jueves, 7 de julio de 2022

En sesión

¿Dónde está el kyo (vacío) en este ser? Esa es la pregunta que un terapeuta de zen shiatsu se hace cada vez que aborda el cuerpo de alguien que viene a pedir una sesión. Más allá de lo que la persona diga al comienzo siempre habrá algo "no dicho", no expresado que un terapeuta experimentado entenderá sólo con sus manos.
Durante una sesión de shiatsu muchas veces necesitamos cambiar el rumbo de lo que al principio creímos que iba a ser la sesión. Porque en ese "tocar" se devela la verdad, el kyo se deja ver. Deja de ser mudo. En ese tocar le damos voz. El kyo duele y dice: mírenme, es esto lo que me duele, no se olviden de mi. 
Pero hay veces que el exceso invade el cuerpo y es tan fuerte que apaga todo lo demás. El jitsu (exceso) toma la conciencia y no la suelta. Alguien viene con un dolor agudo en el cuello o en la espalda o en cualquier parte del cuerpo. Ese dolor se queja tanto que es preciso ir allí y desarmar esa síntoma para darle lugar a la expresión del kyo (vacío). Es preciso arremangarse, buscar un ritmo más activo, alternado, amasar, estirar, rotar, torsionar. 
A veces cambio de lenguaje y entro en el Masaje Tailandés sin proponérmelo. Me gusta comenzar por los pies, las piernas, torso, brazos e ir desarmando el cuerpo. Vamos danzando las distintas posiciones. Le doy plena confianza de que nada va a quedar sin tocar. El receptor suspira, suelta, respira hondo. Empieza a habitar el espacio de su ser. El jitsu se hace pequeño. La paz se renueva.

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