Las chicharras hicieron su aparición este verano. Ahora sí, oficialmente, el verano se ha instalado. Las chicharras para mi son el sonido del verano en las quintas, pileta enorme y de agua helada, zambullidas, jardín, andar descalzos por la tierra, recoger piñas, la infancia antes de aprender a leer y a escribir.
Hay sonidos que pertenecen a determinados lugares. Hay sonidos naturales y sonidos culturales. Hay sonidos tecnológicos y sonidos nostálgicos.
Una tarde, tomando unos mates en el jardín de su casa, mi papá me contó que cuando él era muy joven tenía un compañero en la facultad que vivía en Olivos. Él no, él era de un barrio de la Capital Federal. Solían estudiar en su casa hasta altas horas de la madrugada.
-En la madrugada se escuchaba el sonido de un pájaro que yo nunca había escuchado en mi vida. Y era un pájaro que sólo se escuchaba acá y que años después lo reconocí.
-¿Qué pájaro era?
-Cuando cante te muestro.
Esperamos un rato y de pronto un gorjeo loco se escuchó entre los árboles.
-¡Ese es el pájaro!
Lo escuchamos en silencio. Era un canto desmesurado, poco común. Pero lo reconocí enseguida como un sonido del barrio.
En cambio para mi papá era un sonido de la nostalgia.
1 comentario:
es que los sonidos están muy ligados a nuestros lugares y nuestra experiencia. hoy el sonido de mi barrio está presente en el tren; y lo siento como algo muy bello, el sonido de quiénes viajan.
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