Me encanta decir "nuestras cuerpas".
jueves, 30 de diciembre de 2021
miércoles, 29 de diciembre de 2021
Celebro
domingo, 19 de diciembre de 2021
Morir es no-estar
lunes, 27 de septiembre de 2021
miércoles, 15 de septiembre de 2021
La danza de Shiva
Fue horrible en Rishikesh
Se llevó a muchos Mahatmas y Sadhus.
Esta es la danza de Shiva.
Cambió su curso en 1943
La gente lo cruzaba con dificultad
Con la ayuda de un elefante.
Esta es la danza de Shiva.
Hubo una caída de nieve
En los alrededores del Himalaya.
El frío fue terrible.
Esta es la danza de Shiva.
En un lugar donde había bosque.
Él complace al mundo entero.
Él otorga salud y larga vida.
Ésta es la danza de Shiva.
Las islas se convierten en un océano.
El océano se convierte en una isla.
Las ciudades se convierten en desiertos.
Ésta es la danza de Shiva.
Entonces surge la danza atómica.
Está la danza de Prakriti.
El Señor Shiva simplemente es testigo.
Esta es la danza de Siva.
Los sentidos funcionan, la Buddhi opera.
El corazón bombea, los pulmones respiran,
El estómago digiere, los intestinos excretan.
Ésta es la danza de Shiva.
Una cosa cambiante es perecedera.
Conoce lo imperecedero
Que es inmutable
Y vuélvete inmortal.
lunes, 16 de agosto de 2021
La imaginación al poder
En estos días donde circulan fotos que desprestigian una vez más al presidente volvemos sobre el tema de la verdad. De hecho, hay una obsesión con la verdad que pareciera ser inversamente proporcional a la cantidad de mentiras que consumimos día a día. Lo fake invade los espacios digitales que ya no sirven para compartir experiencias sino para resaltar una identidad, competir y ganar. Es un juego triste y peligroso.
Leo en el librito de Bifo Berardi: "La obsesión con la verdad que es propia de la cultura puritana ha producido efectos ambiguos, a tal punto que tales revelaciones han jugado en beneficio de Trump y de Putin".
Hay quienes se juegan el pellejo por decir la verdad y, de hecho, muchos de ellos terminan presos o muertos. Pero ¿cambia en algo que hayan dicho lo que dijeron? ¿Cambia en algo denunciar a viva voz en este este ruido caótico que proponen las plataformas digitales? La verdad por sí misma no sirve de mucho en el mundo de la infoesfera. Informarnos sobre los males del mundo no cambia nada y encima desalienta muchísimo. De hecho, cabe preguntarse ¿a quién le sirve la verdad, quién dispone de ella?
Sigo leyendo a Bifo: "Por sí sólo, estar al tanto de la depredación y la violencia no ayuda a las personas a organizarse y a liberarse de las garras del poder. Y puede ser desalentador. No es la verdad sino la imaginación de líneas de escape lo que ayuda a las personas a vivir una vida autónoma y a rebelarse con éxito".
Muchos de mis amigues con mentes críticas que respeto y admiro, hoy en día, postean fotos de sus plantitas. Y no les culpo.
Yo últimamente hago lo mismo.
viernes, 6 de agosto de 2021
Una digresión sobre un tema mayor
"(...) disipación en vez de acumulación, circularidad en vez de linealidad, volverse-otro en vez de identidad y, por último pero no menos importante, frugalidad en vez de crecimiento ilimitado."
Franco Bifo Berardi, La segunda venida.
Muchos de nosotros nos preguntamos por qué hay tanta gente que no quiere vacunarse contra la covid-19. En lo particular yo me encuentro con colegas, amigos, gente que no sólo le teme a los efectos de la vacuna sino que encontró paradójicamente un modo de resistencia antisistema en esta acción: no vacunarse. Sobre este punto, hubo algo que comentó Bifo que me impactó fuertemente. Bifo trae a colación un libro de Jean Baudrillard El intercambio simbólico y la muerte. En dicho libro, Baudrillard reconoce que el límite al capitalismo es la muerte. Dicho esto, Bifo aclara que actualmente vivimos un tiempo cuyo único horizonte posible parecería ser la extinción humana. De modo que sólo resta devenir-nada. Lejos ha quedado esos tiempos donde el deseo jugaba un papel positivo, expansivo. En esta época pandémica hay un deseo colectivo de nada. Vivimos tiempos en los que aparecen manifestaciones masivas en París, Italia contra la vacunación. Lejos de demonizar estas acciones, Bifo dice que debemos interpretar. Hay una locura nueva en la voz de la historia. Esta locura es la locura de una mente colectiva que se enfrenta al producto final del capitalismo que es la muerte. El carácter necropolítico del capitalismo ha quedado totalmente descubierto. Devenir-nada. Dispersión versus acumulación. El devenir-nada como una posible reinvención de la vida. Porque esto que estamos viviendo no es vida. Entonces cabe preguntarse cómo se articula esta nada con una táctica que nos permita salir de este necro-horizonte, que nos permita articular una máquina de guerra (en este punto el libro de Jun parece tener mucho para decir).
