jueves, 3 de octubre de 2024

mis días

 Ayer vino una alumna de yoga a recibir su primera sesión de zen shiatsu. Había dejado de venir a la práctica porque le dolían muchos los hombros (tiene comprometido los dos manguitos rotadores). Luego de muchas vueltas vino a tomar una sesión desesperada de dolor. En la charla previa me dijo con lágrimas en los ojos: ¡tomé cincuenta sesiones de kinesiología, Florencia, cincuenta sesiones y no me sirvieron de nada! El sábado me dieron un corticoide porque me moría de dolor de espalda. Tampoco me hizo nada. NADA.

Le pedí que se recostara en el futón en una posición que le resultara cómoda. Se acostó boca arriba. Le pedí que cerrara los ojos. Siempre prefiero que descubran el zen shiatsu antes de explicar qué es. Al palpar su hara (abdomen) encontré un enorme vacío en la zona de diagnóstico del meridiano de vejiga. Un meridiano largo con 62 puntos que recorre toda la parte posterior del cuerpo y que por supuesto bordea ambos lados de la columna vertebral. Cuando un meridiano está muy kyo (vacío) suele doler. Y es un dolor que no se va con analgésicos. 

Fue una sesión precisa, suave por momentos, contundente por otros. El zen shiatsu tiene una dinámica lenta, pausada. El toque oscila entre la suavidad y la firmeza. "Nos convertimos en madre con manos de samurai", escribió alguna vez Masunaga, el creador del zen shiatsu. Hay algo precioso en el momento de la sesión. Se crea un momento sagrado para que esa persona pueda reconocerse, sentirse. El cuerpo como una topografía donde se descubren montañas y valles. La energía estancada se libera y se la guía hacia los lugares más desérticos para que nutra lo que hemos olvidado. 

Cuando abrió los ojos ya no había dolor. A veces se trata de abrir una llave y que el agua fluya, la corriente limpie. ¿Magia? No, zen shiatsu. 

jueves, 5 de septiembre de 2024

gramática

"Hay diez maneras de construir el presente y sólo una manera de construir el futuro".

lunes, 19 de agosto de 2024

Buen día

 Hoy volví a habilitar los comentarios anónimos en este blog. No es que vayan a llover comentarios pero bueno, ya saben, no hay más restricción. Creo que alguien lee esto pero no sé. Capaz soy yo sola hablando conmigo misma que tampoco es algo que esté mal. Nunca pretendí ser famosa y menos por este blogcito. Me gusta que se siga llamando Nube de agua. Como ahora estoy leyendo las Upanisads de verdad (y no fragmentariamente, citada por otros) creo que ahora elegiría otra frase para el encabezado de este blog. Ya va a llegar (la frase). Es sólo una página en internet medio perdida en la nada. Lejos de la vorágine de las redes, de los videítos y las publicidades. No hay ninguna pretensión acá, sólo compartir algo, bah, compartir más que nada textos. Lo textual se está perdiendo, cada día más. Es cierto que todo es un texto, Halliday dixit. La cohesión y coherencia, todo eso que aprendimos. Pero creo que entienden a lo que me refiero. Bueno, aquí va, mi decimocuarta botella al mar. Y que perdure.    

domingo, 18 de agosto de 2024

En un cuarto de hotel

Nos fuimos unos días a Mar del Plata sin pensarlo mucho. Vimos que teníamos una ventana posible de tiempo en nuestra rutina y decidimos aprovecharla. Pensamos una ciudad donde pudiéramos caminar, comer rico y sentirnos livianos. Además Mar del Plata tiene mar y todos sabemos que hermosa puede ser fuera de temporada. Queda cerca de Miramar, lugar a donde se fueron a vivir unos amigos que extrañamos mucho. Así que metimos algo de ropa de abrigo, libros, el equipo del mate, sus habanos. Yo me separé mi cuaderno de hojas lisas para garabatear pensamientos, ideas y soltar la mano. Y salimos a la ruta. 

