Nuevos subrayados para un libro trece años después.
Estoy releyendo Crónicas del pájaro que da cuerda el mundo. La historia no me atrapa tanto pero sí reconozco que me resuenan algunos párrafos que en otro tiempo me hubieran resultado insignificantes.
Por ejemplo, Kumiko desaparece y Tooru Okada, o mejor dicho, el señor-pájaro-que-da-cuerda, como le llama tiernamente May Kasahara, entra en un sueño turbio. Mejor dicho, la realidad del señor Okada es tan irreal, los hechos que le han sucedido en los últimos días son tan increíbles que le entran unas ganas muy intensas de dormir: "No era un sueño corriente. Era intensísimo, casi violento. Me arrancaba la conciencia como si alguien le arrancara la ropa a un ser indefenso".
Tengo exactamente este tipo de sueño últimamente. No puedo evitar irme a dormir. Y en ese lapso, ocurren sueños en mi conciencia que en la vigilia me están vedados.
Por ejemplo, sueño que en el fondo de casa se enciende un objeto. Primero saltan unas chispas tímidas hasta formar una hoguera. Yo desenrollo la manguera y, con gran parsimonia, esparzo el agua sobre el fuego en forma de lluvia. El fuego enmudece. Luego con una escoba voy barriendo pedacitos de barro húmedo que han quedado debajo del futón de shiatsu.
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