miércoles, 29 de junio de 2011
La tarde iluminada
Ayer falté a la rutina del martes. Entre otras cosas no tuve terapia lacaniosa (no, no me escapé, eh). Vinieron Sol y Lau a casa. Después llegó Nico que se quedó charlando con Lau. Me gusta que mis amigas se hagan amigas de Nico. Le quiero devolver el favor de haberme regalado en el momento justo a dos de sus amigas: Ushka y Pau. Terminamos tomando mate (Nico no, se hizo un capuchino bien espumoso), comiendo galletas caseritas (hechas por la señora del barrio que le vende al almacén de la esquina) y riéndonos mucho. Cuando se fueron, Lau me mandó un texto que decía: "Nico es una luz y sus palabras me iluminaron la tarde. Decíselo. Y decile que gracias."
martes, 28 de junio de 2011
Olor a libros
Las bibliotecas llegaron finalmente y ahora hay que pintarlas. Ayer las subimos al piso de más arriba, dos tramos por escalera y quedamos exhaustos. Tuvimos que descolgar un cuadro. Las paredes de esta casa se acaban, aunque ustedes no lo crean. Todo está inundado de olor a pino. Pronto tendrá olor a esmalte sintético y a solvente. Pero está bien. Si andamos todos resfriados.
sábado, 25 de junio de 2011
viernes, 24 de junio de 2011
Dormir bien
Me despierto despatarrada por toda la cama bajo un magnífico plumón color violeta -nueva adquisisión desde que el muchacho se mudó conmigo- y veo que Nico ya se despertó y salió a trabajar. Es un poco tarde pero no importa porque hoy puedo remolonear en la cama. Igual, al principio la sensación de estar en el medio de la cama sola me confunde un poco (y pensar que hasta hace no mucho me encantaba, qué animal de costumbres somos, Dios). Me levanto y el frío de cuarto me muerde el cuerpo, me emponcho con lo primero que encuentro, bajo a la cocina y me hago un mate caliente. Después empiezo a chequear mails. En eso veo que Nico me habla por una ventanita del chat:
Nicolás: Hola amor, ¿ya te despertaste?
Valga la redundancia, ¿no?
Nicolás: Hola amor, ¿ya te despertaste?
yo: Hace un ratito, ¿cómo estás?
Nicolás: Bien, ¿dormiste bien?
yo: Sí, pero vos ¿dormiste conmigo?
Nicolás: jajaja, ¡claro que dormí con vos! Dormí tan bien que me quedé dormido.Nicolás: Bien, ¿dormiste bien?
yo: Sí, pero vos ¿dormiste conmigo?
Valga la redundancia, ¿no?
jueves, 23 de junio de 2011
"Lacaniosas"
Ushka: Hola Flor
Yo: Hola Ush
Ushka: ¿Cómo va?
Yo: Bien, todo bien, tomando unos mates y mirando mails, esas cosas...
Ushka: Muy bien, yo también estoy con unos matecitos calentitos.Yo: ¿ Nos tomamos uno mates cibernéticos?
Ushka: Bueno.
Ushka: Bueno.
Yo: Che, me dejó boquiabierta el comentario que hiciste en mi blog sobre Lacan.
Ushka: ¡Sí! jajaja
Yo: Y yo que estaba re decepcionada y triste...
Ushka: Bueno, es que encontrar algo de la verdad subjetiva no es siempre alegre.
Yo: Ese día volví a casa y le dije a Nico: creo que no quiero hacer más terapia, me quedo sufriendo cada vez que voy.
Ushka: Y yo que casi ni posteo el comentario porque pensé: "van a decir que soy lacaniosa".
Yo: Nah, ¡estuvo perfecto! Me encantó, me alivió incluso.
Ushka: ¡Ja! Buenísimo
Yo: Porque lo extraño es que cuando atacan a los freudianos lacanianos yo los empiezo a defender a capa y espada. Pero es muy contradictorio defender a la terapia "que me hace sufrir".
Ushka: bueno, no te olvides que el análisis lo inventó un judío.
Yo: ...
