Por fin mi casa se asemeja a eso que yo soñaba cuando me mudé acá hace siete años.
¿Viste esa gente que dice: "yo me iría a vivir a un pueblo"?
El otro día hablaba con una amiga yogui y ella me decía: yo el pueblo me lo hice acá.
Y se puede. Posta que se puede.
¿Viste esa gente que un día harta de su vida se va de esa vida que tenía armada y deja todo todo y empieza de cero en otro lado?
El otro día hablaba con otra amiga que me decía: yo necesito transformar las cosas, no puedo simplemente tirarlas como si no hubieran existido.
Y se puede. Posta que se puede.
Me gusta tanto mi casa ahora.
Le faltará una mano de pintura pero el corazón está entero.
Y cuando el corazón de la casa de uno está entero ya está.
sábado, 27 de diciembre de 2014
sábado, 20 de diciembre de 2014
Las lenguas y el amor II
Con Nico aprendí a decir "les vaques" que es lo único asturiano que aprendí y fue gracias a que vimos Vientos de Agua juntos.
Todos los años me promete que me llevará Asturias.
Capaz...
Por lo demás, con él aprendí a "decir amor" que como todos sabemos es una lengua que no se puede escribir.
Todos los años me promete que me llevará Asturias.
Capaz...
Por lo demás, con él aprendí a "decir amor" que como todos sabemos es una lengua que no se puede escribir.
viernes, 19 de diciembre de 2014
Las lenguas y el amor
A los 17 años me enamoré de S. S era un argentino pero había vivido los seis años de su adolescencia en Canadá. Acababa de llegar a Buenos Aires con su familia para terminar el quinto año. S hablaba un francés precioso que me abrumaba. Quise enseguida aprender francés. Pero el amor fue lo que duró quinto año y sólo llegué a completar el primer nivel de la Alianza Francesa. No recuerdo gran cosa salvo el J' aime 2 choses/ toi et la rose/ la rose pour 1 jour/ toi pour toujours.
A los 21 me puse de novia con G (y duramos como una decena de años). G hablaba un portugués nativo porque había pasado su infancia en Río de Janeiro y San Pablo. Resultado de ello completé los seis niveles en el Centro de Estudos Brasileiros y hablo como si hubiera vivido alguna vez en Brasil (cosa que curiosamente jamás sucedió).
Una vez quise aprender italiano y era porque me había enamorado fugazmente de un talentoso músico que tenía mucho de tano aunque era de lo más argento. Fue tan fugaz mi italiano como ese amor. ¡Pero fue tan genial! De esa experiencia me quedó un libro de Ítalo Calvino que jamás devolví a la biblioteca de la Dante Alighieri.
A los 21 me puse de novia con G (y duramos como una decena de años). G hablaba un portugués nativo porque había pasado su infancia en Río de Janeiro y San Pablo. Resultado de ello completé los seis niveles en el Centro de Estudos Brasileiros y hablo como si hubiera vivido alguna vez en Brasil (cosa que curiosamente jamás sucedió).
Una vez quise aprender italiano y era porque me había enamorado fugazmente de un talentoso músico que tenía mucho de tano aunque era de lo más argento. Fue tan fugaz mi italiano como ese amor. ¡Pero fue tan genial! De esa experiencia me quedó un libro de Ítalo Calvino que jamás devolví a la biblioteca de la Dante Alighieri.
miércoles, 17 de diciembre de 2014
Walk
Siempre he sido amante de las buenas caminatas. Me gusta sentir que mis piernas me llevan a lugares que otro medio de transporte obligaría a saltearme. Pero he aprendido que a veces es necesario saltearse partes del mapa. No es necesario abarcarlo todo.
También he aprendido que cuando las cosas no salen a la primera ni a la segunda hay que seguir intentándolo si el deseo empuja a ello. Pero si el deseo me abandona, no vale la pena seguir por esa vía. Y entonces se hace preciso buscar otra senda, otra dirección.
Me sigo desprendiendo de capas y capas de telas, libros, retratos, armazones, estatuillas e ídolos falsos. Busco abrazar lo verdadero aunque eso duela porque es la única forma de vivir con intensidad.
Y si de intensidad se trata, he encontrado un compañero de ruta para este camino. Tiene dos cualidades que he llegado a descubrir que son muy importantes para mi: es inteligente y tiene un corazón inmenso. No son cualidades que abunden en el mundo pero él las tiene. Y con eso basta.
Creo que estoy bajando la montaña. Ya subí lo suficiente. En la llanura tal vez encuentre un poco de paz.
También he aprendido que cuando las cosas no salen a la primera ni a la segunda hay que seguir intentándolo si el deseo empuja a ello. Pero si el deseo me abandona, no vale la pena seguir por esa vía. Y entonces se hace preciso buscar otra senda, otra dirección.
Me sigo desprendiendo de capas y capas de telas, libros, retratos, armazones, estatuillas e ídolos falsos. Busco abrazar lo verdadero aunque eso duela porque es la única forma de vivir con intensidad.
Y si de intensidad se trata, he encontrado un compañero de ruta para este camino. Tiene dos cualidades que he llegado a descubrir que son muy importantes para mi: es inteligente y tiene un corazón inmenso. No son cualidades que abunden en el mundo pero él las tiene. Y con eso basta.
Creo que estoy bajando la montaña. Ya subí lo suficiente. En la llanura tal vez encuentre un poco de paz.
martes, 9 de diciembre de 2014
Ibbur
Ibbur (Hebreo: עיבור, “embarazo“o”impregnación“o”incubación“) es una de las formas de la transmigración del alma.
Ibbur es siempre bueno o positivo. Es la forma más positiva de
posesión y las más complicadas. Sucede cuando un alma justa o virtuosa decide a
ocupar al cuerpo de una persona viva por una época y ensambla o “impregna” el alma existente. Ibbur es siempre temporal y la
persona viva puede o no puede saber que ha ocurrido. La razón de Ibbur
es siempre benévola: el alma salida desea terminar una tarea importante,
de satisfacer una promesa, o de realizar una Mitzva (un deber religioso)
que se puede lograr solamente en la carne.
Algunos sabios cabalistas después de estudiar con meticulosidad sus escrituras llegaron a la conclusión de que por alguna razón desconocida en ocasiones el espíritu de una persona tomaba posesión del cuerpo de otra persona y le llenaba con el contacto más íntimo y perfecto que se pudiera imaginar. Como resultado, la persona que recibía a tal alma quedaba llena de sus conocimientos, sabiduría y esplendor porque generalmente esta posesión benéfica siempre era realizada por alguien de una gran evolución espiritual .
Para los cabalistas, el Ibbur era algo que explicaba algunas cosas, esa palabra definía el estado de algunos místicos que habían visto y oído lo que nadie había visto ni oído nunca y que cuando intentaban explicarlo se veían tan impotentes que solo usando la poesía o las paradojas podían dar una idea a los que escuchaban su relato de lo que habían sentido.
Algunos sabios cabalistas después de estudiar con meticulosidad sus escrituras llegaron a la conclusión de que por alguna razón desconocida en ocasiones el espíritu de una persona tomaba posesión del cuerpo de otra persona y le llenaba con el contacto más íntimo y perfecto que se pudiera imaginar. Como resultado, la persona que recibía a tal alma quedaba llena de sus conocimientos, sabiduría y esplendor porque generalmente esta posesión benéfica siempre era realizada por alguien de una gran evolución espiritual .
Para los cabalistas, el Ibbur era algo que explicaba algunas cosas, esa palabra definía el estado de algunos místicos que habían visto y oído lo que nadie había visto ni oído nunca y que cuando intentaban explicarlo se veían tan impotentes que solo usando la poesía o las paradojas podían dar una idea a los que escuchaban su relato de lo que habían sentido.
lunes, 8 de diciembre de 2014
El golem
Finalmente estoy leyendo El Golem de Gustav Meyrink.
En realidad tomé un libro al azar de los tantísimos que hay en la casa de mi padre pero Nico sugirió que su traducción era mejor. En casa nos pusimos a buscar su ejemplar y efectivamente comparando la primer página de uno y otro me decidí por el de Nico. Lo dejé allí un par de semanas, en mi mesa de luz. Incluso lo usé como apoya mate (sacrilegio) un par de veces para hablar por teléfono en la cama mientras me cebaba unos mates bien calentitos.