martes, 27 de julio de 2021
No detectado
martes, 13 de julio de 2021
La fuerza de las cosas
sábado, 10 de julio de 2021
Salimos a rutear
Me acordé de la canción que decía: "que un viento frío te pegue en la cara"... Es que el movimiento se te mete en el cuerpo y es una cosa hermosa. Vibrás con el motor. Es como descubrir el sonido primordial en el motor del auto. Qué loco pero no es tan loco, porque AUM está en todos lados.
Íbamos con Lau y Vane atrás. Entonces, barbijo, ventanillas semi abiertas, ventilación cruzada. Y claro, la canción se hizo realidad: que un viento frío te pegue en la cara. Posta.
jueves, 8 de julio de 2021
A medida que...
A medida que va avanzando la mañana sentís que el sueño tiene algo de afirmación. Una sospecha que ya tenías pero que el sueño te lo trae y encima te lo muestra en modo caricaturesco. No hay remate para eso. A partir de ahí el deseo se hace más claro. Entonces en la vigilia el día avanza y te sentís maravillosamente bien. Como si un peso hubiera caído. Como si ahora podrías hacerte cargo de que AURYN está en tus manos realmente.
Una piedra
Se tiene un sueño tal como si sostuvieras una piedra rara, en bruto en las manos. La piedra está tan caliente que querés soltarla pero algo te lo impide porque es rara y hermosa y hay escrito allí un código a descifrar. Pero a medida que la piedra se enfría el código se va desvaneciendo. Al final tus manos sólo sostienen una piedra.
martes, 6 de julio de 2021
lunes, 5 de julio de 2021
Lo obvio
Reconocer el verdadero deseo. Lo que Graógraman llamaba "la verdadera voluntad". Salir de una sesión de terapia como si me hubieran puesto a AURYN en mis manos. Ese libro me marcó profundamente en mi pre adolescencia. A mi me había impactado mucho Graógraman. El primer deseo de Bastián, cuando todo es nuevo, todo está por crearse. Y luego, la corrupción, los caminos bifurcándose, la perdición total hasta llegar a la redención de lo obvio.
Pienso en los meandros de mi vida. Las veces que algo salió mal para luego salir mejor. Entender que el bien y el mal... "son categorías ajenas a la lingüística" (decía un profesor en la universidad).
Reconocer los privilegios. Entender el poder que emana de ellos. Comprender qué es lo me mueve a estar viva cada día sin caer en...
A veces es lo obvio.
Reconocerse un ser que cae en obviedades.
miércoles, 30 de junio de 2021
Misticismo del sonido
Hazrat Inayat Khan, El misticismo del sonido y de la música
Bella traducción de Juan Manuel Tavella, alias El Conde para los bloguers amigos.
lunes, 28 de junio de 2021
Yoga por Emmanuel Carrère
Chan.
Luego viene la experiencia de su internación psiquiátrica, los diagnósticos, una narración difusa y angustiosa. Si quería explicar cómo funcionan los vrittis en la mente humana lo logró muy bien. Pero a mi me lo podría haber ahorrado.
Es interesante cuando cuenta su experiencia en la isla de Leros y de como ayuda a unos jóvenes migrantes. El personaje de Frederica y qué fue lo que la llevó a ella a hacer esa labor altruista. Te hace pensar también en qué es el verdadero altruismo.
Pero su texto no termina de cerrar.
Después me entero que tuvo que sacar un capítulo sobre el divorcio con la mujer y claro, ahí está la elipsis. La novela tiene un enorme agujero. Capaz que con ese capítulo era un buen libro, no sé.
Igual, espero que lo haya ayudado a sanar.
martes, 8 de junio de 2021
La cuestión
jueves, 3 de junio de 2021
Tela
Ayer nos levantamos muy temprano para ir a comprar la tela que fuera bien con los almohadones de placa que encargamos. Dani hizo su arte con los sillones escandinavos y les revivió la madera. Imaginen qué lindos que están ahora con la nueva piel lustrosa. La historia con estos sillones es que nunca tuvieron almohadones que invitaran realmente a sentar el culo en ellos. Eran bellos pero "se te clavaban las maderitas", nos dijo Zuly. Cuando llegaron a casa, descartamos esos almohadones viejos y finitos de tanto uso y le pusimos unos almohadones que nosotros ya teníamos. No quedaban mal pero tampoco eran los adecuados. Podías sentarte sólo un ratito. Lo justo para que, por ejemplo, un paciente de shiatsu se sacara o se pusiera los zapatos.