De casualidad, justo por esos días leí en una story del instagram de @chicaeléctricaa una frase de Edgardo Cozarinsky sobre los cuartos de hotel que me impactó: "En un cuarto de hotel me siento liviano, como si pudiera reinventarme. Desde la cama, antes de dormir, miro a mi alrededor y nada me anuncia cómo será el día siguiente, me parece posible postergar los fantasmas que no puedo liquidar, y confío en que el sueño no los invite". ¡Quién pudiera cada tanto tener esa experiencia! ¿Y por qué no? ¿No era acaso lo que estábamos haciendo? Cambiar de ciudad, caminar calles, edificios, cafés, dormir en una cama neutral (sin el gato), con sábanas blancas, calefacción central, un baño inmaculado y cuatro días por delante de libertad para que surja lo inesperado. Nada allí anuncia la rutina del día siguiente. Por el contrario, esa habitación que nos hemos conseguido podría estar en cualquier ciudad como la hoja en blanco de cualquier cuaderno, simplemente una hoja lisa para ir soltando la mano. 

sábado, 17 de agosto de 2024

salud dental

 De repente hacés las cuentas y notás que pasaron 15 años desde la última vez que un dentista te revisó la boca. A lo largo de esos años te percatás de que efectivamente te salieron las muelas de juicio de arriba. Fue muy de a poco, año tras a año, con enorme paciencia, primero una cúspide, luego otra. Cuando comenzó el proceso fuiste a que te revisen. Te dijeron que sí, que efectivamente estaban saliendo. Preguntaste si había que sacarlas. En ese momento era algo tan mínimo que te dijeron de esperar a ver cómo se desarrollaba. Y no volviste más. Cada tanto tiempo sentías la muela empujar la encía. Con mucho cuidado cepillabas la zona, sangraba un poquito y se aliviaba todo. Por lo demás, siempre tuviste sensibilidad en los dientes. Para eso: Sensodyne. De modo que si había algún dolor esperabas para ver cómo evolucionaba. ¿Cómo duele una carie? A tu alrededor, escuchabas como tus amigos y familiares se hacían un conducto, se sacaban una muela, se sacaban panorámicas, se ponían brackets y ahora, que estamos todos llegando a los cincuenta, empezaron a circular palabras como implantes, hueso, encía, periodontitis. 

Quince años es mucho tiempo para que nadie te haya revisado la boca. Ya estás grande, Florencia. Podés dejar de tenerle miedo al odontólogo. Pequeños momentos de coraje hacen que saques un turno para pedir una consulta. Los días previos te lavás con mucho cuidado. Te mirás la boca, sabés que tenés sarro, hay lugares donde se hace muy difícil limpiar con cepillo y jamás se te ocurriría pasarte hilo dental, esos dientes tan juntitos, no hay modo de que por ahí pase un hilo, ay. Y después está el tema de la mordida. Que mordés mal, que la mordida no cierra. Una vez te dijeron que para que la mordida cerrara había que sacar cuatro piezas dentales de abajo (sanas) y poner brackets. Te amenazaron con que se te iban a caer los dientes si no lo hacías. Nunca más volviste ahí. ¿Cómo te ibas a dejar sacar dientes sanos? ¿Estamos todos locos? Pero con los años aprendiste a respirar por la nariz, a masticar bien cada bocado y si alguien te dice algo de la mordida te reís con la boca abierta mostrando tus dientes de arriba y de abajo. 

Llega el día y vas con cierta vergüenza, te pregunta si estás con alguna molestia, le decís que no, que hace quince años que nadie te revisa la boca, que hoy no te duele nada, que las muelas de juicio de arriba... pero que no sabés, que quizás te tocó una boca silenciosa, de esas que no se quejan, temés que vaya a encontrar algo oculto que nunca dijo, nunca habló y que, de pronto, se manifieste. El dentista es agradable, sonríe, te hace abrir la boca y observa con manos suavecitas. Sí, te dice, las muelas de juicio salieron, están afuera y sanas. No están muy bien ubicadas pero que si no te molestan no hay razón para sacarlas. Y que el resto... está muy bien, que bueno, que hay mucho sarro y que por eso va a tener que hacer una limpieza con ultrasonido pero que eso no duele nada, a lo sumo es un poco raro por la vibración pero que hay que hacerlo para cuidar las encías.

