jueves, 6 de abril de 2023

Luna de miel

Lo primero fue el aeropuerto de Barcelona, plena madrugada para Europa (nosotros estábamos cursando la medianoche), la cola de los que no éramos europeos y tener demostrar que no somos migrantes sino turistas que venimos a conocer un país. ¿Vais a quedaros un mes? Mostramos el pasaje de avión de vuelta, las reservas de los hoteles. ¿Vais a ir a Andalucía? Al policía se le iluminaron los ojos por el recuerdo del sol del sur de España. Y yo que nunca había visto que a un policía se le iluminaran los ojos en el ejercicio de su trabajo mucho después supe por qué. El sol en Andalucía en primavera es lo más maravilloso del mundo que conocí hasta hoy.

Lo segundo fueron los 9 grados con los que nos recibió la primavera de España. Veníamos de los 25 grados del incipiente otoño en Buenos Aires sin contar además con las olas de calor de marzo que habían azotado la semana previa a nuestro casamiento. A último momento antes de ir a Ezeiza había manoteado un abrigo "por las dudas". Apenas salimos del aeropuerto abrimos las valijas y nos cubrimos con el poco abrigo que habíamos traído. El aire nuevo y la luna fría nos recibió con un manto de piedad. Bien, algo era conocido. Como no habíamos contratado roaming teníamos los celulares muertos. Ninguna señal. Sólo marcaban la hora local y la hora de nuestro allá que se había quedado del otro lado del Atlántico, bien al sur, mucho más al sur de lo que ningún andaluz se puede imaginar. Reconocer que somos australes empezando a caminar un centro.

Lo tercero: el aerobus que te saca del aeropuerto y te lleva a la ciudad. Las luces, el olor a nuevo. El aerobus tiene wifi y aprovechamos a actualizar el estado de situación. Enviamos mensajes a la familia: ¡llegamos bien! Bajamos en plaza Catalunia que está silenciosa y vacía salvo por algunos turistas como nosotros que intentan ubicarse. Empezamos a caminar deslizando el equipaje por sus cuatro rueditas que giran perfecto. Todo es fácil... ahora comprendo perfecto la frase que dice: "todo va sobre ruedas".

Lo Cuarto: el viaje fue largo, casi 13 horas en un avión. Llegamos al hotel y aun no han cambiado la guardia. El hombre nos dice que hemos llegado muy temprano, que el check in es a las 15. Son las 6:30 am. Afuera sigue siendo de noche. Estamos tan felices de haber llegado que no nos importa. Nos acomodamos con nuestros bártulos en unos sillones. Adentro del hotel se está calentito, la energía se siente lenta, adormilada. A los 15 minutos entran las recepcionistas de la mañana. El aire cambia. Una señorita se nos acerca y nos dice que hay una habitación lista para nosotros. Eficiencia. La mañana entra en el cuerpo. Listo. Llegamos.

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