La tela. Para alguien como yo, que nunca en su vida tuvo una máquina de coser, ese lugar se me antojó como un planeta extraño. Rollos de telas diversas por doquier. El protocolo para el Covid un tanto extravagante pero necesario ya que el ambiente no tiene ni una ventana. Tienen un sistema de turnos y cuando entrás te miden la temperatura, te ponen alcohol en las manos y luego tenés que pasar por una máquina que te sanitiza. Sentís como unas gotitas se te impregnan en el pelo y no querés saber qué te están tirando. Ahí nomás se me acercó una mujer bajita de un pelo negro brillante envidiable y unos ojos que eran puro fuego. Le balbuceé algo de que quería tapizar unos sillones y al toque me llevó por un pasillo hasta llegar a otro santuario donde los rollos de tela se acumulaban como hongos en un día de lluvia. Una fiesta tal que mis ojos empezaron a bailar y mi cerebro estalló en directivas que tuve que acallar porque si no me iba a dar algo. Lino Spazio, le dije. Estos de acá son lino, me señaló. Yo buscaba un crudo pero no había. Lino Nirvana, me dijo. Y yo me reí para mis adentros porque reírse con barbijo es lo más feo del mundo, te queda la baba en la tela, se moja el barbijo y ahí se pudre todo.
Me llevé el Nirvana, sin ninguna duda. Con sólo tocarlo fue saber que ese iba a ser mi cielo.
miércoles, 26 de mayo de 2021
Cartografía de lo vivo
Me despierto con un dolor. Últimamente, haga lo que haga, siempre despierto con un dolor punzante en las cervicales que va menguando a medida que comienzo con los pequeños movimientos del día. Se ve que tanta quietud nocturna lo invita a hincar sus garras. Descubro que el movimiento lo adormece, lo funde con mi ser.
2.
Todas las madrugadas, cuando este dolor aparece, me sorprende por el lugar. No es un lugar que reconozco como mío. Las contracturas en mi espalda nunca fueron novedad. Convivo con ellas desde que crecí. ¿Cuándo crecí? Tenía 14 años. Lo recuerdo muy bien. Algo pasó, algo se rompió y perdí algo que quería para siempre. Nunca lo recuperé. Pero gané otras cosas. Nunca me arrepentí.
3.
Los dolores que reconozco siempre han estado en el omóplato derecho. Ese dolor alberga acciones que reconozco. Por ejemplo, escribir. Escribía mucho a mano con la mano derecha. Después ya no. Pero la mano derecha siempre está haciendo cosas. Cliqueo con la mano derecha, corto, cocino, alimento, revuelvo, limpio, acaricio, desnudo, cebo mate y... ofrezco con la mano izquierda.
Hay un dolor que descubrí hace unos diez años, en el centro del pecho. Creo que ha estado allí siempre, adormecido por el dolor del omóplato derecho, el dolor de la acción. A veces viene, se queda por un tiempo y luego se va. Descubrí cómo infundirle calor y así calmarlo. En realidad a veces creo que yo estoy allí y desde ese lugar me mando mensajes para dejar de mandarme cagadas.
Hace tiempo que el dolor del centro del pecho no me visita pero entonces empezó este dolor en el cuello. Es atrás, un poco en la base. Cuando lo toco está frío pero si dejo la mano un tiempo empieza a calentarse. Quizás me mudé y ahora habito un poco más arriba. Quién sabe.
sábado, 15 de mayo de 2021
Pienso
Mi trabajo consiste en "tocar" cuerpos. Tocar de una forma especial. No es exactamente un masaje aunque se le parece mucho y tiene efectos muy poderosos. Quienes han recibido sesiones de zen shiatsu lo comprenderán perfectamente. Se ejerce presión con las manos sobre distintas partes del cuerpo del otro pero sin hacer ninguna fuerza. Se trabaja con el propio peso corporal. Es un diálogo entre ese cuerpo y mi cuerpo. Una meditación en movimiento. Mis manos son simplemente las herramientas que llevan un mensaje.
Tocar en este momento tan especial de la pandemia se ha vuelto un lujo. Ser tocados por un otro que no es parte de nuestra burbuja también. Me descubro en un nuevo mundo donde los cuerpos han sido disciplinados, pertrechados para no sentir dolor. Una coraza invisible que se gesta simplemente por la ausencia del tacto.
También están aquellos otros cuerpos, doloridos y nerviosos. Cuerpos que mutan todos los días donde el dolor repentino viaja como un ping pong de preguntas. Aquí vienen a encontrar una posible respuesta.
viernes, 30 de abril de 2021
30 segundos
Hospital Italiano.
“30 segundos”
Mientras me enfermaba el Covid encontré algo en estas salas, en estos corredores, en la mirada de estas gentes.
Una cultura.
Un pathos.
Una emocionalidad antigua. Comprometida. Algo yaciendo silente, a la par de la ciencia y la tecnología.
