Este post va dedicado a Mademoiselle que una vez allá lejos y hace tiempo me confesó que las críticas literarias la aburrían mucho y que no había mejor forma de recomendar un libro diciendo: ¡leelo, es buenísimo!. Así que Lau, ahí va con amor.
La Pedre siempre es un encuentro con la lectura. Porque hay que decirlo: durante el año leo algo de literatura pero en las vacaciones no sé que me pasa, me voy de mambo mal, como en mis peores tiempos de licenciadita en letras que leía todo como una muerta de hambre. DEVORABA los libros. En serio.
Esta vez nos llevamos un montón de libros, total, había lugar en la valija. Y fuimos realmente muy eclécticos.
Allá terminé de leer Jpod de Douglas Coupland que ya la había empezado en Buenos Aires pero que entre una cosa y la otra no había podido terminar. Un escritor de la hostia. Crea a la perfección el submundo de los informáticos, seres delirantes si los hay. La novela es un delirio hasta que luego uno cae en la conclusión de que sí, de que la vida muchas veces tiene situaciones desopilantes y que Douglas Coupland es magnífico en plasmarlo literariamente. Ya lo corroboré con Todas las familias son psicóticas y con Planeta Champú.
Tenía una cuenta pendiente con el otro Douglas, con Douglas Adams. Nunca había leido su Guía del autoestopista galáctico y a instancias de mi querido Hanspfall me la llevé. Mal que me pese, no encontré los otros tomos así que me quise matar cuando terminé el primero y me quedó inconclusa la saga galáctica. Ahora tendré que seguirla acá. No creo que me cueste nada.
Douglas Adams y Douglas Coupland, mil gracias por existir.
Seguí con Jugo de mango de mi amada Angélica Gorodisher. Quijotesca y delirante, la Goro, como siempre. Lo leí en unas horas. ¡Qué grossa que es esta mujer, por favor! ¡Qué bien que escribe novelas!
Leí dos veces Antes de conocernos de Julian Barnes. Sí, dos veces. Y fue como leer dos libros diferentes. Primero me atrapó la historia y luego me fascinó cómo estaba construida. No puedo evitarlo, a veces es más fuerte que yo.
Yo mi me contigo de David Safier me hizo reir mucho mucho y no me lo esperaba. Hasta hace quince días no sabía ni quién era. Ahora sé que es un alemán que escribe guiones y luego se le dio por escribir novelas. Un hallazgo y todo gracias a Claudia. Aguante la gente que presta libros. ¡Gracias Clau!
Nothomb con Estupor y temblores me heló la sangre. Pero era de esperar. Siempre me hiela la sangre.
Cuna de gato de Kurt Vonneguth me heló la sangre, me hizo reir mucho y de a ratos me dieron ataques de ternura mezclados con una sensación nauseabunda horrenda. La mezcla perfecta de cinismo, ternura e hilaridad. Cuando la literatura genera estas cosas hay que aplaudir. Adoramos a Kurt y lo hiper recontra recomendamos.
Entreactos de Virginia Woolf me emboló profundamente. Una pena porque me encanta Virginia. Tal vez no estaba in the mood for Virginia Woolf.
2 comentarios:
Ah, sabés que Cuna de gato era el que buscaba para regalarte de cumple y justo no lo encontré!
Y si querés, in inglish, completo el de La guía del autoestopista, chiflame y te lo presto.
Gracias por las recomendaciones!
Qué excelente le descripción de la sensación en cuna de gato, aunque vale para casi todo vonnegutt... yo he reservado unos últimos para no terminar de leerlo.
e los que nombras no he leído a Copland, voy a darle una leída...
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