Ushka: ¿Dónde querías ir a sufrir vos? ¿A clases de patín sobre hielo?
Yo: Tenés razon (no me sale el acento judío por el teclado).
Ushka: Se pierde, una lástima.
Yo: Llamame si querés y te lo digo, mejor.
Ushka: Es que es horrible ser judío por chat.
Ushka: Es que es horrible ser judío por chat.
miércoles, 22 de junio de 2011
Indignación de Philip Roth
Indignación de Philip Roth (Mondadori, 2009) estuvo dando vueltas en mi mesita de luz un tiempo largo. Es cortito, contundente y revelador. Corre el año 1951 para un estudiante judío de 18 años en Estados Unidos y la guerra de Corea es una amenaza para su futuro inmediato. El despertar de su vida se confunde con una posible muerte en combate. Marcus Messner, judío de nacimiento, que ha leído a Bertrand Russell en el instituto, hijo de un carnicero kosher que enloquece cuando su hijo cumple la mayoría de edad, elige una universidad lo suficientemente lejos de su casa para escapar de la locura de su padre. Es joven, es ateo, está ansioso por aprender todo lo más que pueda y ser el primero de su promoción. Por lo demás, la universidad es una forma de retrasar la llamada al frente. Pero el mundo nunca es perfecto y hay una guerra en Corea, su padre ha enloquecido pensando que su hijo desperdiciará su vida en una casa de putas, el Decano de la universidad lo increpa porque Messner no parece llevarse bien con sus compañeros muy adeptos a las fraternidades y, para colmo, Marcus se enamora por primera vez de una chica que ha querido abrirse las venas y morir desangrada -tal como su padre desangra a los pollos-. Indignación está plagado de indignación, de estallidos de furia que salpican de a cachos el libro mientras una guerra infame se lleva la vida miles de jóvenes norteamericanos que apenas han comenzado sus vidas. Una crítica brutal a una sociedad que se ha vuelto loca, que desprecia los valores de la vida y ensalza a los que saben sonreir y esconder el brazo. Con una prosa demoledora y el humor que caracteriza a Roth este libro se lee de un tirón.
Para qué sirven agunos mails
Escribo una carta por el sólo hecho de que quiero escribir. ¿A cuantos más les habrá pasado?
martes, 21 de junio de 2011
¿A qué te dedicás?
Le digo que entro a una librería y abro un libro de Medicina Tradicional China. Leo la dedicatoria del autor que dice: "A Menganito. A Fulanito. Y a todos aquellos que dedican sus vidas a calmar el dolor de otros". Termino de leer esta frase y como si un rayo fulminante me hubiera estallado en la cabeza empiezo a llorar. "A todos aquellos ... calmar el dolor... de otros".
-¿No sabías que era eso lo que estabas haciendo?
-Y... parece que no.
-¿No sabías que era eso lo que estabas haciendo?
-Y... parece que no.
Para calmar el dolor
Vuelvo a casa en el 152 con un paquete en las manos. Es un hornito para esencias que compré para el cuarto de shiatsu. Me gusta porque da una luz muy linda y a la vez puedo perfumar de lavanda y vergamota -una combinación deliciosa- el ambiente. Además me traje un disco con mantras donde Deva Premal canta junto a unos monjes tibetanos.
Al lado mío, una mujer joven de ojos rasgados -ascendencia oriental, claramente- lleva una mochila violeta Jansport que, cuando la abre, veo que dentro lleva un frasco de alcohol, gasas, frasquitos de todos los tamaños que me hacen pensar que es enfermera o está estudiando para serlo.
Y me da gracia, qué se yo.
Al lado mío, una mujer joven de ojos rasgados -ascendencia oriental, claramente- lleva una mochila violeta Jansport que, cuando la abre, veo que dentro lleva un frasco de alcohol, gasas, frasquitos de todos los tamaños que me hacen pensar que es enfermera o está estudiando para serlo.
Y me da gracia, qué se yo.
