He vuelto a leer libros. Y también volví a algo parecido que es "estudiar".
Eso me produce una gran emoción porque los libros para mí siempre fueron buenos amigos. Estuve un tiempo algo distanciada de ellos. Me había dado una panzada durante tantos años que había quedado empalagada a riesgo de padecer librofobia. Ahora leo bastante variado: ficción, ensayos, novelas, poesía. Y leo en cualquier lado: la cama, el sillón, el colectivo, el baño, un café. Me doy cuenta de que es una nueva forma de leer. Ser ecléctico, pausado, releer, tener tiempo para charlar con un otro sobre ese libro. Subrayar algo que me gusta mucho y que no quiero que se me pase. Subrayar algo intrascendente. Poner marquitas en los costados (me gusta mucho poner signos de admiración, por ejemplo). A veces leo libros sobre yoga o sobre shiatsu y entonces mi práctica mejora (o empeora). Y eso es raro porque entonces quiero practicar un asana y tengo al libro ahí, al lado, como si quisiera hacer yoga conmigo (¡vamos bonito!).
Me doy cuenta de que me gusta leer porque hay libros que me llevan a pensar cosas que tal vez nunca hubiera pensado por mí misma. Me llevan a lugares, preguntas, es un diálogo eterno que se da entre las páginas y yo. Y además así conozco personas que intentaron un entramado en sus vidas y les pasaron cosas que son comunes a todo el género humano. Y ya no me siento sola.
Leer también me dan ganas de escribir. Y algo raro, porque antes no me pasaba mucho, me dan ganas de vivir. Sí, de vivir mi pequeña vida plagada de preguntas con mis mini certezas que voy descubriendo porque hace rato que otro ser humano vino y me abrió el corazón.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario