Ok, sí, necesitamos bibliotecas. Pero no queremos cualquier biblioteca. Queremos "hacernos" una biblioteca. Tampoco sabemos bien cómo, dónde ni en qué dimensiones. Si viviremos mucho más tiempo acá o nos mudaremos. Si el habitáculo enorme que hoy hace de playroom se convertirá en futuro estudio de yoga. Si mudaremos el living al playroom y entonces será el living el futuro estudio de yoga (más improbable). Entonces la idea de la biblioteca comienza a trastabillar y los libros se van acumulando en la mesa de luz, apilando en las bibliotecas que ya están atestadas en doble fila, en banquitos de madera que antes servían para sentarse pero que ahora son depósitos de libros.
Uno supondría que la era de la tecnología habría acabado con el papel. Pero no. Los que estamos en pareja con personajes amantes del papel y el objeto libro jamás podremos obtener el placer de las paredes vacías. Y como muchos de ustedes ya saben, para hacer yoga no hay nada como una pared vacía.
Bueno.
Hoy agarré un placard donde había papeles, carpetas, archivos de la facultad, cosas que la verdad jamás usamos.
Fotocopia va, fotocopia viene, todo se fue a la basura.
Resultado: me quedaron unos estantes profundos libres. LIBRES. Y al alcance de la mano. Cómodos. Fáciles. Así que por ahora allí fueron los libros.
Paraditos, bonitos, ah, ¡qué placer!
¿Quién dijo que no se podía tener una bonita biblioteca en un placard?
P.D: Los cajones no se salvaron. Tiré todos los medicamentos vencidos. Estaban TODOS vencidos.
Mi suegra que es farmacéutica me salvó con ibuprofeno y paracetamol. Lejos de horrorizarme pienso que si estaban todos vencidos es porque no los usamos lo cual demuestra que rara vez nos enfermamos y que gozamos de una excelente salud.
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