domingo, 31 de diciembre de 2017

Salud 2018!

Me encanta enero como me encanta estrenar cuadernos.
Es como comenzar a escribir/leer un libro nuevo.
Asistimos al cumpleaños de la Tierra. Festejamos un nuevo cambio de conciencia.
¿Habrá un nuevo año cero?
Pareciera que falta mucho aún.



miércoles, 20 de diciembre de 2017

Savriti

En el reino de Madra había un rey que no tenía hijos, llamado Ashvapati, “el señor de los caballos”.
Ante la hoguera sacrificial, la mirada de Ashvapati distinguió entre las llamas la danza del verbo monosilábico sū, que en sánscrito significa “mover, impulsar o vivificar”. La mente del rey sustantivó el verbo , y lo vio transformarse en la palabra sava, que puede significar “prole/hijos”.
La palabra sava atrajo a las memorias del rey, que le recordaron que sava es también uno de los nombres del Sol, o más bien dicho el poder vivificador del Sol. Recordó también la palabra Savitŗ, derivada de Sava, que es una de las maneras de llamar a la luz del sol antes de que el cuerpo del astro se haya asomado por la línea del horizonte.
Savitrī -recordó la consciencia del rey-, la versión femenina de Savitri, es también el nombre de la diosa de la inspiración, la esposa del que moldea el universo.
Y en el momento de recordar el nombre de la diosa, esta habló al corazón del rey y le aseguró que iba a impregnar la vida en el seno de la reina.
Así se generó la hija del rey y al nacer recibió el nombre auspicioso de Savitrī.
Esta es Savitrī, la heroína del Mahābhārata.

La princesa Savitrī creció como la abundancia personificada. En su juventud desarrolló tanta belleza que quienes la veían se sentían como si hubieran abrazado una ninfa celeste. Emanaba la perfección de una estatua dorada y su mirada resplandecía con tanta energía que nadie se atrevía a pedir su mano.
El rey, comprendiendo las cualidades extraordinarias de su hija, le propuso viajar por los reinos y elegir ella misma al príncipe que le agradara más, para hacer él mismo de intermediario y unirla con el hombre de su elección.
Así, la princesa Savitrī caminó por la tierra buscando al hombre. Y lo encontró en el bosque, hijo de un padre ciego, quien había perdido las glorias de sus dominios a manos de otro rey.
Satyavan, “el que posee realidad, el que posee sinceridad, el que posee verdad”, era un príncipe caído, sin ninguna otra posesión que su vida y sus actos, aficionado a modelar la arcilla que recogía en la orilla del río en forma de caballos. Energético, inteligente, valiente y generoso, con una capacidad profunda de perdonar como lo mejor que puede dar de sí la raza humana. Era placentero de observar como la luna.
El único defecto de Satyavan era que iba a morir pronto.
A Satyavan le quedaba un solo año de vida. El rey intentó convencer a su hija de elegir otra pareja.
 -El dado sólo se lanza una vez- respondió Savitrī. -Las cualidades que veo en él no las puedo encontrar en otra parte.
Savitrī se desprendió de todos sus ornamentos y entró en la frondosidad de la selva con Satyavan. Vivió
preparándose para el encuentro con la muerte un año entero. Vio su cuerpo, sus ideas, sus recuerdos, sus deseos, como una espiral en evolución; como una cinta de seda desenrollándose en un océano de aguas doradas por el sol del atardecer. Una luz que ella no podía exigir ni poseer.
Savitrī, con su resolución, fue capaz de seguir a Satyavan hacia las extensiones de la muerte. Y volvió con la vida de su amado.

Savitrī, la inspiración, rescata la vida de la jungla. Porque la inspiración y la princesa Savitrī, el personaje de la historia, el personaje del Mahābhārata, perviven de generación en generación.
Seguimos soñando con el viaje de Savitrī, y meditando sobre la relación del amor con la vida, del amor con la muerte, de la vida con el sentido. Todo esto está en las tres respuestas que dió Savitrī  a la muerte; las tres respuestas con las que Savitrī desató el lazo de la muerte sobre Satyavan.
Esta es Savitrī, la heroína. La que salvó al “que posee sinceridad” de la muerte.

