viernes, 16 de octubre de 2020

Trashumante

Primavera rara. 
No llueve nada. Entonces tengo que salir a regar para que la tierra no se calcine. El verde se abrillanta, se impregna de ese olor a mojado que sale de las plantas que han estado mucho tiempo secas. Riego sin temor. Salpico con amor el limonero lleno de abejas que buscan el polen de sus flores. Se apaga el zumbido por unos instantes. Luego, vuelve el sonido acompañado de un batir de alas. Hay una telaraña perfecta y delicada entre las ramas que resiste el embate del agua y atrae el movimiento de los insectos pequeños.
Me siento como esa telaraña: delicada, resistente.
En equilibrio trashumante.

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