Amanece con 1º grado de sensación térmica. Hoy viene Mariano, el techista, a desarmar el techo de casa. Mariano era el techista de Lina. Yo siento que mi vecina, de alguna manera, me sigue cuidando.
Hace muchos años cayó un granizo muy fuerte por este barrio que destruyó buena parte de los techos de tejas. Desde esa época las tejas son difíciles de conseguir y por alguna razón, acá siempre están más caras que en otros barrios. El arreglo que me hicieron en ese momento parece que fue un desastre. Cortaron las tejas mal. Yo en mi ignorancia jamás supe la aberración que me habían hecho.
Mariano se agarra la cabeza y me dice que no entiende cómo se les ocurrió cortar las tejas de ese modo. Que es más fácil hacer las cosas bien que hacerlas mal. Me explica algo de cómo van encastradas. Macho, hembra, yo no entiendo nada. Pero el pibe parece saber y lo cierto es que los techos de Lina están impecables.
Hace un frío tremendo. Mariano trae dos escaleras, un bolso, algunas herramientas y una radio enorme portátil. El tipo mientras se encarama a mi techo escucha una radio donde pasan Rock Nacional. De una, ya lo quiero. Me cae bien. Mi gata lo odia. Odia la radio, las escaleras, todo ese aparataje que el tipo trae. Se esconde en el baño y no quiere salir.
Van a ser unos días intensos de tejas, ruidos, arreglar algo de la zinguería, pintura. Pero vamos a tener un techo que nos cobije de la lluvia y del frío. No es poca cosa. Diría que en estos tiempos es muchísimo.
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