Una cultura.
¿Qué significa descubrir una cultura en el Hospital Italiano en medio de un ataque como este?
Mucho.
Significa, contra lo que podría pensarse, que no es el resultado de muchísimas personas. Con roles marcados, tecnicaturas, profesiones, saberes, tecnologías, destrezas.
No. No es sólo eso. Es una matriz acogedora, extraordinariamente cálida y vivificante.
No es una nave científica que va a Marte. No. Esta va a la región más desolada de tu cerebro. Al caldo primordial de donde alguna vez nos arrastramos sin conciencia. Al lugar desde donde nos asusta el final del Covid llevándose nuestro aire.
Va al lado oscuro de tu cerebro para transformarse en una llamita con algo de calor y luz. Una cultura.
Me caí desmayado por la falta de aire y la desesperación y me encontré entrampado entre los muebles de la sala donde terminé. Donde me estrellé en la caída.
Unas manitas de enfermera tiraban de mí, Bibi.
Cuando crees que ya perdiste todo escuchas el braceo enérgico de la que podría ser hasta tu hija llegando a vos.
Braceando como pudo me alcanzó. Me abracé a ella y me di cuenta de que no estaba en un páramo sin vuelta atrás.
Entre todas me acostaron, me calmaron, me dieron su aire.
Una matriz regenerativa que es la que ayuda. Un supraorganismo como un micelio gigante que sustenta, sin que nadie lo vea exactamente, los bosques que lo acompañan.
Una cultura.
Llegué dispuesto a evitar prolongaciones que arañen dos meses más de sobrevida a costa de desesperación.
No rasguñar las piedras para mí.
Bernardo y otros médicos me escucharon. Luego me pusieron una mano en el hombro y se hicieron cargo de mí. No tengo hermanos. Esto ha sido lo más próximo que he descubierto de esa relación.
Me protegió. Llamó todos los días a mi hija que amo y la contuvo. Le explicó. La protegió.
No hay palabras. Es la matriz que regenera. La que de alguna manera cargamos los sapiens cuando nos fuimos de África. Nuestra estrategia. No preguntes por quién doblan las campanas, ya sabemos, suenan por vos y por mí, hermano.
Tuve que partir al servicio de terapia intermedia. Estaba inquieto. Aparecieron kinesiólogos, médicos, enfermeros. El mismo espíritu. Las médicas llamando a mi hija y ayudándola mientras ella me ayudaba a mí.
La matriz regenerativa y matriarcal de la viejísima Europa. Cuando los pueblos como Huyuk no tenían murallas. Los matriarcados de miles de años atrás, que sostenían la cultura. Cuando las culturas matriarcales no habían sido barridas por los caballos de la edad del hierro.
Y de pronto... las manitas de Bibi, el desborde humanista y contenedor de Bernardo, la dulzura de la kinesióloga, la gente que te ayuda de todas las formas porque son una cultura que dice que sos valioso. Seguramente es cierto. Pero es porque te quieren desde lo más básicamente humano.
Una cultura regenerativa que también alcanza a los varones.
Todavía no se como saldré. Y no me preocupa tanto. Y dicho con humildad. En serio. Saldré con paz y con cariño. Está muy bien. Tengo 75 años. ¡Carpe diem para nosotros todavía!
Con estos pensamientos rondando desde hace unos años, muchas veces, me pregunté cómo quería mi salida.
Sólo quiero 30 segundos lúcidos. Para poder evocar a los que quise sin que llegue a atraparme la melancolía.
Me iré bien. Este hospital y su gente estará también en esos 30 segundos. Gracias, gracias, gracias.
28/08/1945 - 20/04/2021
martes, 27 de abril de 2021
Angustia COVID
sábado, 10 de abril de 2021
miércoles, 7 de abril de 2021
Pensaba...
martes, 6 de abril de 2021
Viva el futuro
lunes, 22 de marzo de 2021
Tener culo
Le mando la nota a mi hermano. Su mujer contrajo Covid el año pasado y la pasó realmente muy mal. Hubo que internarla y ayudarla con medicación y oxígeno. Mi hermano y mi sobrino, por el contrario, no se enfermaron.
-¡Mirá si resulta que es porque tenés superanticuerpos!
-Flor, a mi me hicieron la prueba de los anticuerpos y me salió que no tenía ninguno.
-Bueno, tuviste culo. Para la ciencia no sirve pero para la vida ¡un montón!
sábado, 20 de marzo de 2021
Bueno para mi TOC
El lomo de burro de alguna manera me enseña que lo derecho, en este caso, sucede cuando está torcido. Para mi, que tengo esta tendencia a enderezar, alinear y ordenar, este acontecimiento ubicado exactamente en la puerta de mi casa es un quebradero de cabeza. Resulta que las maniobras que aprendí no funcionan en esta peculiar geografía.