Cuando termina te dice: listo, ya tenés la boca al día. Lo que sentís es una enorme gratitud y también algo de tu neurosis que se diluye para siempre. No sabrías explicarlo muy bien. Algo del pasado que cae de maduro. No hay nada como caminar la propia experiencia para dejar de imaginar monstruos escondidos en los pliegues de la boca. 

jueves, 1 de agosto de 2024

Volver a Arlt

 Es cierto que a Roberto Arlt hay que ir a buscarlo. Que no viene solo. Lo nombran quienes lo leyeron. Sus aguafuertes, sus cuentos, sus novelas, sus obras de teatro. Un escritor realmente prolífico. Un periodista de esos que no abundan. Cuando me prestaron a los 18 años Trecientos millones lo devoré. Lo leí por fuera de la academia (por suerte). El juguete rabioso no se salvó de la crítica panesiana y no, no me sedujo en nada Silvio Astier (pero estoy segura de que fue culpa de Panesi). El otro día le preguntaba a Nico si había leído Los siete locos. Sí, lo leí pero no creo haber entendido nada, me dijo, sólo sé que me fascinó. Pero no me acuerdo de nada. Pero te acordás del Astrólogo, del Rufián, de Endorsain, de la revolución bancada por los prostíbulos. Me contestó que más o menos pero que además se le mezclaban las cosas con Adán Buenos Aires, algo de la rosa galvanizada, los inventos fallidos de Arlt que a toda costa intentaba ganarse unos mangos por fuera de la literatura. 

Cuestión que me compré Los siete locos porque no lo teníamos acá en casa. Nunca lo había leído. La edición trae un prólogo de Fabián Casas que es oro. Lo voy leyendo en los colectivos, en las horas muertas y también antes de dormir. Me descubro un poco como Endorsain con esos pensamientos filósoficos que tiene aunque yo no tenga esos problemas que tiene él ni he desfalcado a nadie. Pero su vida interior es intensa. La angustia, la perturbación, la búsqueda de cierta identidad es tan universal. Un dostoivesky argentino. Lo cierto es que en tiempos como los de hoy donde no hay casi historias y solo abundan relatos de primera persona, o bien, los relatos son de mundos ficticios llenos de dinastías y hérores de lata, leer a Arlt es un oasis. Encontrás al hombre común en ese cúmulo de mierda en la que te sumerge el sistema pero también te encontrás con la mente humana en todo su esplendor intentando sacarle lustre a lo que llamamos la vida misma. 

miércoles, 31 de julio de 2024

oooooh amigos

Cuánto tiempo más
de paranoia y soledad.
Despertar aquí es como herirse
con la propia destrucción.
Y qué es lo que hay que hacer
para evitar enloquecer
No pensar que se es
o que se ha sido
y no volverlo a pensar
jamás.


Esta canción, "Paranoia y Soledad", la compuso Pedro Aznar a sus 19 años. Está en el disco La grasa de la capitales de Serú Girán que, según entiendo, (lo guglié) salió en el año 1979.
Jamás la había escuchado en vivo hasta este domingo pasado en el auditorio Belgrano donde Pedro dio un hermoso recital por sus 50 años en la música. Esta canción la solíamos escuchar en repeat con mi amiga Lau a los 15 años allá por el año 92. Serú era un grupo viejo, ya disuelto, pero seguía destilando magia para algunos porque para la música nunca hay edad. Yo tenía en mi cuarto un poster de los cuatro. David, Charly, Pedro y Moro. Eran mis Beatles. También me gustaban los Beatles pero nunca tuve un poster de ellos. Había algo en Serú que me hacía escuchar una y otra vez sus canciones, canturrearlas por lo bajo o a viva voz como conjuros contra lo que estábamos viviendo en los noventa. Una forma de resistencia completamente solitaria porque éramos pocos los que escuchábamos a Serú en esa época pero cuando nos reconocíamos, instantáneamente nos hacíamos amigues.
Pedro tiene un vasto recorrido musical. Es un ser maravilloso. No sólo porque es músico sino por como se entregó a la música. El domingo Pedro nos regaló un viaje musical a través de sus canciones cuidadosamente elegidas. Fui con Lau, mi amiga desde los 14 años. Cuando salió Serú '92 (ese disco que sacaron juntos en ese intento de volver a tocar otra vez) lo fuimos a comprar juntas y nos fuimos directo a su casa a escucharlo. Era siempre así. Por haber nacido en el 77 escuché todo al revés. Por ejemplo, primero fue escuchar Tango 4 ('91) y luego fue Tango ('85). Por eso cuando en el tercer tema Pedro arrancó con los acordes de "Culpable eternamente" casi nos desmayamos. Un regalo directo al corazón.
En ese público me sentí envuelta y abrazada por miles de voces que coreaban ooooooh no puede ser feliz con tanta gente hablando hablando a tu alrededor. Y sí, loco, fuimos todos amigos. Una energía alucinante para este tiempo que corre.

