Ya estamos en junio, hace un frío de cagarse y estamos yendo a ver a Jaime Roos con nuestra amiga Pixie que cumplió años y se autoregaló este recital inmenso. Hacía ocho años que el tipo no tocaba en Buenos Aires. Llegamos temprano y hay una piba tocando en el escenario. Se llama Noelia Recalde y es hermoso lo que hace. Ella solita, con una guitarra conmueve y nos hace amable la espera. El Luna se empieza a llenar. Afuera hace mucho frío pero adentro el amor al candombe genera un calorcito especial. Pasadas las 21 empieza el show. El público bate palmas al ritmo del candombe y nosotros nos sumamos con devoción. Jaime arranca con "Los futuros murguistas". La banda está completa. Reconocemos a los hermanos Ibarburu. Nico, el "pibe guitarra" que a los veinte años era un pibito que la rompía en el escenario. Hoy, veinte años después, es un "señor" como nosotros y la sigue rompiendo. El hermano, Martín Ibarburu en la batería no se queda atrás. Todos están hermosos, brillantes. Nos sumergimos en el mundo musical de Jaime Roos, ese ensamble espectacular y muy particular de rock, murga y candombe. ¡Qué bien que hicimos en venir!, exclama Ana emocionadísima. Y dan ganas de abrazarnos, de bailar. Se nos vienen al recuerdo esos años de ir a Uruguay a escuchar los tablados en Carnaval, febreros de cruzar con el Eladia Isabel a Colonia, tomarse un bus a Montevideo, estar tres, cuatro días, luego volver. Pero esta noche es un regalo, un hermoso regalo de este artista inmenso que nos regala una a una sus perlas. Toda una retrospectiva de canciones que amamos y que hace que esa masa de gente que es el público se amalgame en el amor a la música.
Qué bien que hicimos en ir, che, qué bien.
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