De todos modos, para mi TOC es todo un avance dejar estacionado el auto con la rueda de atrás subida al cordón.
Cuando llegamos a destino encuentro rápidamente un lugar para estacionar. ¡Un milagro! Creo que del susto estaciono perfecto, sin sobresaltos dejando el auto derechito y con espacio entre las ruedas y el cordón. Casi que está para sacarle una foto.
miércoles, 10 de marzo de 2021
Tres
lunes, 8 de marzo de 2021
Destino
Voy a comprar medialunas, voy al chino, voy a lo de mis viejos, voy a dar una clase, pasar por abajo de un túnel, ir por una avenida, frenar en el semáforo, poner la luz de giro, balizas, estacionar. Llegar a un destino. Llegar a un destino. Llegar.
lunes, 1 de marzo de 2021
Mi superhéroe
-No le des bola. Vas bien. Que espere.
Pongo marcha atrás, giro todo el volante hacia la derecha, empiezo a meter el auto y lo arrimo hacia el cordón. Estoy tan concentrada que la verdad es que no escucho la bocina. Stop. Luego giro el volante todo a la izquierda y voy enderezando el auto que va entrando en su lugar lentamente. ¡Siento emoción!
Entonces la señora pasa.
-¡Forrrrrraaaaaa!-escucho que le grita Nico como un desaforado.
Lo miro asombrada ante su grito.
-Estabas estacionando, sos principiante, tenías puestas las balizas. ¿Cuál es su problema? ¡Qué espere!
-Nico...
-¡Qué!
-Sos como mi superhéroe.
domingo, 28 de febrero de 2021
Estreno
Ducha de agua caliente en la espalda baja, calor de almohadilla eléctrica, me visto, me calzo la faja que me prestó mi mamá y me sostiene la columna y se me viene a la mente una determinación. Si no empiezo a mover el auto... cada día que pase va a ser peor.
En el desayuno, mientras tomo un mate le digo a Nico:
-Estaba pensando que hoy que ya no me duele tanto... quisiera salir un poco con el auto.
-Me parece muy bien, amor, me podés llevar a la carnicería que tengo que comprar la carne para el asado de hoy.
Ya está. Lo dije. Tengo una meta: llevarlo a Nico a comprar carne. Es domingo, la calle está desierta, ya me demostré a mi misma que si en el examen todo fluyó y no tiré ningún cono ni me llevé por delante ningún caballete, no voy justo a reventarme contra un auto de los que están en la cuadra.
Y allá vamos. Nico pega los cartelitos de principiante en el parabrisa de adelante y en el vidrio de atrás. Acomodo el asiento, los espejos, siento que tengo que hacer el auto mío, imbuirlo con mi energía. Siento que tenemos que conocernos porque... no nos conocemos.
Ya en el primer momento me doy cuenta de que este auto tiene un motor más potente que el motor que yo venía manejando. Me da miedo, lo freno, se para en la esquina. Arranco otra vez. Pongo primera de nuevo. Empiezo a entenderlo mejor. La carnicería está cerca y en unas pocas cuadras llegamos.
Nico hace la compra. A mi no me da el cerebro para hacer otra cosa. Pienso que esto también pasará.
Volvemos. Ahora me sale mejor. No paso de segunda. No paso de los 20 km por hora. No me importa. Doblo tranquila por las calles internas de Olivos, paro frente a los semáforos, sigo, avanzo, dos runners corren de contramano por la calle en la que voy del lado izquierdo. Me ven y se corren. Igual, no los iba a pisar.
Llego a nuestra cuadra y hago como cinco maniobras para estacionar por el maldito lomo de burro que está frente a nuestro garage.
sábado, 27 de febrero de 2021
¡No contaba con mi espalda!
Respiré hondo, me calcé los jeans de tiro alto para sentir que me protegía la cintura y el resto ya lo saben: me fue muy bien. Felicidad máxima estampada en el barbijo. Pero al día siguiente no podía levantarme de la cama sin llorar. Al punto que Nico me llevó a una guardia traumatológica para que me dieran algo.
Lo primero que me dijo el traumatólogo cuando me vio entrar toda doblada fue:
-Uh, te quedaste dura, ¿qué te pasó?
-El auto... - murmuré yo.
-No hay peor cosa para la espalda que el auto -me dijo.
-No me digas eso, acabo de sacar el registro.
-Bueno, no te pongas un Uber porque te voy a ver muy seguido por acá.
Anotó una serie de indicaciones obvias: calor húmedo: 5 minutos, calor seco: 10 minutos. Cuatro veces al día. Y una droga de lo más potente que puedo tomar hasta cinco días porque sino te revienta el riñón.
-Esto te puede durar dos días o un mes.
Y yo que quería ser grande, sacarme el miedo, conducir un auto. Bueno, ahí está. Ser grande y conducir un auto también es eso, mierda. Pero se sale, se sale de esto también.
