miércoles, 30 de junio de 2021

Misticismo del sonido

“Renuncié a mi música porque había recibido de ella todo lo que tenía que recibir. Para servir a Dios hay que sacrificar lo más querido por uno; y por eso sacrifiqué mi música. Yo había compuesto canciones, canté y toqué la veena; y practicando esta música llegué a una etapa en la que alcancé la Música de las Esferas. Entonces cada alma se convirtió para mí en una nota musical, y toda la vida se convirtió en música. Inspirado por ello, hablé con la gente y con aquellos que se sentían atraídos por escuchar mis palabras, en lugar de escuchar mis canciones. Ahora, si hago algo, es sintonizar almas en lugar de instrumentos; armonizar personas en lugar de notas. Si hay cualquier cosa en mi filosofía, es la ley de la armonía: que uno debe ponerse en armonía con uno mismo y con los demás. He encontrado en cada palabra un cierto valor musical, melodía en cada pensamiento, armonía en cada sentimiento; y he intentado interpretar lo mismo, con palabras claras y sencillas, a quienes escuchaban mi música. Toqué la veena hasta que mi corazón se convirtió en este mismo instrumento; entonces ofrecí este instrumento al Músico Divino, el único músico que existe. Desde entonces me he convertido en Su flauta; y cuando quiere, toca su música. La gente me da crédito por esta música, que en realidad no se debe a mí sino al Músico que toca su instrumento.”

Hazrat Inayat Khan, El misticismo del sonido y de la música

Bella traducción de Juan Manuel Tavella, alias El Conde para los bloguers amigos.

lunes, 28 de junio de 2021

Yoga por Emmanuel Carrère

No estaría pudiendo terminar el libro Yoga de Emmanuel Carrere. Lo empecé con muchísima curiosidad y debo admitir que tiene algunos momentos que son verdaderas perlas. Saboreé la primera parte donde describe su experiencia con Vipassana hasta que la novela da un giro de 180 grados y te deja con el culo pa' arriba porque "ha habido en nuestro país acontecimientos graves".
Chan.
Luego viene la experiencia de su internación psiquiátrica, los diagnósticos, una narración difusa y angustiosa. Si quería explicar cómo funcionan los vrittis en la mente humana lo logró muy bien. Pero a mi me lo podría haber ahorrado.
Es interesante cuando cuenta su experiencia en la isla de Leros y de como ayuda a unos jóvenes migrantes. El personaje de Frederica y qué fue lo que la llevó a ella a hacer esa labor altruista. Te hace pensar también en qué es el verdadero altruismo.
Pero su texto no termina de cerrar.
Después me entero que tuvo que sacar un capítulo sobre el divorcio con la mujer y claro, ahí está la elipsis. La novela tiene un enorme agujero. Capaz que con ese capítulo era un buen libro, no sé.
Igual, espero que lo haya ayudado a sanar.

martes, 8 de junio de 2021

La cuestión

Me acuerdo de esos tés de hierbas que tomaba -difíciles de conseguir- cuando creía que mi vida estaba salvada gracias a la macrobiótica y a otras artes saludables que empezaba a practicar. Ilusa de mi, pensaba que esas pociones le daban a mi ser la salud perdida, la fuerza recobrada, la senda a seguir. Quien sabe, realmente si la cuestión es salvarse o simplemente sumergirse en esta corriente, dejarse sentir, amar, experimentar, abrazar por las circunstancias con el corazón puro, retumbando, gozoso de estar vivo.

jueves, 3 de junio de 2021

Tela

Ayer nos levantamos muy temprano para ir a comprar la tela que fuera bien con los almohadones de placa que encargamos. Dani hizo su arte con los sillones escandinavos y les revivió la madera. Imaginen qué lindos que están ahora con la nueva piel lustrosa. La historia con estos sillones es que nunca tuvieron almohadones que invitaran realmente a sentar el culo en ellos. Eran bellos pero "se te clavaban las maderitas", nos dijo Zuly. Cuando llegaron a casa, descartamos esos almohadones viejos y finitos de tanto uso y le pusimos unos almohadones que nosotros ya teníamos. No quedaban mal pero tampoco eran los adecuados. Podías sentarte sólo un ratito. Lo justo para que, por ejemplo, un paciente de shiatsu se sacara o se pusiera los zapatos.

La tela. Para alguien como yo, que nunca en su vida tuvo una máquina de coser, ese lugar se me antojó como un planeta extraño. Rollos de telas diversas por doquier. El protocolo para el Covid un tanto extravagante pero necesario ya que el ambiente no tiene ni una ventana. Tienen un sistema de turnos y cuando entrás te miden la temperatura, te ponen alcohol en las manos y luego tenés que pasar por una máquina que te sanitiza. Sentís como unas gotitas se te impregnan en el pelo y no querés saber qué te están tirando. Ahí nomás se me acercó una mujer bajita de un pelo negro brillante envidiable y unos ojos que eran puro fuego. Le balbuceé algo de que quería tapizar unos sillones y al toque me llevó por un pasillo hasta llegar a otro santuario donde los rollos de tela se acumulaban como hongos en un día de lluvia. Una fiesta tal que mis ojos empezaron a bailar y mi cerebro estalló en directivas que tuve que acallar porque si no me iba a dar algo. Lino Spazio, le dije. Estos de acá son lino, me señaló. Yo buscaba un crudo pero no había. Lino Nirvana, me dijo. Y yo me reí para mis adentros porque reírse con barbijo es lo más feo del mundo, te queda la baba en la tela, se moja el barbijo y ahí se pudre todo. 

Me llevé el Nirvana, sin ninguna duda. Con sólo tocarlo fue saber que ese iba a ser mi cielo.