jueves, 16 de abril de 2020

Volver al siglo XV

Cuando le cuento a mi papá que estoy haciendo pan de masa madre y todos los pasos que eso conlleva me dice: ¡pero volviste al siglo XV!
Bueno.
Ya han pasado cinco días y la masa madre huele bien, ha duplicado su tamaño y tiene la consistencia de una mousse. No lo puedo creer. ¡No lo puedo creer!
No se puede hacer esperar a un gran amor así que pongo manos a la obra. Mezclo tres partes de harina con dos de agua y una de masa madre, integro los materiales y los dejo reposando una hora. Este un proceso que tiene un nombre muy lindo y que lo descubrió un experto en pan llamado Raymond Calvel en 1974. Búsquenlo, está en Wikipedia. Se llama autólisis. Parece magia porque uno no hace nada, sólo deja que la masa se amase sola.
Luego hago los primeros cuatro pliegues. La masa está blanda y se deja estirar. La puedo plegar casi sin problemas. Espero media hora. La segunda vez sale mejor. No se me pegotea, qué lindo. Vuelvo a esperar media hora. La tercera vez... ¿qué hago, la vuelvo a plegar o la dejo reposar un par de horas? La pliego por tercera vez. Listo. Ahora sí, a esperar dos horitas.
Como hace un frío de cagarse mi compañero prendió el horno de antemano. Un genio. Pensó en mi masa. Díganme si eso no es amor. Pero la masa está, digamos, casi igual que dos horas atrás. ¿Qué hago? ¿Un cuarto pliegue? ¿Me arriesgo a hacer el pan así? Me arriesgo. De última quedará una especie de chapati. Esparzo harina en la mesada y logro un bollo bastante digno.
Ahora 24 horas a la heladera y mañana será otro día.

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