domingo, 17 de diciembre de 2017

Tercer balance 2017

Este es el año en el que más trabajé y menos plata pude ahorrar.
También es el año en el que casi no me compré ropa, casi no salí a comer afuera y en el que empecé a hacer compras comunitarias para ahorrar en artículos de limpieza y perfumería.
También fue el año en el que volví a ver más cantidad de gente durmiendo en la calle, en el que observé un aumento de gente pidiendo en los subtes y colectivos. También vi como proliferaban los artistas callejeros.
Fue el año en el que me empezó a dar miedo ir a las marchas. El año en que nunca dejé de salir a la calle sin mis documentos, algo que no hacía desde mis tiempos de adolescencia menemista.
También fue el año en el que vi como las pibas se organizaban cada vez más. Y entendí el concepto de sororidad.
Fue el año de los pañuelos blancos diciendo que no al 2 x 1.
Fue el año en que mi papá tuvo un infarto porque el corazón no resistió los embates del egoísmo. Pero sobrevivió y hoy está con nosotros para el brindis de fin de año. 
Fue el año en que mataron a Santiago Maldonado y a tantos otros que no se nombran. 
Fue el año en que dar clases en la facultad me desalentó al punto de querer abandonarlo todo, luego me la jugué y salió bien. Algo del velo de los ojos de mis alumnos se descorrió. Pensar, sobre todo eso, poder pensar, tener una mirada crítica sobre todo.
Fue el año en el que vi como le pegaban a la gente en las calles sólo por el simple hecho de expresarse en contra de una ley inconstitucional. Y parte de la prensa mintió descaradamente por ello.
También fue el año en el que mucha gente valerosa salió a decir la verdad.
Y así estamos.

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Segundo balance 2017

Empecé un segundo profesorado de yoga en la tradición krishnamacharya.
Debo admitir que lo empecé sin saber a dónde me llevaría. Sólo sabía que era necesario ampliar las alas. ¿Por qué el yoga me hacía tan bien? ¿Por qué había clases que me llevaban al cielo y clases que no me gustaban para nada? ¿Cuál era la diferencia? Tenía que ser algo más que la existencia de buenos y malos profes. ¿Por qué me ponía tan nerviosa la práctica del pranayama? ¿Por qué no podía practicar todos los días como era mi deseo? ¿Qué significaba tener una práctica de yoga todos los días? ¿Cómo hacer para que los yoga sutras no quedaran tan alejados de mi realidad?
Me encantó. Me hizo super bien. Fue intenso y hubo momentos en los que me costó mucho seguir el ritmo pero valió la pena. Siento que ahora tengo mucha más claridad que antes. Y que todas estas herramientas y recursos las podré transmitir algún día.
Hatha Yoganusasanam.

martes, 12 de diciembre de 2017

Primer balance 2017

Este año me propuse varias cosas pero hubo una muy concreta que quise activar y hete aquí el resultado. Reciclar la basura parecía difícil, complicado, era cosa de "otros". Pero fue sólo empezar a hacerlo y cambió TODO. Desde marzo que he estado compostando nuestros residuos orgánicos y por añadidura separando la basura y reciclando lo que es reutilizable. Acá hay un camión que pasa un día a la semana y se lleva los reciclables. Saco esta bolsa una vez cada dos semanas porque no somos muy consumidores de envases descartables. Es que casi no comemos comida envasada.
La "basura" se ha reducido a una bolsita un día a la semana. Y es muy pequeña. Son restos orgánicos que no coloco en la compostera: restos de carne, cáscaras de cebollas y ajo, las heces del gato, cascaras de limón y otros cítricos que acidifican el ambiente de la compostera y no ayudan a las lombrices.
Lo increíble es lo que ha pasado con mi cerebro. Veo las cosas de manera muy distinta. Como si haber ordenado los residuos me haya ayudado a ordenar algo más a mi alrededor y en mi interior. A veces un transeúnte deja los restos de su almuerzo en el cesto donde colocamos la basura y hasta esto mismo lo reciclo. O las bolsas de plástico y los papeles que se acumulan en la cochera. También cuando barro las hojas de los árboles ya no las tiro en una bolsa aparte sino que que las separo para usarlas como material estructurante en la compostera.

En el 2018 me tengo que animar a armar una huerta aunque sea pequeña.

lunes, 11 de diciembre de 2017

martes, 5 de diciembre de 2017

Diciembre

El olor de diciembre es inconfundible. Llega el verano. No hay lugar a dudas. Todo exuda vacaciones, ganas de relajarse y soñar. Soñar con viajes, con agua, con piletas de amigos, con jardines. Soñar con tiempo, mucho tiempo, para boludear, para perder el tiempo, para dejarse llevar. Llega el verano y siento que se me sueltan las articulaciones, que estoy hidratada y quiero nadar. Diciembre de pelo largo y florecido, de pelo con reflejos por el sol y la pileta. Diciembre de sol, agua y fuego.
Amo diciembre cuando estoy bien.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Madre Tierra

