miércoles, 29 de agosto de 2012

Los años (Virginia Woolf)

Me van a apalear, anotó el 2 de marzo de 1937 en su diario íntimo Virginia Woolf. Acababa de publicar Los años tras un arduo proceso de composición en el que las dudas, las revisiones y la reescritura de sus capítulos fueron el escenario de construcción de dicha novela.
No en vano hacía esta anotación Virginia. Los años, para cierta crítica snob, fue considerado como un paso hacia atrás en su devenir literario. Y, sin embargo, lo que no notó esta crítica, a mi humilde parecer, fue que este paso hacia atrás probablemente fuera un paso hacia otra dirección. El 10 de marzo de ese mismo año, el suplemento literario del Times celebró la aparición de Los años con una reseña muy favorable.

Probablemente esta última novela de la Woolf sea la más convencional de todas sus novelas. Fue la que tuvo más éxito ya que fue muy leída en Inglaterra y casi un bestseller en Estados Unidos al momento de su publicación. Lo que la crítica notaba con cierto desdén es que Los Años nada tiene que ver con la Virginia Woolf que funda su técnica más compleja en novelas como La señora Dalloway, Al faro o Las olas. Pero lo que no notó esta crítica es que el rasgo primordial que acompaña a Los años es la presencia inconfundible del mundo virginiano. No hay que confundir sencillez con vulgaridad. Al final de su carrera literaria, Virginia Woolf ya tenía la suficiente madurez técnica como para reformular su mundo novelístico en moldes clásicos sin perder su brillantez ni su potencia.

Los años narra el final de una época y el comienzo de otra en un Londres extremadamente burgués. Es una novela de primaveras luminosas y nieves invernales en una equilibrada evocación de tiempos y ambientes, de vida familiar y clubes selectos, marco y el contrapunto de los personajes que marcan la historia de la familia Pargiter durante los cincuenta años cruciales que alteraron la historia europea, las relaciones sociales, el papel de la mujer o la visión del mundo.

Imposible apalearte, Virginia Woolf. Sólo disfrutarte. 

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