De la guardia traumatológica fuimos a la Dirección de Tránsito donde me esperaba mi nueva licencia. Entré caminando como pude, sonreí feliz, me dieron el cartelito de principiante, el carné, me hicieron firmar y listo, a casa.
Por supuesto el que volvió manejando a casa fue Nico.
viernes, 26 de febrero de 2021
El verano que conseguí la licencia
A mí me llevó 30 clases ( sí, ¡un montón!) prepararme para dar el examen práctico. Empecé de cero y a mediados de noviembre. Plena pandemia. Barbijo, alcohol en gel, un mar de gente pidiendo turnos para aprender a manejar. No había turnos seguidos. Fue un problema no poder darle continuidad. Pero valió la pena. Porque no sólo no me rebotaron sino que cuando terminé mi examen uno de los instructores que se había quedado mirando me dijo: "un espectáculo".
Como estamos en la era Covid, la agente de tránsito que me tomó no se subió al auto conmigo sino que me fue acompañando desde afuera y viendo todas las maniobras desde afuera del auto. Y salió todo fantástico, el auto se deslizó conmigo. Entendí sus dimensiones y sentí que nos llevamos bien.
Infinitas gracias a mi gran amor Nicolás, quien estuvo acompañando este proceso super intenso a lo largo de todo este verano. Nunca jamás perdiendo su confianza en que me iba a salir ni cuando yo misma me lo creía.
Conté todo este proceso porque sentí que me hacía bien. Es algo que siempre me dio muchísima vergüenza contar. Y no creo ser la única. Pero pasar por la experiencia de sacar una licencia de conducir a una edad adulta fue muy interesante. Invito a todos los que escribieron en este muro y que aún no se animan a hacerlo. Busquen ayuda en personas que tengan confianza en ustedes. A veces esa persona puede ser tu instructor de manejo, un amigue, tu pareja, tu papá o mamá, un tío, tía, abuelo o abuela. Créanme, nadie de los que rendía ese día estaba tranquilo, todos estábamos nerviosos. Es normal.
Y con esto doy concluida la saga de: "el verano que conseguí la licencia".
jueves, 25 de febrero de 2021
miércoles, 24 de febrero de 2021
Último día de práctica
La calle está más bulliciosa que nunca de modo que tardamos más en llegar a la callecita donde practicamos las maniobras. La calle está bastante maltrecha y abandonada. No hay ningún tipo de señalización. Baches, charcos, una nube de mosquitos (estamos cerca de río).
Quique se baja del auto y pone los conos.
-Vamos a hacer primero marcha atrás y slalom.
Nico llama a Quique el señor Miyagi de los instructores de manejo. Wax in, wax out! Es un señor que combina una paciencia extrema con una precisión propia del elemento metal. Por decirlo mal y pronto: no te deja pasar una. Y nunca te va a decir un elogio porque sí. A lo sumo un: hoy estacionaste bien. Pero eso es todo. Un día, eran comienzos de febrero le dije: Quique, decime que me salió bien, ¡hoy me salió bien! Y él se reía bajito. Es que yo soy muy estricto.
Ahora lo veo ubicar los conos desde mis espejos. A mi izquierda los conos chiquitos color naranja (porque Quique detesta los conos altos, dice que es un error aprender con conos altos porque no es necesario "ver" el cono). A mi derecha algo que parece un cordón amarillo, despintado y lleno de yuyos.
-Bueno, dale con la marcha atrás. Y acordate de hacerlo lento.
Empiezo a ir marcha atrás y veo que hoy la tengo difícil. La calzada está hecha percha. El auto va dando zancadas suavecitas pero derecho. Cuando llego al primer cono, paro.
-Quique, si hoy me salen los conos con esta calzada tan desnivelada me tenés que felicitar.
Él se ríe. Me mira y murmura, dale, embrague primera.
-Hoy no me digas nada. Mirá que mañana en el examen no vas a estar al lado mío diciéndome lo que tengo que hacer.
No me dice nada. Ni sí, ni no. Ni lo vas a dar bien, quedate tranquila. Nada.
Hago conos, el auto va lento y fluido pero él tiene algo para corregir, siempre hay algo más que aprender. Trato de no escucharlo. Ya no puedo recibir más información. Al repetir, cada vez que voy marcha atrás siento el desafío de llevar el auto derecho porque hay dos baches fuleros que no puedo esquivar y no es culpa de nadie. La vida.
La vida es esto también. Ir marcha atrás y que te toquen dos cráteres de mierda y aún así, vos no te salís del camino.
Cuando me toca estacionar hoy me sale particularmente bien. De verdad, me sale muy bien. En tres maniobras. Me hace hacerlo cuatro veces. Ya a la cuarta me da una indicación de esas que sólo sirven para la calle, no para el examen.
