Árboles, día 1. 2 de enero de 2018.
Los árboles hablan, tienen un sistema de cables interconectados. Pero no necesitan wifi, ni pagar las cuentas de la luz. La tierra les provee de todo lo necesario para su propia red social.
En las raíces del árbol está el secreto. ¡El secreto del propio movimiento! Parecen estaqueados a la tierra, cuando en realidad, bailan debajo de ella.
En un bosque, los árboles más añosos, son los que a través de sus raíces pasan nutrientes a aquellos árboles que quedaron rezagados o que por estar mal ubicados no les llega la luz del sol y son débiles. Si un árbol enferma, la comunidad le envía sus buenos deseos (y nutrientes). Es como una llamada por teléfono de tu mamá que te dice: no te preocupes, todo va a estar bien. Y entonces nos curamos más rápido.
En un bosque debajo de la tierra hay toda una ciudad subterránea que nunca atinamos a ver. Y la vida de los que estamos aquí arriba depende de lo que sucede allí abajo.
En la ciudad, solemos cortarle las raíces al árbol. Para que las veredas estén lisitas, para que no se metan en los caños, para que no rompan las medianeras. Siempre en nombre del Orden.
El árbol se debilita y los demás árboles ciudadanos no pueden ayudarlo. Porque han perdido la conexión de abajo. Pero el árbol es un cooperativista nato. Y buscará la forma de sanarse con los otros.
1 comentario:
Qué imagen más bonita, la de las "redes sociales" de los árboles. Y qué tristeza me dan ahora los árboles de ciudad, condenados al aislamiento, rozándose apenas con las ramas, como quien dice adiós...
Una entrada preciosa y muy inspiradora ;)
Publicar un comentario