no esa. El amor no puede ser sólo un refugio del mundo. Tiene que ser también un motor. Quizás creas que soy una ingenua. Pero nunca voy a ser una persona escéptica. No está en mí ser así. El amor, para mí, es lo más importante en esta vida. Pero ese amor puede venir de la mano de gente muy diversa. No tiene que ser un esposo. Un amante puede ser trascendente. Un amigo puede ser trascendente. Un hermano. Un padre. Un hijo. Hay miles de formas de experimentar el amor. Y que el entorno piense lo que quiera.
-Ah, claro, eso ni hablar. El entorno que se cague.
-Bueno, pero eso no es tan obvio. Es increíble el daño que puede hacer el entorno. Lo que puede desgastar y lastimar. Siempre el entorno te va a pedir que encajes en alguna estructura. Porque el entorno siempre quiere explicarte. No le gustan las personas que se salen del casillero. Y ahí te quedás, tratando de emparchar estructuras insostenibles que terminan por destruir tu esencia interna.
-Bueno, pero es necesario adaptarnos en cierto grado. El miedo a la soledad es terrible. El punto es el equilibrio, ¿no? Porque si uno de repente se encuentra intentando vivir en función de una circunstancia con la que no te identificás... en fin, entrás en crisis con lo que sos.
-Claro, por ejemplo, si vos sos un garca... y querés ser una buena persona, lo intentás, con todas tus fuerzas... pero tenés naturaleza de garca ¿qué vas a hacer? Y bueno, en algún punto vas a entrar en contradicción con vos mismo y te vas a mandar una gran cagada, ¿no?
-Jajajaja, claro. El problema es que el mundo está lleno de garcas que parecen buenos tipos.
-Vos sabés, a mi las diferencias nunca me asustaron. Pero algunas diferencias ¡casi me destruyen!
-No sé, yo tengo un tema con la reivindicación excesiva del sí mismo. Como también lo tengo con la dependencia extrema. Hay que poder superar esta dicotomía.
-Los que se reivindican a sí mismos en exceso son los que yo llamo egoístas. Un egoísta extremo no puede amar. No sabe. Tienen el enfoque en otro lado. Y tienen su problemas, obvio. Los extremadamente independientes son seres muy miedosos.
-Quizás el tema final sea la prioridad: qué es lo prioritario para la definición de uno mismo. Está claro que algo que está afuera de uno no debería ser prioridad. Pero ¿y el amor?
-El amor está adentro de uno.
-Yo no tengo la respuesta, eh, si eso es lo que estás esperando... Pero esta problemática es súper importante, Flor. No es novedosa pero lo veo como algo muy representativo de nuestra época.
-Yo creo que hay gente que se pregunta cosas y después están los que no se preguntan nada. Yo quiero juntarme con los que se preguntan cosas. Con los que se pegan la cabeza con el muro varias veces. Quizás sea riesgoso. Pero vale la pena.
-¿Vale la pena? Yo les quiero enseñar a mis hijos que vivir el amor vale la pena. Pero siento que la van a pasar mal.
-Mirá, cada vez que mis viejos piensan en como nos educaron a mi hermano y a mí se agarran la cabeza y dicen...¿para qué mundo educamos a nuestros hijos? Pero te voy a decir algo, desde mi lugar de hija, te respondo que está buenísimo.
-No sabés lo importante que es para mí esa respuesta.
Hacemos silencio.
Nos miramos.
La charla podría seguir, interminable. Han quedado muchas cosas por decir, como sucede siempre que nos vemos.
Ya es de noche y hace frío.
Nos levantamos del café y empezamos a caminar por las calles frías de Belgrano. Las horas han pasado y nos urge un poco de calor. En la parada del 152 me abraza fuerte para despedirse.
-Me alegra verte bien, íntegra, y saberte mi amiga.
-Lo mismo digo.
Me subo al colectivo y desde la ventana lo veo alejarse.
Afuera, hay luna.
13 comentarios:
casi casi que me largo a llorar en esta parte:
"...Todo amor para mí es trascendente. Pero así soy yo. Lo que no voy a volver a repetir es la jaula y la ceguera. No al menos en eso. Me mandaré otras cagadas. Pero no esa. El amor no puede ser sólo refugio. Tiene que ser también motor. Quizás creas que soy una ingenua. Pero nunca voy a ser una persona escéptica. No está en mí ser así ni me educaron así. El amor, para mí, es lo más importante en esta vida. Pero ese amor puede venir de la mano de gente muy diversa. No tiene que ser un esposo. Un amante puede ser trascendente. Un amigo puede ser trascendente. Un hermano. Un padre. Un hijo. Hay miles de formas de experimentar el amor. Los que no pueden, pobres de ellos. Y que el entorno piense lo que quiera..."
gracias che.