Límites de la terapia
Cuando uno intenta conocerse sólo mediante el lenguaje se topa con un límite. Porque el lenguaje no lo es todo. Es una parte muy importante pero no lo es todo. Yo puedo decir algo -repetirlo- pero no saberlo realmente. Eso es conocimiento robado. Cuando empiezo a saber lo que digo todo cobra otro color. ¿Y cómo logro saberlo? No lo sé. Es un pantallazo. Una circunvalación nueva se dibuja en mi arrugado cerebro. Es un calor que proviene de adentro y me dice que por ahí sí y por ahí no. Un calor y una música. También es un sabor. Mi espalda canta agudos y graves. Disonancias. Mi plexo solar, resonancias. Pero si la palabra es certera, ah, eso es muy bueno. Pero raras veces se da.
lunes, 20 de junio de 2011
¿Quién es Gabriel?
Resulta que ayer, en el día del padre, hicimos una comilona con la familia para agasajar a mi progenitor. Un pollo que hacía mucho queríamos hacer y que lo habíamos sacado de una receta de Nigella. El plato consistía en hacer un pollo al horno con limones cortados en octavos (con cáscara y todo, por eso la importancia de que los limones no tuvieran agrotóxicos).
Al presentar el pollo explicamos que los limones se podían comer (quedan espectaculares) y por supuesto aclaramos que los limones son inofensivos, que son de Gabriel, que este año hubo buena cosecha.
El amuerzo resultó un éxito.
Al rato, en la sobremesa, Lau mira el jardín y exclama: ¡qué lindo que está el limonero!
Claro, le decimos, ese es Gabriel. Los limones son de él.
Laura nos mira desconcertada.
-Yo pensé que Gabriel era un señor que les proveía verdura orgánica y esas cosas.
Es que Gabriel es todo un señor limonero.
sábado, 18 de junio de 2011
Gripe
Lunes. Vértigo en la nariz. Picazón en los ojos. Lo atribuyo al movimiento de libros y al polvillo que eso despierta. Pero no. A medida que pasan las horas me doy cuenta: me resfrié. Me digo que no es nada, un poco de mocos y nada más. Pronto estaré bien. Martes. Estoy mejor. Estoy mejor. Estoy mejor. Es como un mantra que me digo a mí misma. Cancelo dos sesiones a la mañana. Descanso. Aprovecho para leer. No me siento tan mal, estoy descansando. Mañana será otro día. Cortaré este resfrío de cuajo. Disfruto de estas horas de ocio. Me doy el gusto de comer bien, de ordenar algunos papeles que daban vueltas por ahí esperando la oportunidad. Por la noche vamos a cenar a lo de Zully. Miércoles. Ya no me siento tan bien. Estoy peor. No tengo fiebre pero siento el cuerpo apaleado. Pero no tengo fiebre. NO TENGO FIEBRE. Que conste, eh. Jueves. Perdí la batalla contra el bienestar. Soy un escracho. Una nube de mocos me inunda el cerebro. Picazón en los oídos. Aliento a topo muerto. Me doy por enferma. Cancelo todo. Chau, mundo, no me jodan. Viernes. Repentino bienestar. Nariz semi destapada. Me doy un baño de vapor. Alivia. Ah, el mundo es maravilloso.
viernes, 17 de junio de 2011
Homenaje de una amiga
Cuando el papá de Nico murió una querida amiga nuestra estaba lejos de Buenos Aires. Desde la distancia nos brindó palabras de fuerza y nos mandó un abrazo grande. Más tarde, cara a cara, me confesó lo triste e impotente que se había sentido al no haber podido estar en un momento tan terrible. De esa tristeza e impotencia nacieron una serie de fotos que Paula sacó en honor a la pérdida. Me dijo: "había tanta belleza a mi alrededor que quise hacerle un honor a Nico y al papá de Nico. Saqué estas fotos pensando en ellos".
Les dejo una de las fotos de esta hermosa serie. Vaya si no captó la belleza.
Les dejo una de las fotos de esta hermosa serie. Vaya si no captó la belleza.
