Hace un año que no nos veíamos. O más. Ya no me acuerdo. Lo que sí me acuerdo es que hace varios años que yo no le hacía un regalo para su cumpleaños. Por eso, cuando encontré un regalo fabuloso decidí que iba a ser para él. Y entonces me llegó su mail. Escueto. Corto. Lo necesario para que media hora más tarde nos encontráramos a tomar un café.
Entre todas las cosas que dijo quisiera anotar esta:
No me gusta Buenos Aires. Acá nadie está feliz. Vas a un lugar y están todos con las caras así (pone cara larga). Yo no puedo ser feliz acá. Me hacen sentir culpables de mi felicidad. Yo quiero estar feliz. ¡Vamos, ni que esto fuera Kosovo!
1 comentario:
No sé por qué me hizo acordar a Salinger.
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