Me impresiona esta conversación, mucho, mucho, yo la tuve (no idéntica, claro) muy parecida, la gente nos quiere en moldes para no entrar en caos. Necesita poner en casilleros para tranquilizarse. Es cierto que el amor es todo. El amor en general. Pero amar a ciegas no es bueno. Yo lo hice y así me fue. Puse en el otro cosas que no eran de él, y no ví otras que debí haber visto. No hubo terceros pero qué importa. También me deshice pero me tuve que reinventar.
Un beso, Flor.
Ah! me olvidaba, yo también me pregunto para qué mundo estoy educando a Martín y me da mucho miedo. Espero que sepa luchar y creo que para eso lo tengo que educar pero sin quitarle la ternura.
Ahora si.
Little Miss Strange: De nada, si no nos ayudamos entre nosotros...:)
Vero: Te imagino teniendo esta conversación. Yo creo que el verdadero desafío está en amar al otro tal como es. No es fácil primero por lo que vos decís (poner cosas en el otro que no son de él) peor también, a veces, las personas que amamos ni siquiera saben ellas mismas como son. Y eso provoca mucho daño.
Respecto a tu hijo, Martín es super especial. Tiene tan buena estrella que no le va a resultar dificil hallar compañeros de ruta.
Flor, lluvia por razones menos bonitas, por ser presencia refrescante pero fugaz y arbitraria... Nací en Uruguay pero vivo aquí hace mucho. Es gracioso lo de los nombre, sabes? Y la manera en la que envejencen. Aquí todas las florencias son viejitas, pero hay niñas pequeñas con nombres que en la cuenca del plata han envejecido mucho...
Nos leemos, tocaya :)
Me siento tan reflejada en lo que te pasó, o lo que te pasa
"Pero ahora que todo se fue a la mierda (y de la peor forma) me doy cuenta de que me dediqué a cuidar a una persona que creí que amaba cuando en realidad resultó ser un espectro, una imagen espejo de lo que yo quería ver y de lo que él quería que yo viese. Incluso no sé si cuidar es la palabra. Me dediqué a "maternar" a esta persona. De su parte no sé qué hubo."
Muchas veces me siento reflejada en tus palabras... y es raro verse así en lo que le pasa a otra persona... de todos modos me gusta...
Hermoso espacio el suyo!
Mar!*
Flor: uruguaya! Claro. Ahora me cierra. Bienvenida al ruedo, entonces.
Cronopia: Gracias, los cronopios siempre son bienvenidos aquí. Buenas Salenas.
¡uf! ¡qué tardecita! ...a no olvidarse que entre andar por el mundo como ciegos, y andar como sabuseo con lupa está la posibilidad de saltar con lo ojos cerrados, y abrirlos una vez en el aire ;)
...en general justo ese es el momento ideal para un buen chiste y una carcajada profunda, para recordar que la vida es mejor cuando uno no se la toma demasiado en serio
te quiero florcita :)
Ana! Muy sabias palabras! La carcajada profunda nunca nunca NUNCA hay que perderla.
besos!
Llegué a tu blog hoy, y no se si por casualidad.
Primero leí Separarse en amorosidad, y ahora esto.
Justo ahora que mi cabeza y mi corazón no logran acomodarse.
Te voy a seguir leyendo, me gusta mucho tratar de encontrar respuestas mias a las preguntas que tus palabras me plantean.
Vero: me alegro que mis devaneos "filosóficos" sirvan de algo. Por supuesto que en los comentarios todos pueden acotar lo que crean necesario. Las conversaciones al final nunca son de a dos.
Hola, no sé si lo leas este comentario, no sé si volveré a pasar por este blog.
Pero este post me hizo llorar, porque es increíble como las relaciones son tan únicas y parecidas a la vez, y todo lo identificada q me siento. Hace un tiempo me dejó el que yo creí compañero para toda la vida... ilusa quizás, por adolescente, pero así lo creí...
Hace 4 meses llegó a mi vida un nuevo amor, y no podría ser de otra forma, no concibo la vida sin amor, pero sé que hay cosas q no repetiré y cosas q no dejaré de hacer... y así, como es la vida no? como alguien se lee así mismo y se emociona un poco tontamente... que bueno haber leído esto. No estoy tan loca.
=)
saludos
Hola inspirada,
Claro que leí tu comentario y ojalá vuelvas a pasar por el blog. Tu perfil no está disponible en blogger así que no pude ir a tu página (si es que la tenés). Como sea, si volvés a pasar, espero que el próximo post no te haga llorar mucho.
un beso,
Flor.
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