Árbol invertido y Cielo Azul con nube (Foto para Nico)
Los Hornillos - Córdoba - Argentina - Marzo 2011
jueves, 16 de junio de 2011
miércoles, 15 de junio de 2011
El frasquito (1973)
El frasquito (Edhasa, 2009) de Luis Guzmán me perturba. Ya desde el comienzo me parece revulsivo y, sin embargo, quiero seguir leyéndolo. Guzmán es así. Me pasó lo mismo con Villa. No puedo soltarlo. Su prosa me aniquila, aniquila todo lo que hay a mi alrededor, me empiezo a perder en el río de la conciencia. No importa si voy colgada en el colectivo en hora pico. Saco el librito que es chiquito, cortito, fácil de maniobrar y lo termino de sopetón. El frasquito se lee con la música de Gardel de fondo. Hay algo fascinante en su prosa, como si se derramara un líquido. Todos sabemos que los líquidos son informes y no tienen bordes.
Cuentas pendientes (Anagrama, 2010)
La lectura del último libro de Martín Kohan me sorprende. Uno abre su Cuentas pendientes (Anagrama, 2010) y se encuentra con un viejo de ochenta años que no puede recordar qué hace parado frente a una heladera casi vacía. La prosa, si se me permite decirlo, es detallista e inexorable. Para colmo, ya en el primer capítulo el tipo se mancha con clara de huevo (era cantado que elegiría el huevo crudo), olvida las cosas, arrastra los pies al caminar, vive rodeado de inmundicia, ya no puede coger. La prosa magistral de Kohan no pierde registro de ningún olor, ningún ruido, ningún color. Allí está, presente, desplegándose como siempre lo ha hecho, sólo que esta vez se ensaña con este personaje patético. Al terminar el primer capítulo me dan ganas de revolear el libro. ¿Por qué tanto patetismo? ¿Por qué?
Tengo para mí que Gimenez. Ah, esto es buenísimo. Se me había pasado por alto esta construcción gramatical tan extraña para el comienzo de un libro. Tengo para mí que. Un incipit que resume todo. Uno se imagina entonces a alguien inventando a Gimenez. El dilema de la voz que narra. ¿Quién narra aquí? Y la numeración de los capítulos: ese pasaje de los números romanos al sistema decimal. Y luego, las palabras. La imposibilidad de diálogo entre la cultura de masas y la cultura alta. Dos mundos contrapuestos.
Y qué pasa con Inesita. Yo quería saber qué pasa con Inesita que a fin de cuentas no se llama Inesita sino Mercedes. Por Mercedes Sosa, le dice Gimenez al profesor. Pero este Gimenez habla por sí mismo, o mejor dicho, un narrador omniciente lo hace hablar. Este narrador está por encima de la voz del profesor - de esa primera persona engañosa- y ha puesto en jaque su propia existencia. ¿Cómo? ¿La hija de Gimenez no se llama Inesita? ¿No es acaso hija de desaparecidos? ¿No es Gimenez, entonces, un personaje nefasto que en complicidad con Vilanoma ha robado este bebé de los brazos de su madre? Y no, se llama Mercedes. Por Mercedes Sosa.
Cuando Gimenez le pregunta al profesor de qué se trata su novela éste no responde con una historia sino con un montón de términos teóricos. El diálogo entre la cultura alta y la cultura de masas, apocalípticos e integrados, un poco de Eco, otro poco de Adorno. ¿Y la historia? La historia, mi amigo, es lo que estamos leyendo. Es lo que nosotros, lectores, leemos. Es esta conversación, este café entre Gimenez y el profesor, es la eterna pregunta que se ha hecho Kohan en varios de sus libros y que se manifiesta muy claramente en Segundos afuera. Ledesma y Verani y la imposibilidad de un diálogo, la imposibilidad de compartir un código "como tan claramente lo demostró Roman Jakobson".
Pero aquí nadie se salva. Ni siquiera el profesor. Hay muchas cuentas pendientes en este libro. Todo pende de un hilo narrativo. El profesor vuelve a su casa y su vida no es menos patética que la de Gimenez. Y entonces pensamos "tengo para mí que el profesor", ¿no? Y así nos quedamos recostados en la cama, panza arriba con el libro en las manos, mirando las rendijas de una persiana baja. Nosotros lectores, imaginamos la vida de este escritor que vuelve empapapado a su casa y es un pobre cornudo porque su mujer se acuesta con un tal Antúnez. Y así. La imaginación. Todo vuelve a rodar. Tengo para mí que. Y de eso se trata.