Al terminar me hace volver haciendo esas maniobras que cada vez disfruto más, especialmente en una calle desierta donde no hay autos estacionados de los dos lados. Marcha atrás, ir doblando hasta enderezar a trompa y luego primera, segunda y ya estamos saliendo de ese descampado horrible.
En el medio de un semáforo me pregunta si me acuerdo el tablero.
Este Quique. ¿Justo ahora querés que te diga el tablero del auto?
Bueno.
Al terminar la clase entramos en el estacionamiento donde la empresa guarda los autos. Me deja estacionarlo a mi. Me va indicando cómo hacerlo. Lo tomo como un elogio inmenso. Hasta ahora cada vez que entrábamos tomaba el mando él. Esta vez lo estaciono yo.
Cuando nos despedimos no me dice: te va a ir bien, vas a ver, tenete fe. No, nada.
Me dice: cuando tengas tu licencia nunca jamás dejés el auto. Siempre, todos los días, aunque sea sacalo a dar una vuelta.
Me dan ganas de abrazarlo pero... Covid.
sábado, 20 de febrero de 2021
Pista de Aprendizaje Roca
Sábado. Nos levantamos a las siete, desayunamos algo liviano y nos vamos para la pista que nos queda del otro lado de la ciudad pero que para estacionar y hacer slalom está buenísima. La idea además es que me empiece a acostumbrar a nuestro auto porque hasta ahora todo lo hice con el auto de la escuela y, ya se sabe, el embrague y la palanca de cambios varía un poco en cada vehículo.
La pista abre a las ocho. Nosotros llegamos ocho y cuarto y ya hay ocho cuadras de cola. Como veníamos preparados no nos desanimamos. Nico trae un libro y yo tengo el celular para boludear con las redes.
A los quince minutos vemos que una mujer está contando autos. Nosotros no entramos en su lista. Eso quiere decir que cuando entren todos los autos que están adelante nuestro, nosotros tendremos que esperar al siguiente turno. Como nuestra vida viene un poco en ese ritmo nada nos sorprende.
No tenemos ni idea cada cuanto se renueva la pista o si controlan el tiempo. Queremos creer que sí. Pero nadie te dice nada. Es medio desesperante. Me meto en la página donde te explican detalladamente el horario y lo que hay que llevar.
-Acá dice que hay que tener un matafuegos.
-Tenemos matafuego, me dice Nico, está abajo de tu asiento.
Toco con mi mano abajo del asiento y no siento que haya nada más que mugre. Saco la mano rápido.
-Acá no hay nada.
-Amor, tenemos un matafuegos, sino no hubiéramos pasado la VTV.
-¿Cuándo hiciste la VTV, en 2019? ¿No lo habrás perdido?
-¿¿A dónde voy a perder un matafuego?? A ver, dejame ver a mi.
Se baja del auto, total la cola está inmóvil hace como media hora. Abre la puerta de atrás, mira por debajo del asiento atrás.
No hay nada.
-¿Nos habrán afanado el matafuego? Espero que nos dejen entrar.
-Si no nos dejan entrar después de hacer esta cola, les lloro, eso me sale bien.
miércoles, 3 de febrero de 2021
Me voy acercando
Hoy era el turno del examen teórico para la licencia de conducir. Hace días que vengo haciendo simulaciones de exámenes, leyendo el material teórico, empapándome de la ley de tránsito, aprendiendo los diferentes tipos de señales. Ayer me quedé un ratito repasando las distancias de frenado en pavimento seco a diferentes velocidades pensando que ya estaba realmente obsesiva. ¿En serio te toman las distancias de frenado?, me preguntó Nico cuando le pedí que me las tomara.
Sí, en serio. Y, de hecho, me las tomaron.
Ya sólo llegar y me faltaba la fotocopia del DNI. Me dicen que a unas cuadras hay un locutorio. Tengo una super impresora que hace fotocopias en casa. ¿Cómo no lo pensé antes? Salgo corriendo en dirección a la avenida, llego al locutorio, espero unos minutos eternos hasta que logro sacar las fotocopias. Llego boqueando, con el corazón desbocado y el barbijo húmedo.
Me hacen esperar un ratito afuera y luego me hacen pasar. Entrego mis papeles y a cambio me entregan dos declaraciones juradas donde declaro que soy quien digo ser, mi tipo sanguíneo, que no tengo impedimentos físicos que me impidan conducir un automóvil y me reafirmo ante la ley que soy donante. Esto último es muy fuerte. Ya siento que me recibí de adulta por mil.
