Abro las persianas de la habitación que supo ser alguna vez un estudio. Hoy es una nave con la cual sorteo el gran océano de las horas. El panel de controles está contra la ventana que da a un árbol. Hoy el árbol amaneció brotado pero los vidrios despiden un frío glaciar. ¿Qué estará pasando afuera? Aprieto unos botones y la máquina me da la información de la temperatura, el día, las horas. Siempre las horas. Abro el calendario donde se suceden las listas, los datos. Tecleo un título, programo una reunión y mando un enlace en el tiempo. Alguien del otro lado recibe el código, lo descifra y ahí vamos. En mi ventana aparece un ser humano listo para su clase del día.
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