Tengo para mí que Gimenez. Ah, esto es buenísimo. Se me había pasado por alto esta construcción gramatical tan extraña para el comienzo de un libro. Tengo para mí que. Un incipit que resume todo. Uno se imagina entonces a alguien inventando a Gimenez. El dilema de la voz que narra. ¿Quién narra aquí? Y la numeración de los capítulos: ese pasaje de los números romanos al sistema decimal. Y luego, las palabras. La imposibilidad de diálogo entre la cultura de masas y la cultura alta. Dos mundos contrapuestos.
Y qué pasa con Inesita. Yo quería saber qué pasa con Inesita que a fin de cuentas no se llama Inesita sino Mercedes. Por Mercedes Sosa, le dice Gimenez al profesor. Pero este Gimenez habla por sí mismo, o mejor dicho, un narrador omniciente lo hace hablar. Este narrador está por encima de la voz del profesor - de esa primera persona engañosa- y ha puesto en jaque su propia existencia. ¿Cómo? ¿La hija de Gimenez no se llama Inesita? ¿No es acaso hija de desaparecidos? ¿No es Gimenez, entonces, un personaje nefasto que en complicidad con Vilanoma ha robado este bebé de los brazos de su madre? Y no, se llama Mercedes. Por Mercedes Sosa.
Cuando Gimenez le pregunta al profesor de qué se trata su novela éste no responde con una historia sino con un montón de términos teóricos. El diálogo entre la cultura alta y la cultura de masas, apocalípticos e integrados, un poco de Eco, otro poco de Adorno. ¿Y la historia? La historia, mi amigo, es lo que estamos leyendo. Es lo que nosotros, lectores, leemos. Es esta conversación, este café entre Gimenez y el profesor, es la eterna pregunta que se ha hecho Kohan en varios de sus libros y que se manifiesta muy claramente en Segundos afuera. Ledesma y Verani y la imposibilidad de un diálogo, la imposibilidad de compartir un código "como tan claramente lo demostró Roman Jakobson".
Pero aquí nadie se salva. Ni siquiera el profesor. Hay muchas cuentas pendientes en este libro. Todo pende de un hilo narrativo. El profesor vuelve a su casa y su vida no es menos patética que la de Gimenez. Y entonces pensamos "tengo para mí que el profesor", ¿no? Y así nos quedamos recostados en la cama, panza arriba con el libro en las manos, mirando las rendijas de una persiana baja. Nosotros lectores, imaginamos la vida de este escritor que vuelve empapapado a su casa y es un pobre cornudo porque su mujer se acuesta con un tal Antúnez. Y así. La imaginación. Todo vuelve a rodar. Tengo para mí que. Y de eso se trata.
martes, 14 de junio de 2011
La biblioteca de casa
Paso la tarde de ayer ordenando libros. Me encanta revolver entre las hojas y sacar de ahí papelitos con anotaciones, post it de colores, señaladores viejos de librerías que ya no existen. Me gusta mucho también releer dedicatorias. Son como cartitas breves, mínimas de amigos que sigo viendo y otros que no. Pequeños haikus epistolares.
A todos los libros les voy sacando el polvo, los cambio de lugar, hago espacio en la nueva biblioteca azul. Los libros, mal que nos pese, no tienen aún un orden porque nos faltan encargar más bibliotecas y traer más cajas pero, de a poco, se va bosquejando la biblioteca entera. (El orden de los libros será un tema a discutir, escucho propuestas. Yo soy de las que ordenan por orden temático y N por orden alfabético. Ya discutimos esto pero seguimos sin saber. Tiene que ver con la búsqueda. Yo no busco nombres sino temas. Pero ese es otro tema y ya me fui por las ramas).