Lo empecé una vez. No llegué ni a la segunda página.
Lo empecé por segunda vez y... leí el primer capítulo.
Hoy lo empecé por tercera vez y sentía que el cerebro no me respondía. No podía seguir la oraciones. Se me perdía el predicado de la referencia.
¿Qué pasaba? Era yo o el libro era extremadamente oscuro y difícil.
Hoy googleé "El golem" y salió un artículo donde se hablaba de una nueva edición de El Golem en la editorial El Zorro Rojo, libros muy lindos si los hay.
Y el que escribía el artículo decía que Meyrink abusaba de las imágenes oníricas y que a veces no se entendía nada y que era una lástima.
O tal vez no hablaba tan mal del libro y yo interpreté eso porque era lo que me estaba pasando.
Después pensé: ¡pucha, si a mí me gustan las imágenes oníricas!
La cosa es que había que seguir. Había que seguir porque recién en el capítulo cuatro todo encajaba y se explicaban un montón de cosas imposibles de comprender en las primeras páginas.
Así que ahora no puedo parar de devorarme el libro de Meyrink, disfrutando de este día feriado, en la cama y con otro libro haciendo de apoya mate (perdón).
De esto deduzco fácilmente una cosa.
Si no le encontrás sentido a nada de nada de lo que te está pasando en este momento de la vida la única opción es seguir con la esperanza de que en el capítulo 4, tal vez, encajen algunas cosas.
Por ahora, eso.
En realidad tomé un libro al azar de los tantísimos que hay en la casa de mi padre pero Nico sugirió que su traducción era mejor. En casa nos pusimos a buscar su ejemplar y efectivamente comparando la primer página de uno y otro me decidí por el de Nico. Lo dejé allí un par de semanas, en mi mesa de luz. Incluso lo usé como apoya mate (sacrilegio) un par de veces para hablar por teléfono en la cama mientras me cebaba unos mates bien calentitos.
Lo empecé una vez. No llegué ni a la segunda página.
Lo empecé por segunda vez y... leí el primer capítulo.
Hoy lo empecé por tercera vez y sentía que el cerebro no me respondía. No podía seguir la oraciones. Se me perdía el predicado de la referencia.
¿Qué pasaba? Era yo o el libro era extremadamente oscuro y difícil.
Hoy googleé "El golem" y salió un artículo donde se hablaba de una nueva edición de El Golem en la editorial El Zorro Rojo, libros muy lindos si los hay.
Y el que escribía el artículo decía que Meyrink abusaba de las imágenes oníricas y que a veces no se entendía nada y que era una lástima.
O tal vez no hablaba tan mal del libro y yo interpreté eso porque era lo que me estaba pasando.
Después pensé: ¡pucha, si a mí me gustan las imágenes oníricas!
La cosa es que había que seguir. Había que seguir porque recién en el capítulo cuatro todo encajaba y se explicaban un montón de cosas imposibles de comprender en las primeras páginas.
Así que ahora no puedo parar de devorarme el libro de Meyrink, disfrutando de este día feriado, en la cama y con otro libro haciendo de apoya mate (perdón).
De esto deduzco fácilmente una cosa.
Si no le encontrás sentido a nada de nada de lo que te está pasando en este momento de la vida la única opción es seguir con la esperanza de que en el capítulo 4, tal vez, encajen algunas cosas.
Por ahora, eso.
sábado, 6 de diciembre de 2014
lunes, 1 de diciembre de 2014
Pequeños detalles
Estaba viendo una peli que me prestaron. No era muy buena pero se podía pasar el tiempo. Sólo había un detalle inmenso: una biblioteca que aparecía allí era hermosa.
Llegó Nico y me preguntó si valía la pena ver la peli. Le dije que sí. Sólo para ver esa biblioteca.
Detalles.
Llegó Nico y me preguntó si valía la pena ver la peli. Le dije que sí. Sólo para ver esa biblioteca.
Detalles.
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