domingo, 3 de marzo de 2019

Visita al supermercado

Ayer venían unos amigos a comer a casa y queríamos a cocinar algo rico.
Para eso necesitábamos cosas que no solemos comprar a menudo. El plato que queríamos hacer llevaba pasta, langostinos, cebollita de verdeo, leche de coco, brotes de soja, curry rojo y ajo.
Es sabido que para hacer compras ecofriendly uno tiene que tener tiempo y la verdad es que no lo teníamos. De modo que no quedó otra que ir al santo santuario del capitalismo avanzado: JUMBO.
Fuimos con nuestras bolsas reutilizables y con la sólida decisión de no comprar pelotudeces y de cuidar el tema del embalaje. Todo un desafío ya que en estos emporios del consumismo todo viene empaquetado.
Conseguir langostinos no fue un problema. Y como venían frescos nos los envolvieron en la bolsita transparente (primer envase no reciclable). Nos quedamos prendados de unos boquerones a la pimienta que también venían en un envase plástico pero de los que se pueden reciclar. Luego fuimos a la góndola de los productos orgánicos. No había cebollita de verdeo. En realidad fue peor que eso. Había puerro que estaba etiquetado como cebollita de verdeo. ¡Resulta que la posverdad llegó a las verduras! Si a un puerro lo llamo cebollita de verdeo, ¿se transforma en cebollita de verdeo? No, amigos, claro que no. Terminamos comprando la cebollita de verdeo marca SONG que nos la cobraron como si fuera oro y que además venía empaquetada en una bandejita de poliestireno y envuelta en más plástico (segundo envase no reciclable).
Los brotes de soja (también marca SONG) venían envueltos en bolsa plástica (tercer envase no reciclable). Nos resignamos ya que todos los brotes vienen envueltos de ese modo. El que quiera brotes sin plástico tiene que germinarlos y nosotros no teníamos tiempo de poner a germinar nuestros porotos mung de cero.
No nos pudimos resistir a comprar un par de paltas ya maduras para el guacamole de la entrada. Nos abstuvimos de guardarlas en bolsitas. ¡Hiupiii, un envase menos! Peeeero estuvimos mal con el envoltorio de los nachos, tampoco se puede reciclar.
El siguiente paso fue conseguir leche de coco. La leche de coco suele venir de Brasil, país limítrofe con la Argentina (menos combustible para traerlo) pero hete aquí que además ¡había un producto traido directamente desde Tailandia! Momento de indecisión que terminó en que la botellita de vidrio brasileña le ganó a la latita tailandesa. Así que nos trajimos dos envases de vidrio con tapita a rosca de plástico. Al menos estos envases se reciclan.
La basura de hoy no me deja mentir. Ahí reposan los envoltorios muertos que la pobre tierra tendrá que absorver como pueda. Pero la bolsa de reciclables tampoco me deja mentir: las botellitas de coco, envases plásticos y tapitas a rosca ya están debidamente enjuagados y secados.
Se hace lo que se puede. Por ahora.
Amén.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como confundieron cebollas de verdeo con puerros?