Ayer encontré entre sus libros La historia de mi máquina de escribir. Es una hermosa edición de un texto de Paul Auster que le regalé a Nico en 2007 cuando nos juntábamos una vez cada año en el coffee Store a tomar café y charlar. Me acuerdo de haber visto ese libro y haber pensado: es para él. Era para él. Lo compré apenas lo vi pero lo guardé muchos meses porque no nos veíamos nunca. Creo que Nico es la única persona que conozco (además de otra gente mayor que yo) que en verdad usó su máquina de escribir para escribir sus textos. Este libro es bellísimo y ahora está acá en estos estantes. Otra vez.
A todos los libros les voy sacando el polvo, los cambio de lugar, hago espacio en la nueva biblioteca azul. Los libros, mal que nos pese, no tienen aún un orden porque nos faltan encargar más bibliotecas y traer más cajas pero, de a poco, se va bosquejando la biblioteca entera. (El orden de los libros será un tema a discutir, escucho propuestas. Yo soy de las que ordenan por orden temático y N por orden alfabético. Ya discutimos esto pero seguimos sin saber. Tiene que ver con la búsqueda. Yo no busco nombres sino temas. Pero ese es otro tema y ya me fui por las ramas).
Ayer encontré entre sus libros La historia de mi máquina de escribir. Es una hermosa edición de un texto de Paul Auster que le regalé a Nico en 2007 cuando nos juntábamos una vez cada año en el coffee Store a tomar café y charlar. Me acuerdo de haber visto ese libro y haber pensado: es para él. Era para él. Lo compré apenas lo vi pero lo guardé muchos meses porque no nos veíamos nunca. Creo que Nico es la única persona que conozco (además de otra gente mayor que yo) que en verdad usó su máquina de escribir para escribir sus textos. Este libro es bellísimo y ahora está acá en estos estantes. Otra vez.
viernes, 10 de junio de 2011
"No se caiga usted"
Inauguro nuevamente este viejo blog con este fragmento de mail que recibí de Gaby Carrión:
Cuando ya se oscurecía, los tigres se comían a las gentes. Y en este sol vivían los gigantes.
Decían los viejos, que los gigantes así se saludaban: "no se caiga usted", porque quien se caía, se caía para siempre.
fragmento de "Los soles o edades que han existido", Literatura en Lengua Náhuatl, versión de Miguel León Portilla
Elijo este fragmento que tanto me gusta para levantar mi mano, mover los dedos en semicírculo derecha izquierda derecha izquierda, una y otra vez. Después del saludo, te cuento que así sintonizo con tu "Evening comes","salta y aparecerá la red". Y mirá lo contagiosas que son las palabras que nos llegan al corazón: después de dejarte la cita-comentario, llevé la frase zen a otra parte, escuché las voces y me quedé sintiendo, navegando entre lo que me viene dando vuelta (y me deja al revés, pero reversible) de un tiempo a esta parte. Lo decible sería más o menos esto: "No tengas miedo. Arriesgate. Jugá los juegos peligrosos. Pase lo que pase". Sin duda lo indecible es mucho más y tan. En esas vibraciones y sintonías cósmicas me ando explorando...En medio de todo eso, están mis lecturas de vos. Tus palabras me hacen bien. ¡Sos terapeuta a través de ellas también! Lo agradezco y celebro, entrañalmente.
Gracias Gaby.
Le diste a este blog su razón de ser.
Cuando ya se oscurecía, los tigres se comían a las gentes. Y en este sol vivían los gigantes.
Decían los viejos, que los gigantes así se saludaban: "no se caiga usted", porque quien se caía, se caía para siempre.
fragmento de "Los soles o edades que han existido", Literatura en Lengua Náhuatl, versión de Miguel León Portilla
Elijo este fragmento que tanto me gusta para levantar mi mano, mover los dedos en semicírculo derecha izquierda derecha izquierda, una y otra vez. Después del saludo, te cuento que así sintonizo con tu "Evening comes","salta y aparecerá la red". Y mirá lo contagiosas que son las palabras que nos llegan al corazón: después de dejarte la cita-comentario, llevé la frase zen a otra parte, escuché las voces y me quedé sintiendo, navegando entre lo que me viene dando vuelta (y me deja al revés, pero reversible) de un tiempo a esta parte. Lo decible sería más o menos esto: "No tengas miedo. Arriesgate. Jugá los juegos peligrosos. Pase lo que pase". Sin duda lo indecible es mucho más y tan. En esas vibraciones y sintonías cósmicas me ando explorando...En medio de todo eso, están mis lecturas de vos. Tus palabras me hacen bien. ¡Sos terapeuta a través de ellas también! Lo agradezco y celebro, entrañalmente.
