El shiatsu sigue creciendo, sigue expandiendo sus límites y se pone cada vez más lindo. Cada vez me convenzo más de que esta terapia es inexplicable, suceden cosas pero no se bien qué. Cada vez explico menos. A veces me salen sesiones como una danza entramada y extraña, llena de arabescos. A veces, en cambio, necesito volver a lo simple, presión perpendicular, cuatro patas, quedarme un buen rato sintiendo la sensación grata de que las dos manos van trazando una línea en el cuerpo.
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