miércoles, 24 de julio de 2024

Una experiencia religiosa

Reconozco que tengo algunos problemas con la palabra "espiritualidad" porque siento que se la ha bastardeado muchísimo. Pero aún así, siento que esta traba es mía y que debo desarticularla para no perderme de otras cosas que la espiritualidad conlleva. Me reconozco en este intento de búsqueda, en no dejarme atrapar por palabras que erigen teorías hermosas sino en más bien bajar esa información a una posible práctica, a la vida diaria, a lo que está a la mano.

Hoy escuchaba a un doctor que hace muchos años acompaña y escucha a pacientes que han vivido experiencias cercanas a la muerte. En un momento dado dice que cuando uno toma conciencia de que existe un principio creador llamado (insertar aquí el nombre que desees según tu cultura/religión, etc) surge la necesidad de volver al origen. La espiritualidad, entonces, sería "la necesidad imperiosa que siente un individuo que ha contactado con su supra-conciencia de volver al origen". Y acá se plantea el interrogante de qué es el origen porque otra vez las palabras remiten a otras palabras. En este caso se refiere a la conciencia primera o la inteligencia primera, el principio de todas las religiones (cada cual lo llamará como pueda según con qué o quién se identifique). El problema con la religión, continúa diciendo este doctor, es que la hacen los hombres (los egos) y entonces se constituyen dogmas o pautas que incluso van en contra del mismo principio de la religión. Entonces las religiones pueden servirte un poco pero no sirven del todo. Esa sería la diferencia entre espiritualidad y religiosidad.

Nunca me consideré una persona religiosa. No me criaron bajo ninguna religión. Pero nunca me reconocí atea tampoco. Crecí rodeada de muchas personas que dicen diariamente que Dios no existe. Otra vez el problema de las palabras. Dios para mi no significa nada. Pero cuando hace muchos años atrás descubrí el Tao y la energía vital (Qi) y luego de la mano del yoga el Prana, los Vayus (alientos) y por supuesto... Brahman... todo adquirió otro color. Porque no se trataban sólo de palabras escritas o pronunciadas por alguien sino de experimentar algo que me estaba sucediendo a mi. Desde muy pequeña siempre tuve la sensación de que había algo más que el mundo material que podemos ver, palpar, sentir. Lo sentía cuando estaba cerca de la naturaleza. Como si la naturaleza fuera algo más de lo que se mostraba. No podía darle nombre a eso. Pero sabía que estaba. Lo podía percibir en el sonido, en el canto de los pájaros, en el murmullo del agua, en el canto de mi madre y en el descubrimiento de mi propia voz cuando cantaba. Tal vez por eso el mundo de las palabras tuvo para mi ese encanto particular desde siempre. La palabra que se podía cantar pero también aquella que narraba y enlazaba historias.

