Escribí diarios íntimos en papel hasta 2012.
No era muy meticulosa pero los cuadernos se iban apilando.
Luego algo sucedió en la comprensión y no quise seguir con esa práctica. Es que algo en la escritura se cristalizaba. Y yo quería dejar de cristalizarme.
Quería olvidar. Y acordarme de lo que mi mente quisiera recordar, no lo que me contara el papel años más tarde.
Hoy encontré algo de mi subjetividad que me recordó aquellos días en los que escribía mucho.
Un descubrimiento poco asombroso, muy obvio, bastante vergonzante, como todo lo que uno descubre más o menos en un diván.
Un miedo, un no saber qué hacer, un conservadurismo que creí que ya no tenía.
Una chatura que me acompaña desde siempre.
Todo eso está muy bien, digo, haberlo descubierto.
Y me acuerdo de ese poema de Alejandra
La jaula se ha hecho pájaro
que haré con el miedo.
Resulta que no era miedo.
Era culpa.
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