Gracias Gaby.
Le diste a este blog su razón de ser.
jueves, 9 de junio de 2011
Flor
Voy a visitar a un amigo que hace mucho que vive en Irlanda y está acá en Buenos Aires con su hijito de tres años y su mujer. Al llegar al depto donde están parando los veo tirados en la alfombra jugando con plastilina. El hijito de mi amigo chapurrea un inglés bastante inteligible y, de vez en cuando, si le preguntan cómo se dice algo en castellano, dice alguna que otra palabra en nuestra lengua.
-¡Hola, Flor! ¡Arran, mirá, ella es mi amiga Flor!
Arran me mira un segundo y luego sigue jugando con su plastilina.
-Hacele un oso a Flor. ¿Sabés hacer un oso?
-...
-¿Sabés lo que es "oso"?
-I'm going to do a flower.
-Ah, una flor para Flor, muy bien, ¡muy acertado!
Arran me da una masa informe de plastilina violeta sin antes aclararme que la flor tiene una espina.
Una espina, ¿entendés?
Tiene tres años y ya sabe que hay flores que tienen espinas.
Arran, te ganaste todo mi respeto.
-¡Hola, Flor! ¡Arran, mirá, ella es mi amiga Flor!
Arran me mira un segundo y luego sigue jugando con su plastilina.
-Hacele un oso a Flor. ¿Sabés hacer un oso?
-...
-¿Sabés lo que es "oso"?
-I'm going to do a flower.
-Ah, una flor para Flor, muy bien, ¡muy acertado!
Arran me da una masa informe de plastilina violeta sin antes aclararme que la flor tiene una espina.
Una espina, ¿entendés?
Tiene tres años y ya sabe que hay flores que tienen espinas.
Arran, te ganaste todo mi respeto.
jueves, 2 de junio de 2011
Mudar estrellas
El hombre que amo tenía en su cuarto un cielo estrellado. Cuatro paredes tapizadas de libros, pipas y discos. Algunos prendas de vestir en un armario y más libros, discos y cuadernos. Hojas de colores, sobres, reglas, latas de tabaco, cartucheras, agendas a medio escribir, guiones a medio hacer. Películas en dvd y en vhs. Libros que hizo para otras personas, objetos que diseñó cuando estaba en alguna de las dos universidades a las que fue, enciclopedias gruesas y abrigadas de palabras. Instrumentos varios, dos parlantes conectados a un equipo de música, cuadros y posters que nunca enmarcó ni colgó. Regalos a medio abrir, dedicatorias, fotos y una caja de cigarros Romeo y Julieta donde están guardadas las cartas que le escribí a los 18 años.
En un estante de una biblioteca encuentro una alianza. Este hombre guardó la alianza de cuando nuestro amor era jovencito e inexperto, de cuando éramos pura pólvora y poca experiencia. Porque el hombre que amo guarda muchas cosas, muchos cielos estrellados. No descarta ninguno y a todos les rinde tributo. El hombre que amo tiene un corazón de oro y eso es tan verdad como que el cielo tiene estrellas.
De a poco hoy vamos mudando las estrellas.
En un estante de una biblioteca encuentro una alianza. Este hombre guardó la alianza de cuando nuestro amor era jovencito e inexperto, de cuando éramos pura pólvora y poca experiencia. Porque el hombre que amo guarda muchas cosas, muchos cielos estrellados. No descarta ninguno y a todos les rinde tributo. El hombre que amo tiene un corazón de oro y eso es tan verdad como que el cielo tiene estrellas.
De a poco hoy vamos mudando las estrellas.
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