Hoy canto para estar cerca de Dios, no me da vergüenza decirlo. Para celebrar su presencia en todo lo que existe y nos rodea. Para celebrarte y celebrarnos. Me abro a eso que sucede cuando canto. Por alguna causa que desconozco resueno con las palabras en sánscrito y el canto védico. Quién sabe qué semillas estoy recogiendo. Sólo sé que cuando comparto esos cantos algo hermoso sucede.

jueves, 27 de junio de 2024

sonido sagrado

Todo en este mundo es vibración. Todo nace del sonido. El sonido om es la expresión y manifestación pura de brahman. Brahman es energía, es vibración. Es lo que en China llaman qi. Cuando hago los movimientos de qi gong danzo con la energía, es decir, danzo con brahman. Cuando doy una sesión de shiatsu siento la energía, siento a brahman. El sonido es una forma de penetrar en los cuerpos, son teclas que tocamos para que algo suceda. Presionamos una tecla, una cuerda, vibra, suena y algo sucede. Lo mismo cuando presiono un punto de acupresión.

Los cantos védicos son parte de este ritual. Son cantos muy precisos que deben cantarse de una forma determinada. Son como aquellos programas de una computadora: si no están bien escritos, si falta algún código, no funcionan. Para que funcionen estos cantos deben pronunciarse y entonarse correctamente. Es el modo que tenían en la cultura védica de asegurarse que el mundo estuviera a salvo. Cantaban para que el sol saliera cada mañana, para que lloviera sobre los campos sembrados, para la fertilidad, para agradecer al maestro, para el crecimiento de la vida, para que hubiera paz en la tierra, los hombres, los animales y los planetas.

viernes, 7 de junio de 2024

ma aham

Creas o no, yoga es también una herramienta que te ayuda a conocer tu atman. Y qué es el atman. Atman es lo inmutable que está dentro nuestro, lo que no muere. No tiene cualidades o si las tiene no son de este mundo ni de esta tierra. Si creemos que somos un cuerpo, una personalidad, una forma de ser eso con el tiempo nos traerá sufrimiento. Porque todo aquello irremediablemente se perderá, cambiará y morirá. Todo lo que nace, muere. Es la ley de la vida. Pero cuando entrás en estado de yoga descubrís que no sos eso, que algo dentro tuyo no muere, que eso dentro tuyo es conciencia y es lo que hizo que nacieras en primer lugar. ¿Y por qué naciste? Porque es algo que venís haciendo desde tiempos inmemoriales, es algo que se gestó como una semilla que germinó y que, a su vez, dio otras semillas y otras y otras... y se armó un jungla, cada vez más espesa, una maraña tremenda que venís tejiendo desde varias vidas. En todas te encontrás con el sufrimiento y el placer. También el amor, el odio, las múltiples emociones que producen los innumerables objetos del mundo manifestado. Pero llega un momento en que te cansás y decís, bueno quiero volver a casa, cómo hago, ya está, no quiero seguir con esto una y otra vez. Y ahí es cuando yoga te da una cajita de múltiples herramientas (asana, pranayama, pratyahara, dharana por decir las más comunes) para que recuerdes que no sos todo eso que creés que sos, que sos atman, que siempre fuiste atman viajando a través de múltiples cuerpos. Y de todos esos cuerpos el mejor es un cuerpo humano porque tener un cuerpo humano te da la posibilidad de hacer yoga y conectar con tu atman. Por eso te dicen que no debes desperdiciar esta oportunidad en boludeces o sufriendo por nimiedades o dispersándote en tonterías. Eso es despertar. Dejar de sufrir por tonterías. Hacer foco en lo importante. Todos vamos a morir un día y no hay nada malo en eso. Entonces, al menos, intentemos que al morir volvamos a casa.

miércoles, 5 de junio de 2024

sarvesham svasti bhavatu

 Nuestro profe de sánscrito nos manda un mantra para traducir. Nos manda además la versión que Tina Turner hizo del mantra junto a un coro de niños. Me pongo los auriculares y le doy play. 

Me sumerjo en transliterar el devanagari mientras Tina canta: oooommmm. Y los niños repiten: oooooommmm. Y luego Tina: oooommmm. Y los niños: ooooommmmm.