Por Alicia Hamm

La Madre, la Tierra, la sagrada Pacha Mama, la Tara bendita es un jardín. Es nuestro hogar y deberíamos cuidarla, como cuidamos nuestro jardín y nuestro hogar. Deberíamos respetarla, como respetamos a nuestra madre. No deberíamos decirle lo que tiene que hacer sino que deberíamos aprender de ella, de sus equilibrios. Si la dejamos sola se forman los biotopos y entonces se forman las armonías perfectas de todos los seres que viven en los lugares donde nadie la molesta. Nosotros, antes de que viniera la civilización, cuando nos instalábamos en un lugar mirábamos el lugar y veíamos dónde había espacio para nosotros. Nosotros no decíamos: "este es el lugar que quiero estar, quito todo lo que hay y pongo mi casita". Nosotros mirábamos: quién vive ahí, que es lo que hay ahí, los árboles ancianos que son comunidades en las que vive un montón de gente: las plantas, los insectos, los animales, todo... y siempre había espacios en donde nos podíamos poner, a los que nos podíamos adaptar. Entonces nos adaptábamos al medio ambiente, nos comunicábamos con él y el medio ambiente nos aceptaba. Imagínate miles de años viviendo en la selva casi desnudos y sin botas. ¡En un lugar donde todo el mundo va con botas! Porque hay serpientes, hay arañas. Pero no nos picaban, no nos comían las panteras ni las pirañas. Vivimos mucho tiempo ahí y vivíamos bien, estábamos sanos y bien alimentados. Éramos felices. Quizá volvamos a vivir en la confianza y la inocencia de los niños combinada con la sabiduría de los ancianos. Quizás volvamos a tener el amor a la tierra y la presencia de los dioses. El futuro es nuestro, lo hacemos día a día. El futuro no es más que la suma de los hoys y los ahoras.

Sobre la muerte

Por Alicia Hamm

La muerte no existe...(risas). Lo que existe es la vida eterna. Nosotros somos inmortales, somos dioses que habitan un animalito. Entonces mi cuerpo animal es un vestido. Y como todo vestido cambia con el tiempo, se gasta... un poquito.
Llegará el día en que haremos como los elefantes... pasaremos por una puerta de luz y dejaremos caer el vestido. A eso la gente le llama un cementerio de elefantes. Pero no es un cementerio de elefantes, es un portal, los elefantes lo ven. El elefante cuando se da cuenta de que le ha llegado su hora ve esa puerta de luz, va allí y cuando pasa deja caer su vestido material. Por eso es que ahí quedan amontonados los huesos. Es otra forma de explicar las cosas.
La explicación tiene mucha magia. Entonces depende de cómo te lo expliques recibes fuerza de la explicación o te amargas. Entonces ¿cómo te explico la muerte?

Imagínate lo que pasa por la noche. Tú te acuestas en la cama, cierras los ojos, tu cuerpo animal está cansado, necesita relajarse, dormir. El cuerpo duerme pero tú no. El cuerpo astral se levanta de este cuerpo cuando él ya está bien dormidito y se va por ahí de aventura. Entonces tú sueñas, visitas gente, te confrontas con tus miedos, y, gracias a Dios, te confrontas allí con tus miedos y no aquí. Pasas por tus aventuras, te confrontas con personas, discusiones o problemas que no resolviste en el día a día... o también te encuentras con seres que ya se marcharon, las almas de tus familiares fallecidos... o recibes enseñanzas. Es todo un mundo, toda una dimensión la del sueño. Y en esa parte de la vida el cuerpo no participa. Durante ocho horas del día nosotros tenemos una vida en otra dimensión donde el cuerpo no participa. Eso es un regalo de la Madre Tierra para que nosotros practiquemos vivir sin cuerpo.

Nosotros trabajamos mucho con el sueño, tenemos toda una escuela del sueño en la que tenemos tareas que realizar para aprender a soñar de una forma más consciente, más lúcida y también para recordarlos durante la mañana y poder trabajar con ellos en el día. Tratamos de llevar los problemas de esta realidad material a la realidad onírica para solucionarlos allí y luego traer soluciones de vuelta a nuestra realidad material.
Esto sería ideal si pudiéramos hacerlo también cuando nos vamos. Si morimos, sería ideal poder llevar esta realidad de aquí al otro lado, encontrar soluciones allí y luego reencarnar trayendo aquellas soluciones para ayudar a la realidad de aquí.

Un chamán tiene que haber pasado por la experiencia de la muerte. Un chamán tiene que haber muerto, haberse ido para el otro lado y traer noticias, mensajes, haber sido testigo de que la otra realidad existe. Y venir y contarnos lo que hay más allá de esta realidad, luego de la vida física. Esa es la razón por la cual cuando nosotros hablamos de la muerte no le tememos. No le tememos porque la conocemos. Yo entiendo que la gente que no ha pasado por la muerte tenga que creer de una manera ciega. Pero yo no tengo que creer de una manera ciega, no tengo que creer nada. Yo sé. Entonces a mí no me atemoriza la muerte. Me atemoriza tener que morirme ahora porque no tengo ganas de morirme ahora. Si me dijeran que tengo que irme ahora... yo lo llamaría al hermano Muerte que es un Ángel de luz, es un ser precioso (no es ningún ser negro con una calavera, es un ser que te abre una puerta... que te ayuda) y le diría: mira, te sientas un ratito ahí que aún yo no estoy lista. Yo creo que se puede hablar con la Muerte y que la Muerte no viene porque sí. La muerte viene porque el alma, el gran Espíritu o Dios o los Consejeros del alma, deciden que ya está bien y que mejor se van ahora.