Dijo la crítica de 1982 Obertura Solemne
Es muy motivador tomar contacto con un teatro que molesta. Hasta muy “sano”, si se mira en la cartelera
esos espectáculos de corte televisivo de los que uno se lleva una
charla que no dura ni la llegada de la pizza a la salida. 1982 Obertura
solemne es un virus aparentemente indefenso que corre y estalla en la
cara del espectador con la textura de una desagradable secreción. Lejos
de las medias tintas, 1982 transita y desborda los límites, se vuelve
burdo, absurdo, retoma la coherencia y la vuelve a perder. Son sus
principales aliados el ritmo y la sorpresa de las acciones que desubican
permanentemente al espectador, que pivotean entre el realismo y el
grotesco, y las sorprendentes actuaciones. Un grupo al que habrá que
seguir.
Ana Durán, Los Inrocks
1982 Obertura Solemne,
dirigida por Lisandro Fiks y Diego Quiroz recupera la memoria colectiva
de los argentinos, reflexiona sobre quienes la componen con sus puntos
de vista y nos plantea que la repetición de opiniones vacías es la mayor
de las violencias, el principio de la intolerancia y la negación. Una
obra que considera al teatro como una herramienta necesaria para
comprender la realidad y que desde el absurdo recapacita sobre el
fundamentalismo político y la estupidez humana El escenario nos
trasporta a la vida cotidiana gracias a la interpretación de los
actores, la utilización del espacio, la utilería, las luces y, sobretodo
de los olores. Un escenario en varias dimensiones que nos hace sentir
identificados y nos invita a reflexionar.
Guillermina Gandola, Ruleta China
BUENA. La tensión va en aumento porque las posturas políticas se
encuentran, se chocan, se pelean, se enfrentan, se arañan, se lastiman,
pero no se escuchan. Y así se va llegando al final, con un clima cada
vez más enfurecido. En cuanto al juego teatral que propone esta obra,
hay varias cosas por reflexionar. Las actuaciones son precisas y en su
punto justo. Un juego correcto, con un ritmo que va llevando la obra a
su clímax, empezando con una tibia discusión, obvia por cierto, entre
izquierdas y derechas recalcitrantes, para llegar a un final realmente
tenso que logra que salgamos de ahí al menos perturbados y con varios
interrogantes.
Jazmín Carbonell, La Nación
Parándose a
treinta años de la guerra, Lisandro Fiks genera una situación extraña
pero verosímil para exponer con sutileza el trato que como sociedad le
hemos dado a los ex combatientes, a la vez que nos enrostra sin rodeos
la facilidad con que nos desligamos de aquello mismo que generamos.
Lucho Bordegaray, Montaje Decadente
Obra de un in crescendo dramático de ribetes impactantes y de profunda actualidad con destacadas actuaciones. Teatro puro.
Gastón Soulages, Visión 7
Excelente. Mucha violencia encubierta y descubierta. Toda una metáfora
de los niveles a los que la falta de verdad pueden llegar y una genial
superposición de tensiones como remolinos que se alimentan unos a otros
pero a la vez se autogeneran. Excelente texto de Lisandro Fiks, complejo
porque se manejan varios planos en muchas ocasiones, pero para nada
rebuscado. Una puesta estupenda, el trabajo con el sonido que viene del
exterior un lujo. Muy buena dirección y muy buenas actuaciones. Roxana
Artal que tiene el difícil papel de fogonear y sembrar desarmonía,
mantiene la energía en esa nada fácil posición. Todos están muy bien.
María Inés Senabre, Espectaculosalamod
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