Y entonces empieza el mantra. 

sarvesham svastir bhavatu

sarvesham shantir bhavatu

saversham purnam bhavatu

sarvesham mangalam bhavatu

Aún sin saber que sarvesham es un adjetivo que se declina en forma pronominal y que tiene la traducción de "todos" y que está en caso genitivo. Aún sin saber que svasti es bienestar, purna es plenitud y mangala es felicidad. Aún sin saber que bhavatu es un verbo que está en modo imperativo y conjugado en la tercera persona del singular. Aún sin saber que estos versos que estoy escuchando están diciendo, rezando, pidiendo, orando que el bienestar, la plenitud, la paz y la felicidad sea de todos empiezo despacito a llorar, se me caen las lágrimas como quien quiere limpiar una herida muy antigua y me invade un amor y una reafirmación de por qué estar en este mundo. 

viernes, 31 de mayo de 2024

yoga

Va a cumplir ochenta años y nunca hizo yoga. La mandó el médico. Camina con dificultad, la cabeza ladeada hacia un costado, los hombros desparejos, tiene los arcos de los pies vencidos. En la medida en que veo que sigue volviendo a las clases la voy tocando mas y su cuerpo responde. Su columna comprende, sus manos se suavizan, también sus facciones. Se mueve torpemente. La ayudo acercándole una silla, un almohadón. Respira corto y entrecortado. Pero un día comienza a comprender, algo, una inteligencia dentro suyo se despierta. Le cambia la voz, la mirada. Se mueve con más soltura. Otro día descubrimos que tiene una pierna más corta que la otra y que eso le produce un desbalance en toda la estructura del cuerpo. 

Ese día, al terminar la clase me dice que sus hijos le preguntaron por la clase de yoga y que ella les contó de mi. Los hijos querían saberlo todo. Y ella fascinada les cuenta que soy amorosa, que conmigo siente que no se va a lastimar nunca, que me tiene plena confianza, que desde que viene ya no le duelen tanto las rodillas y está de buen humor. Sonrío pensando en esos hijos.

Me gusta que mis prácticas estén abiertas a todos. Me costó mucho llegar a este punto pero a lo largo de los años creo que logré un balance. Que no importe la edad, la flexibilidad, la forma del cuerpo, la forma de ser, la clase social, la inteligencia o la belleza. Son prácticas que que todos pueden experimentar. Si puedes respirar, puedes hacer yoga, dijo alguna vez Sri Krishnamacharya. Por eso sigo sus enseñanzas, sigo aprendiendo de su legado. 

lunes, 27 de mayo de 2024

un 25 de mayo poco habitual

 Sueño que estamos habitando una casa llena de gente. Por la noche habrá una guitarreada a modo de festejo. Me dicen que por qué no preparo alguna de las canciones que solía cantar cuando era joven. Me voy con una guitarra a una habitación a tratar de recordar la letra. En el sueño la canción es confusa. Pero en un momento descubro que la canción que yo cantaba en castellano y que pensaba que hablaba de amor en realidad es una canción originalmente escrita en alemán y que habla de pedofilia. El impacto es inmenso. Me niego a cantar esa canción. 

Cuando me despierto reconozco que la canción del sueño es "Serenata para la tierra de uno" de María Elena Walsh. Y pienso, qué atinado todo realmente. Porque la patria no es otra cosa que una casa habitada por un montón de gente. Y esa casa está siendo ultrajada una y otra vez por quienes dicen amarla. 

sábado, 25 de mayo de 2024

Vino Mariano a arreglar unas cosas en casa y está hace horas arreglando la cumbrera del techo por donde caía una cascada de agua cada vez que llovía y pudría los cabios de madera. También había una grieta en la pared del fondo. Es una grieta antigua, me dice. Es de antes de que hicieran la casa. Mariano se sube al techo,  se mete por atrás para ver que hay del otro lado y me explica que los vecinos le metieron membrana. "Se ve que la grieta estaba de antes pero estos tipos metieron ladrillo hueco, pensaron que con la medianera del vecino aguantaba pero algo más tener que poner para que la grieta no siga trabajando". Hizo varias llaves y luego rellenó con fierro y mucho cemento. Al menos por ahí ya no va a entrar agua. Pero la palabra grieta queda resonando. No hay caso. Mariano habla y yo pienso en el país, que le entra agua por todos lados, se pudre la comida que no llega a las organizaciones sociales, cierran las fábricas, despiden empleados, los servicios suben, todo se va a la mierda porque la grieta siguió trabajando en el ladrillo que estaba hueco.