Subo un piso y voy a la oficina 7. Se empieza por el examen psicológico donde te hacen hacer una serie de test que verifican que sos una persona apta para estar al volante de un vehículo. Hace poco salió en las noticias que un tipo joven cruzó un semáforo en rojo en la avenida Directorio y mató a un nene de cuatro años dándose a la fuga. El tipo no tenía licencia de conducir. No le habían aprobado el examen psicológico. Así que evidentemente estos test de algo sirven aunque la gente después haga lo que se le canta. El examen psicológico viene lento. Hay gente sentada esperando. Viene la psicóloga y me dice que mejor rinda primero el examen teórico que no hay nadie. Y me indica que vaya a otra sala donde hay un señor muy prolijo con cara de saber mucho de vialidad. Me pongo nerviosa. Se me empañan los lentes por el barbijo. Pero bueno, llegó la hora de la verdad.
Me entrega unas hojas y me pregunta si tengo birome. Traje. No sé dónde la puse pero traje. Y lápiz. Y goma de borrar. Me indica que me siente en un pupitre. Bueno, allá vamos. Respiro hondo y leo la primer pregunta. ¿A qué velocidad se cruza un cruce ferriovario? Listo. Vamos bien. Me tomo el tiempo para leer. Algunas salen de taquito, otras las tengo que pensar. Las señales de tránsito están numeradas y en una pared. Cada vez que me preguntan por una señal de tránsito tengo que mirar la pared que tengo enfrente. Descubro que mis lentes andan muy bien. Al menos no me debo preocupar por el examen de vista. Cuando llego a las preguntas de distancias de frenado me río sola.
Siento que tardo más que los demás. Pero es que la mayoría es gente que viene a renovar su registro. Los novatos somos menos. Hay una chica que estuvo conmigo en la charla vial. Nos reconocemos a pesar del barbijo. Qué alivio ver una cara conocida. Entrego las hojas y el tipo lo corrige en el momento. Tac, tac, tac, escucho que su birome va dando el ok. Sólo un par están mal. Le pregunto cuales. Me contesta y siento que esa info no se me borra más. Me voy con el sellito de aprobado.
Ahora sí me toca el examen psicológico. Una chica muy amable me pide que me siente en una mesa amplia. Todo está inmaculado y con olor a alcohol. Me pone una pila de tarjetas. Debo ir mirando de a una y dibujarlas en una hoja. También me dan un lápiz. Un círculo, un rombo, puntitos, rayas... es divertido. Después me piden que dibuje una casa, un árbol (que no sea un pino) y una persona. ¿Qué tienen contra los pinos? Cómo detesto estas cosas. Dibujo mal, feo. Pero bueno, me sale algo bastante decente. El árbol me sale enorme en relación a la casa y la persona. No me importa. El último test es horrible y extenuante. Tenes que encontrar tres tipos figuritas en 40 renglones de un montón de figuritas todas muy parecidas. Siento que me empieza a hervir el cerebro. Pero no me quejo. Supongo que no es comparable con la sensación de estar arriba de un auto en la vía pública por primera vez. Sobreviviré a este test y a conducirme en la vía pública.
Evidentemente no estoy loca y soy una persona apta y responsable. Paso el examen psicológico así que sólo resta ver mis ojos. Cuando entrego las declaraciones juradas me doy cuenta de que en vez de poner la fecha de hoy me equivoqué el año. Puse 3 de febrero de 1977. Claro, es que yo nací en el 77. Pero no el 3 sino el 5. Es decir, puse una fecha absurda. Bueno, no, absurda no. Guarda relación con el año de mi nacimiento. Y el 3 de febrero guarda relación con mi presente actual. La verdad es que es un lapsus genial. Si estuviera haciendo terapia se lo contaría a mi analista. Pero bueno, menos mal que me di cuenta, lo corregí y sigo siendo considerada una persona apta y responsable.
Los ojos me responden bien, los lentes su trabajo. Termino el trámite, me sacan la foto, las huellas dactilares (de tanto alcohol en gel tengo engrasar la yema de mi dedo índice para que el scanner capte la huella). Corroboramos que todos los datos están en orden. ¿Ya dije que soy donante? (Qué fuerte verlo por escrito).
Y ahora sí, un paso más cerca de lograrlo.
lunes, 1 de febrero de 2021
Rápida y Furiosa
Me lo pido a mí misma
martes, 26 de enero de 2021
Conducir debe ser placentero
"Para ser un buen conductor usted debe estar en buena forma física y emocionalmente. Conducir también debe ser placentero."
Y al final aclara: "Si alguna de estas condiciones no se verifica no maneje hasta que solucione el problema".
Bueno, miren, si es por eso.... yo ¡¡les hice caso!!
viernes, 15 de enero de 2021
Pasito a paso... dale que vamos
Lo curioso del sueño es que es exactamente el punto en el que me encuentro hoy. Hoy puedo conducir un auto pero aún no tengo licencia.
El hecho de soñar con poder conducir un auto no es para nada un hecho menor.
He soñado muchas veces que no podía conducir un auto. Siempre soñaba que no tenía control sobre el auto y lo recuerdo como algo desesperante.
Pasito a paso... dale que vamos.