Acabo de dar una sesión de shiatsu en la Escuela. Mientras me cambio para irme, A me ofrece un mate. La hijita de A está con ella.
-Estoy aburrida, quiero salir -dice la nena.
Y entonces me acordé de cuando era chiquita y mi mamá me llevaba a
su trabajo. Mi mamá trabajaba en un laboratorio que quedaba en el cuarto piso del pabellón
2 de la Ciudad Universitaria. Para mí era fascinante ese lugar. Me paseaba por los pasillos del cuarto piso tratando de pasar desapercibida y adivinando qué hacía toda esa gente sentada frente a sus instrumentos estudiando.
-No es tan malo venir al trabajo de mamá, ¿no? Podés inventarte juegos.
Yo cuando era chiquita como vos también a veces acompañaba a mi mamá al
trabajo.
-¿Y dónde trabajaba tu mamá?
-En un laboratorio.
-¿Qué es un laboratorio?
-Un laboratorio es... un lugar donde trabajan científicos.
-¿Qué es un científico?
-Un científico es una persona que se hace preguntas y trata de contestarlas lo mejor posible.
A siente que tiene que intervenir y explica:
-Estudian, por ejemplo, cosas muy chiquitas como las bacterias. En los laboratorios.
-Ah.
Listo. La nena se va a jugar a otra parte y yo me quedo pensando en los científicos y en los laboratorios. Y en por qué ningún científico aún no se ha preguntado por qué el
shiatsu ayuda a levantar las defensas de un organismo. O por qué a veces acelera procesos infecciosos. O por qué es posible mejorar la
calidad de la sangre. O por qué los dolores articulares mejoran. O por
qué...
Y así.
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