Mi amiga Ana empezó a tomar clases de yoga en Martínez. Ayer luego de la clase la invité a caminar hacia La Lucila por un camino muy hermoso que hay al costadito del tren. Entre árboles y plantas hablamos un poco de lo que va descubriendo en las clases y de otras clases que ha tomado con otros profes. Me cuenta que a ella por ahora le va mejor con lo dinámico que con lo estático y que el concepto de vinyasa la ayuda a encontrarse mejor en las asanas. No me lo dice con estas palabras pero la idea es esa. Descubrir que no es lo mismo entrar y salir de un asana de cualquier manera sino que los movimientos junto con la respiración tienen un objetivo, un propósito para crear la mejor geometría posible para el cuerpo de cada uno.
Me da mucha alegría cuando el relato de los que practican se condice con lo que Patanjali nos cuenta en sus Yoga Sutras.
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