Comienza la semana y percibo mi pequeño orden interno. Caliento agua para el mate, abro la ventana, el gato salta y ronronea pidiendo su primera comida del día.
A esta hora donde la luz aún es tenue y los primeros movimientos de la calle se despliegan tímidos, siento que todo es posible.
Amo ese momento que es puro potencial.
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