Nos encontraríamos en Oui oui, en el barrio de Palermo. Nuestra relación en los últimos cinco años fue tan no no que me pareció un buen presagio.
Llegué temprano, caminé un rato y luego me senté en uno de esos bancos que hay en las esquinas palermitanas. Había sol y Palermo estaba hermoso,
con sus árboles, sus casas viejas, la gente despreocupada comenzando a almorzar, el
airecito primaveral.
Él también llegó temprano. Lo vi pasar cerca del banco donde estaba
sentada. Me sonreí porque su atuendo no tenía nada que ver con lo que yo recordaba de él. Pero su andar era el mismo.
-¡Guille!
Se dio vuelta y me miró. Se acercó sonriendo y me abrazó. Estaba distinto
pero era él. Mientras duró ese abrazo me empecé a reir. Él también. Es rara la risa, a veces.
-¡Por fin! - me dijo. -No sabía si eras vos, te había visto pero no me animé a acercarme por miedo a que no fueras.
-Vos también estás re distinto. ¡Esa campera de cuero!
-Sí, me estoy muriendo de calor.
-¿Vamos a Oui oui?
Seguíamos sonriendo. Nos mirábamos, nos tocábamos la ropa. ¿Sos vos? Sí, soy yo. Sos vos. Qué bueno.
Nos sentamos afuera, a la sombra de un gran árbol. Afortunadamente
estábamos separados del resto de la gente. Pedimos un sandwich
vegetariano y un bagel de pollo. Para tomar, una jarra de limonada muy
fresca con menta. El día estaba radiante. Yo me sentía radiante.
Finalmente estábamos frente a frente. Algo de su cara me recordó, de
pronto, una expresión suya de cuando tenía 11 años, en su casa de Villa
Urquiza. Ese recuerdo me hizo sonreir, se lo hice saber.
-Bueno, ¿querés jugar al Havestrash?*
-Ay... el Havestrash...
Hablamos mucho. De todo un poco y muy mezclado. Trajeron la comida y
mientras comíamos seguimos hablando. No había preguntas incómodas. No
había silencios incómodos. De hecho, no había nada incómodo aunque a
veces la temática, a primera vista, fuera incómoda. Hablamos de la
separación. Necesité contarle algunas cosas, sueños, sensaciones que
había tenido. Él agradeció que le confiara mis pensamientos. También
hablamos de otras cosas, de nuestras vidas de ahora, los deseos que se
cumplieron y los que no se cumplieron porque finalmente no eran importantes.
Pasado, presente.
No hablamos del futuro.
Oui oui y un mediodía soleado.
Encontrarse con la maravillosa sopresa de poder perdonar. Esa poderosa energía que es perdonar desde el corazón. Sentir que no hay ningún resentimiento y que mi
vida, luego de mucho trabajar, analizar, sentir y pulir está en un buen
lugar.
*Havestrash: dícese de un juego que
nunca está donde tiene que estar. Caleidoscopio, telescopio o preguntopio. Animal
salvaje, oriundo de África, cuya melena es parecida a la de un león. Acción de perdonar a alguien luego de haberlo querido mucho.
1 comentario:
Qué lindo, Flor. Me alegra. Un abrazo. <3
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